Racismo en Medicina: Reflexiones críticas
Humanidades en la Medicina
El racismo sigue siendo un problema arraigado, a pesar de que en 1999 el Proyecto Genoma Humano (PGH) enfatizó que la raza es una construcción social sin base genética
Ritmo circadiano y salud, ¿quién va primero?
Cualquier acontecimiento ocurrido en tiempos atrás puede ser censurado al juzgarlo con los criterios de hoy, tanto desde el punto de vista ético como legal, como ocurrió con las personas de raza negra llevadas por los colonos británicos desde África a los Estados Unidos de América y Europa, en lo que llegó a llamarse el comercio triangular. Esto no impide que podamos exponer una narrativa de lo que no se debe hacer y aprender con ojo crítico nuestros aconteceres pasados
Con este escrito quiero poner de manifiesto como, hasta en la medicina, se tuvo una connivencia con los esclavistas, entrando de lleno en el racismo-esclavismo, un problema con raíces de más de 2.500 años de antigüedad, y que hace que todavía hoy hablemos de la medicina basada en la raza de forma inadecuada.
Actualmente podemos afirmar que los africanos que llegaron como esclavos, hoy afroamericanos, siguen teniendo en general peor atención médica, y el racismo es la principal causa, basándonos en la creación y perpetuación de mitos y estereotipos de inferioridad racial que avalaron filósofos y científicos en las diferentes épocas. Durante los siglos XVIII y XIX se conceptualizaba la raza negra como inferior en las facultades de Medicina, y aun en el siglo XX cruzó el límite de lo biológico a lo sociológico.
La raza ha sido un foco de investigación y de especulación en el siglo XVII; en el siglo XX, se fueron desmoronando las ideas tradicionales a medida que los estudios antropológicos y genéticos demostraron la uniformidad de la raza humana sin distingos de su origen, ni la clasificación por color de la piel, cabello, ojos u otros rasgos.
Para Aristóteles, el esclavo era un artículo viviente que pertenecía al amo; definió como algo natural poseer un esclavo, la relación entre amo y esclavo era una cuestión determinada por la naturaleza. Defendía que los amos nacen para gobernar por tener un alma intelectiva; y los siervos, dotados de fuerza, nacen para trabajar. Esta concepción se mantuvo hasta el siglo XVIII. Para Hipócrates, las diferencias físicas y temperamentales entre los diferentes pueblos son debidas a factores ambientales como el clima, las fuentes de agua, la elevación y el terreno.
El uso de la raza fue introducido en 1790 por Benjamín Rush, quien, aunque fue un abolicionista y se oponía a la esclavitud, afirmó que la negritud era un tipo particular de lepra; para él, personas de origen africano con la piel oscura eran el resultado de una enfermedad a la que llamaba "negricidad", que podría "blanquearse" con tratamientos médicos.
Mas tarde, en 1857, Josh Nott caracterizó a los esclavos como un fenotipo pertinente para el trabajo duro en condiciones adversas. A lo largo de la historia, el uso y abuso de la raza en la investigación médica ha sido persistente.
La conceptualización del menor intelecto con respecto al hombre blanco se extendió a diferentes ámbitos, como el deporte, al incorporar fórmulas que empleaban criterios raciales, como lo hizo la Liga Nacional de Fútbol Americano para evaluar y resolver demandas por traumas craneales.
El racismo sigue siendo un problema arraigado en nuestra sociedad, a pesar de que en 1999 el Proyecto Genoma Humano (PGH), tras la secuencia del genoma completo, enfatizó que la raza es una construcción social sin base genética, sin diferencias que justifiquen una clasificación racial. Conclusión: "genéticamente, los seres humanos somos iguales", según el PGH.
Las relaciones de una de las revistas médicas más prestigiosas con el racismo, eran complejas. La New England Journal of Medicine (NEJM), fundada en 1812, fue y sigue siendo partícipe y testigo de la evolución de la medicina moderna. Esta revista realizó una autocrítica en años recientes reconociendo su papel en las injusticias históricas en la medicina, al perpetuar desigualdades raciales incluyendo la mención deshumanizante de personas esclavizadas.
A pesar de los avances científicos, la medicina basada en la raza persiste debido a factores históricos, sociales y económicos, como vemos en un artículo publicado en 2020 en el NEJM, que presentó 13 ejemplos de algoritmos de este tipo que utilizaban la raza como factor, lo que podía eternizar desigualdades en la atención médica, con daño potencial para los pacientes no blancos.
Estas injusticias se reflejaban en prácticas como la experimentación médica sin consentimiento informado, o la exclusión sistemática de personas de color en ensayos clínicos, y el acceso restringido a tratamientos y servicios médicos de calidad. En cierta manera podríamos decir que el NEJM fue cómplice en reforzar las ideas de la supremacía blanca.
Un ejemplo de experimentación médica con base racial fue El estudio de sífilis no tratada del USPHS en Tuskegee, investigación clínica de larga duración que llevó a cabo el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos (USPHS) entre 1932 y 1972, en el que un gran número de hombres afroamericanos fueron contagiados y privados de tratamiento para observar los efectos de la sífilis, incluso tras descubrirse la penicilina. Estas prácticas explotaron a poblaciones desfavorecidas, y revistas como la NEJM publicaron estudios que hoy los consideraríamos racistas.
Concluyendo y amparándonos en la Asamblea General de la Unesco de 1978, Declaración sobre Raza y Prejuicios Raciales, declaración que incluyó al Apartheid como uno de los ejemplos de racismo. La Constitución Española deja claro en su artículo 14 que todas las personas son iguales ante la ley sin que prevalezca la discriminación por sexo, raza, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Debo de decir que en nuestra experiencia médica, no hemos observado la práctica de una medicina racista, más todo lo contrario, siempre se le ha dado apoyo al más necesitado, sin tener en cuenta la raza.
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