"El deber de mantener vivo el recuerdo": 27 años de las policías de Córdoba asesinadas en el atraco al Banco Santander
Memoria de Córdoba | 18 de diciembre de 1996
La ciudad rinde homenaje a las dos agentes, Marisol Muñoz y María de los Ángeles García, en el monolito a su memoria
Las imágenes de la ofrenda floral a María de los Ángeles García y María Soledad Muñoz, policías locales asesinadas en acto de servicio en 1996
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La ciudad de Córdoba, 27 años después, sigue recordando una de las páginas negras de su historia reciente, como si fuera ayer. Era 18 de diciembre de 1996 cuando las dos agentes de la Policía Local, María de los Ángeles García (40) y Marisol Muñoz (36), fueron asesinadas por Claudio Lavazza, un autoproclamado anarquista italiano, que había atracado minutos antes el Banco Santander de la calle Gondomar.
Los años pasan, pero nadie se olvida de aquel trágico suceso que también dejó a Manuel Castaño, un vigilante de seguridad, en silla de ruedas para el resto de su vida.
Familiares de las víctimas, agentes en activo, compañeros ya jubilados, y representantes institucionales de entonces, como Rafael Merino (alcalde en aquel 1996), y de hoy, se han convocado este lunes, un año más, junto al monolito que guarda memoria a las dos policías en la Acera de Guerrita. Allí se ha guardado un minuto de silencio, se ha rezado un padre nuestro y se han depositado ramos de flores. Un homenaje sencillo, como piden los familiares.
"Nuestro deber es mantener vivo el recuerdo porque forma parte de una desgraciada historia, pero que es historia de la ciudad y no podemos olvidarla", ha manifestado el alcalde de Córdoba, José María Bellido, anotando que "es deber de todos que transmitamos lo que ocurrió a las siguientes generaciones, para que no se nos olvide que hubo dos policías locales que dieron su vida por todos".
"Pasen los años que pasen, el cuerpo de la Policía Local de Córdoba recordará día tras día y año tras año a nuestras compañeras", ha añadido el jefe de la Policía Local, Antonio Serrano.
Los hechos
Aquel día "amaneció gris, oscuro, frío", recuerdan quienes lo vivieron, como preludio a lo que terminaría sucediendo. La banda de la nariz, el grupúsculo que formaba Lavazza junto a otros tres criminales italianos, planearon atracar la sucursal del Banco Santander, cerca de Las Tendillas, en la fachada donde actualmente hay un establecimiento de cosmética.
"Las cosas se fueron complicando poco a poco", contó Castaño, entonces con 18 años, que aquel día no le tocaba trabajar como vigilante, pero recuerda que relevó el turno a un compañero. Tampoco estaba previsto que se tuviera que bajar del camión de la empresa, pero ocurrió así -"aunque no le doy vueltas a eso", afirmó hace pocos años rememorando los hechos- y entró al interior de una sucursal en la que se encontró una escena de película con los atracadores encapuchados y el resto del mundo en silencio.
Tras salir de la sucursal, La banda de la nariz, que robó un vehículo a punta de pistola en la misma plaza de Las Tendillas, utilizó a Castaño como rehén para la huida a la desesperada y, posteriormente, como escudo humano durante el tiroteo que se produjo entre efectivos policiales y los atracadores. Se registraron disparos a la altura de la calle Los Omeyas, donde hubo cuatro heridos, entre ellos el guardia jurado.
Tres disparos de bala, por parte de la policía, recibió en el intercambio: uno en el hombro, otro en el brazo y un tercero, el más fatídico, que le atravesó el estómago. Manuel siempre cuenta que estar tirado en el suelo le salvó la vida porque, si no, podría haber recibido los disparos en la cabeza y haber muerto.
Con posterioridad, el tiroteo continuó a la altura de la Ermita del Pretorio, donde un coche de la Policía Local pretendía interceptar el turismo en el que huían los atracadores. En ese momento, uno de ellos descendió del vehículo y, de pie, junto al coche patrulla de la Policía Local, ametralló a las agentes a quemarropa. De hecho, las dos mujeres ni siquiera tuvieron tiempo de bajarse del coche.
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