"La radio estaba más al servicio de la ciudad cuando no era tan potente"

GEOGRAFÍA HUMANA · ALFREDO ASENSI

Una publicación de Almuzara recoge los hechos más relevantes ocurridos en Córdoba desde 1933, año en que inicia sus emisiones EAJ-24, hasta nuestros días, con profusión de fotografías y testimonios

"La radio estaba más al servicio de la ciudad cuando no era tan potente"
Jesús Cabrera

21 de diciembre 2008 - 01:00

LA radio es el medio de comunicación que, de una u otra manera, llega a mayor número de ciudadanos. De este modo, con el paso de los años, llega a formar parte de la vida de todos, y si este periodo de tiempo, como es el caso de Radio Córdoba, alcanza los 75 años, se puede hablar de varias generaciones de cordobeses que forman parte de esta gran familia. Con motivo de esta efemérides, y como complemento a los diversos actos organizados por la Cadena Ser, el periodista Alfredo Asensi se ha encargado de describir el itinerario que sigue la historia de la ciudad de forma parelela a la de la radio.

-¿Después de hacer el recorrido por estos 75 años, en qué ha cambiado Córdoba?

-Ha cambiado una barbaridad. En este periodo hay tres escalones: desde 1933, en que se funda Radio Córdoba, hasta 1966, en que llego a vivir a la ciudad, es un poco provinciana, muy encerrada en sí misma, con poco futuro, con poca vida interior. La Córdoba del 66 en adelante empieza a respirar, a abrirse un poco a la modernidad, pero cuando se nota una evolución importante es a partir de la realización total del Plan Renfe. Es cuando Córdoba se ensancha, abre horizontes, se quitan barreras.

-¿Y la radio ha sabido estar a la altura de cada momento a lo largo de este tiempo?

-Creo que sí. Ahora es al revés. La radio ha sido más radio y ha estado más al servicio de la ciudad cuando no era tan potente como lo es ahora. Cuando tenía una programación netamente local estaba al servicio del acontecer político, social y cultural de la ciudad. Eso, hoy en día, ha ido en disminución. La radio local ha decaído tristemente y ha dado paso a la radio nacional, a las tertulias, a la radio de los divos, etcétera. Como ejemplo personal puedo hablar de que a finales de los sesenta, tenía un programa cultural en Radio Popular, que se llamaba Caleidoscopio, donde el mundo cultural estaba reflejado y me faltaba tiempo, pese a tener 15 o 20 cuñas comerciales. Estábamos en todos sitios y transmitíamos todo lo que había que transmitir. La impronta que tenía antes la radio al servicio de la sociedad, con los planteamientos actuales de las cadenas, al no quedar tiempo local, la radio puede hacer poco.

-¿Pero no es una paradoja que al existir ahora una mayor oferta, un mayor número de frecuencias, haya mayor homogeneidad en la radio?

-Hay muchas frecuencias que están dedicadas a la radiofórmula y sólo emiten música. Está muy bien, pero no hay nada más que música. La radio comercial tiene de programación local una hora por la mañana y media hora por la tarde. A mi se me dio la paradoja en Antena 3 de retransmitir una corrida de toros y tener que cortar a las siete de la tarde para conectar con Sevilla, que hablaban de una romería donde iban los toreros que estaban en la plaza de Córdoba. La gente llamó por teléfono para decir que si estábamos locos. Está todo tan mediatizado con los horarios que impone la cadena que la radio local deja mucho que desear.

-¿Qué futuro ve a esta situación?

-La radio como medio de comunicación ha vencido a su gran rival que era la televisión y ya tiene su sitio preeminente. La radio va a prevalecer por los siglos de los siglos. La inmediatez, la compañía en cualquier lugar y en cualquier momento que da la radio va a ser inmortal.

-La radio es voz, pero en este libro se conjuga la palabra escrita con la imagen de las fotografías.

-El libro plasma lo que la radio no puede hacer. El texto está trabajado, meditado, investigado con tiempo, con posibilidades de corregir. Todos sabemos lo que es la inmediatez de la radio y me ha satisfecho hacer este libro porque he podido hacer lo que no se puede hacer en la radio. Aquí ha habido tiempo para buscar una fotografía, para identificar a sus protagonistas, para ver cómo era la moda en aquel momento, etcétera.

-¿Con qué momentos se queda en este repaso a los últimos 75 años de historia de la ciudad?

-Me ha impactado volver a encontrarme con noticias de las que hasta cierto punto fui testigo. Hay noticias gozosas, simpáticas, como la ocurrida en 1973 cuando Emilio José ganó el Festival de Benidorm con Soledad. Lo que no se sabe es que esa canción prácticamente nació en Córdoba, en un piso de la avenida de Granada, donde recibía a Emilio José cuando venía a Córdoba en plan bohemio con sus amigos. Una noche, dijo que se iba a presentar al concurso y entre las muchas que cantó decidimos que fuese Soledad. Estaba sin perfilar, en un tiempo la terminó y fíjate hasta donde llegó.

-¿Frente a estos momentos positivos también habrá otros negativos?

-Uno negativo unido a otro positivo fue el ocurrido en enero de 1978, con el incendio de La Merced, una cosa realmente triste y lamentable. Me llamaron de Radio Popular para que hiciera una crónica del suceso y me pillaron en el hospital porque acababa de nacer mi hijo Alfredo. Otro hecho que me impactó enormemente fue en 1989 el parricidio de Álvaro Bustos. Lo conocía de años atrás, de un programa musical que tenía en la COPE. Formaba un dúo con José María Caballero. En aquel tiempo pasó por Córdoba el director general de CBS, Tomás Muñoz, a quien le dije que tenía un dúo que le podía interesar. Lo escuchó y me dijo que quería que fuesen a Madrid la semana siguiente. No se llegó a realizar porque José María pensó que iba a ser negativo para sus estudios y la CBS pensó que Álvaro podía formar parte del grupo Trébol. Él sale en la portada del disco, pero no llegó a grabar la canción Carmen, porque ya estaba grabada. Álvaro tenía una presencia maravillosa y podía haber sido alguien importantísimo en el mundo de la música, tanto por su presencia, como por su voz y su forma de ser. Le hubiera hecho sombra al mismísimo Miguel Bosé, estoy completamente seguro. A partir de estar en Madrid se convirtió en una persona bohemia, con amores distintos y me enseñaba canciones en las que el diablo casi siempre estaba presente. Se fue a Alemania y cuando volvió me llevó a Antena 3 una canción llamada El Diablo que me repelía y le dije que no me gustaba. Una semana antes del parricidio estuvimos hablando de que su tiempo para la música ya había pasado. Me comentó que quería montar una empresa para arreglar radios y televisores y a la semana ocurrió el suceso. Cuando me enteré paseé unos días tristes como nadie se puede imaginar. Hay otras noticias tristes, como el accidente del autobús en Los Villares. Fue en 1981 y murieron cuatro escolares y un profesor. Esto lo viví en primera persona desde la comodidad del locutorio pero con los nervios y la responsabilidad de informar sin tener los medios que hay hoy de localizar la noticia.

-A lo largo de este libro, además de hechos hay también personas. ¿Cuáles destacaría?

-Tengo unos testimonios muy bonitos, aunque es un tema muy conocido en Córdoba, de la Chiquita Piconera, de María Teresa López. Gocé de la amistad de esta mujer necesitada de amistad, de cariño. Una de las veces que estuve en su casa haciéndole una entrevista me regaló una foto que aparece en el libro en la que ella lleva los mismos pendientes que Julio Romero de Torres le hacía poner cada vez que la pintaba. Imagínese cuál sería mi emoción cuando tuve esos pendientes en la mano y me dijo que me los quedara. Tontamente no me los quedé, preferí la foto.

-¿Qué papel juega 'Radio Córdoba' dentro de los medios de comunicación locales?

-Radio Córdoba fue el no va más hasta la llegada de las nuevas emisoras. Hasta 1965 en que viene La Voz de Andalucía y Radio Popular en 1966, fue el faro que expandía la vida social, política, cultural de la ciudad. He oído hablar de los programas que hacían en el salón de la calle Alfonso XIII o las emisiones de Radio Chupete, donde no pocos actores y cantaores de flamenco estuvieron allí. Tengo el testimonio de Ángel Carmona, que fue quien se inscribió con el número uno en el Concurso Nacional de Arte Flamenco en 1956. Tuve en mis manos esa lista, escrita a mano por Ricardo Molina, y conseguí localizarlo. Vive ahora en Cataluña y tuvo una incipiente carrera artística bajo el nombre de Jilguerillo de Córdoba. Pues este hombre me hablaba maravillas de Radio Chupete, que fue donde se inició. Después la audiencia se repartió con La Voz de Andalucía y la COPE hasta 1982. En esos años de compartir frecuencia también dio un grito musical con la frecuencia modulada que fue una ruptura con todo lo que se hacía en onda media.

-¿Y todo esto lo vivía usted desde la competencia, desde 'Radio Popular'?

-Sí, pero era una competencia sanísima, de verdad. Nos veíamos siempre los mismos en los mismos lugares. La competencia existía porque cada uno quería hacer las cosas lo mejor que podía. Mis adversarios en el terreno musical eran Francisco Solano Márquez, en La Voz de Andalucía, y en Radio Córdoba me tenía que batir el cobre con primeros espadas como Paco Ortega, Paco Vargas, y en menor medida, porque estaba en informativos, con Rafael López Cansinos. En la parte deportiva también teníamos nuestras cuitas, porque se radiaban los partidos en las tres emisoras y los mismo coincidíamos en La Coruña o en Burgos y allí nos veníamos con López Cansinos o con Salvador Carrasco.

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