Redes sociales y las herramientas digitales: una adicción que no se ve

Nuevas tecnologías

Tener la necesidad de compartir todo, de aumentar continuamente los seguidores, cuando se usan a pesar de hacer otras actividades, entre las claves que detectan una dependencia de las redes

El uso en las pantallas desde los más pequeños

Dos pequeños frente a las pantallas de dispositivos móviles. / El Día

El aumento de usuarios activos en redes sociales crece como la espuma. Según el último informe de Hootsuite y We are Social, el número total de usuarios de plataformas sociales en todo el mundo es más de 4.600 millones de personas, es decir, casi el 60% de la población mundial está conectado a las redes.

Las redes sociales forman parte del día a día, se han convertido en una herramienta indispensable para muchos, incluso es una forma de trabajo para otros. Gran parte de la población pasa el día con la cabeza agachada y la vista fijada en la pantalla del móvil. Este escenario tan cotidiano puede llegar a ocasionar efectos negativos que aparentemente no son tan fáciles de distinguir.

Aunque un alto porcentaje de usuarios utilice las redes por obligación, la mayoría lo hace por puro entretenimiento. Todas las generaciones tienen presencia en redes sociales, aunque cada vez más, los profesionales están notando que el uso de estas herramientas comienza a una edad muy temprana.

La generación Z, también llamada la generación del internet, está creciendo con los dispositivos móviles a su alcance, por lo que desde muy pequeños asientan relaciones con las pantallas. Es muy común que desde una temprana edad a los niños se les calme o se le entretenga poniéndole una pantalla delante. Un hecho que aunque ayude en un momento puntual, a largo plazo, los pequeños pueden desarrollar efectos negativos. A pesar de que los menores tarden más en crearse una cuenta personal en alguna red, el acceso a las herramientas digitales a través de los móviles de sus progenitores hacen que desde un principio les resulte llamativo el uso de las nuevas tecnologías.

"A pesar de que antes de los 14 no podrían según normativa acceder a redes sociales, lo cierto es que desde incluso los 11 o 12 años ya se abren perfiles en diferentes redes sociales", así lo ha indicado la psicóloga de asociación LAR de Córdoba (Ludópatas Asociados Rehabilitados), Ángela Muñoz.

La profesional de la psicología hace referencia a un estudio realizado por la Universidad Camilo José Cela (2018) en adolescentes escolarizados en la ESO, donde se muestran, entre otros datos, que más de la mitad de la población encuestada hace un uso problemático del móvil, el 28,4% muestra un uso de riesgo, el 21% un uso abusivo y el 8% presenta dependencia. Y además, el 43,5% de los adolescentes presentan una conducta problemática en el uso del WhatsApp, el 21% hace un uso de riesgo y el 8% indican dependencia.

Instagram y Tiktok son las redes preferidas de los jóvenes, que son capaces de pasar varias horas delante de las pantallas navegando entre likes y mensajes, pero, ¿en qué momento se crea una dependencia? Desde LAR, Muñoz enumera una larga lista de factores que hacen sospechar que el uso de las redes es inadecuado.

Iconos de redes sociales. / El Día

Cuando sienten abstinencia en los momentos en los que no pueden acceder, es decir nerviosismo e impaciencia cuando no tienen acceso o se les priva del mismo, cuando entrar en redes es lo primero que hacen al levantarse y lo último antes de irse a dormir. Cuando se accede a las mismas y se utilizan constantemente a pesar de estar realizando otras actividades (andando, conduciendo, comiendo, realizando las tareas de la casa o de la escuela...). Otro síntoma es tener la necesidad de compartir todo lo que se vive a lo largo del día, todos los lugares en los que se está, los pensamientos y emociones. Comparar la vida propia con lo que se ve en los perfiles de otras personas pensando que la de los demás es mejor, tener la necesidad de aumentar continuamente seguidores y recibir los máximos likes posibles, y si no es así ser invadido por sentimientos negativos o cuando pasan más tiempo comunicándose a través de redes sociales con amigos y familia que en persona y de hecho así lo prefieren.

¿Cómo tratar esta adicción? "Primero, prevención", indica Muñoz. "Es fundamental informar a madres y padres del peligro existente y que tengan las recomendaciones y pautas a seguir para evitar futuras adicciones conductuales, como son estas de las que hablamos".

La mayoría de programas de prevención van dirigidos a jóvenes escolarizados, sin embargo, si las familias no disponen de la información necesaria y no conocen la forma de actuar ante diferentes escenarios "difícilmente esos chicos y chicas podrán controlar en un futuro el uso que hacen de estas herramientas", narra la psicóloga.

"Es necesario animar a madres y padres a que acudan a los lugares de asesoramiento y que se informen antes de decidir cuándo es el momento de ofrecer una pantalla como opción de entretenimiento". La psicóloga aclara que cuando ya existe una adicción o el problema se agrava, hay que acudir a profesionales para iniciar un tratamiento psicológico.

Es por eso que se precisa de un papel colaborativo de las familias para que los jóvenes puedan admitir esa dependencia y, por consiguiente, consigan desengancharse de las redes. El psicólogo y director del gabinete Ítaca, Miguel Valenzuela, incide en que "depende muchísimo de los entornos sociales y familiares, de lo que se le pueda ofrecer al joven como sustitutivo de ese tipo de comportamientos".

La necesidad de implicar a las familias es imprescindible para que colaboren con las nuevas rutinas y actividades que los adolescentes empiezan a descubrir una vez que dejan de lado las redes. "Tenemos que enseñar que hay otras opciones que pueden dar una mayor gratificación personal", afirma el psicólogo.

Valenzuela comenta que "la mayoría de los problemas que llamamos psicológicos son problemas de interrelación personal, alguien que tengan bunas relaciones sociales, esté a gusto con su entorno familiar, de trabajo y con las amistades, difícilmente va a estar refugiándose en redes sociales".

Los jóvenes que no tengan una vida social activa la buscan por las redes. Aunque no sean capaces de generar interacción con otras personas, si consiguen encontrar este reciprocidad en internet. "Suelen recibir situaciones de reforzamiento que a lo mejor en su vida personal no tienen", aunque estas acciones pueden tener detrás "trastornos de conducta alimentaria, depresivos o de ansiedad, porque te comparas con modelos que consideras reales y eso es muy frustrante", ha expresado el profesional.

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