Relojería joyería Suiza: un negocio comprometido desde 1866
Comercios con historia
Las hermanas Velasco Pascual están al frente de negocio actualmente, donde siguen manteniendo la esencia y los arreglos que implementaron desde el principio
Sombrerería Rusi: legado familiar, tradición, artesanía y un taller más que centenario
Hay que viajar hasta 1866 para conocer los inicios de este la Relojería joyería Suiza, cuando Agusto Campicci o Augusto Campiche inauguró la primera relojería suiza en Córdoba, que en aquel entonces estuvo ubicada en la antigua plaza de Las Tendillas. El fundador no tenía hijos y decidió que el negocio lo heredase su sobrino Herman Piaget Drox; vino acompañado de su familia, pero finalmente fueron padre e hijo los que se hicieron cargo del comercio. Mucho después fueron los hermanos Velasco Bonilla los que se situaron al frente del lugar. Y actualmente, este comercio está ubicado en Claudio Marcelo, 17 y lo regentan Inmaculada y Eva María Velasco Pascual, que cuentan que incluso en los comienzos de sus padres y tío, la anterior dueña seguía visitando el establecimiento cada poco tiempo. La relojería joyería sigue manteniendo la esencia que en aquellos entonces crearon sus fundadores, aunque han introducido nuevos servicios para llegar a más público.
De ese nacimiento que llegó a las calles de Córdoba en 1866 se siguen conservando diferentes aspectos, algunos tangibles, algunos no tan tangibles, pero que son sinónimo de acompañamiento al cliente en todas las fases de la vida. De los aspectos más tangibles que pueden existir, el actual establecimiento sigue conservando los mismos muebles. También se mantiene una determinada forma de trabajar y los materiales, pero están ampliando sus servicios. El suelo y unas lámparas de "toda la vida" también mantienen el sabor del establecimiento.
Según explican las dos hermanas, en tiempos anteriores era su padre el que se hacía cargo del taller y su madre atendía al público. Su progenitor era engastador, se dedicaba a hacer joyería tanto de alta gama o como más de diario. "Nosotras es que hemos estado en talleres trabajando, en el taller de mis padres. Desde chicos los hermanos nos hemos criado en él, aquí teníamos antes el taller de relojería. Estaba arriba, tenían su taller y estaban los relojeros arreglando allí los relojes, pero es que ya no hay tantos relojes que arreglar. Por eso también vienen a nosotros, porque tenemos muchas piezas de recambio para relojes. Hay una foto en la puerta, que nosotros tenemos piezas de relojes concretas".
Ya no conservan el mismo taller, pero siguen manteniendo el servicio de reparación. "Desde un marco de plata a una soldadura". Tal y como cuentan estas hermanas, el público viene atraído por las piezas que difícilmente encuentra en otro establecimiento y "tenemos acceso a lo que hoy en día no tiene nadie". Pero como en todos los negocios existe meses muy buenos, y otros más difíciles de llevar, las navidades y los meses de comuniones y bodas suelen ser de gran trabajo. Corroboran que el verano sigue siendo una etapa mala para los comercios. "Estamos metiendo muchas cosas de regalo, figuras de santos y cosas de bebé para que tengamos un surtido además de lo que ya teníamos".
La cercanía que genera un comercio local se refleja en el elevado número de clientes que llevan acudiendo toda la vida, en una tradición que pasa entre generaciones de la misma familia. "Tenemos clientes que llevan toda la vida comprando, pasan por la calle y nos dicen muchas veces 'mi primer reloj me lo compró mi madre aquí'. O 'yo vengo aquí porque mi madre antiguamente compraba aquí". Eva también indica que en ocasiones siguen realizando apartados, "lo hacemos para que puedan pagarlo poco a poco, eso ya no lo hacen. De hecho, tenemos clientes que son bastante mayores y no pueden venir hasta aquí. Tienen tanta confianza con nosotros que te dicen, 'necesito esto' y nosotros cogemos y se lo llevamos a su casa. Ellos lo agradecen mucho". "Nosotros ponemos pilas, pero hay cosas que nosotros no podemos hacer, para eso hay especialistas, que también se están perdiendo".
También, como indican desde el establecimiento, se está perdiendo el amor por el reloj "hay muchos móviles y hay muchos relojes digitales, pero al mismo tiempo también están desapareciendo las personas que reparan los relojes, es un trabajo que ya muy pocos saben hacer". Respecto al relevo generacional, las hermanas aún lo desconocen "mis padres a esto le tienen mucho cariño, porque pusieron esto con mucha ilusión, lo que pasa es que la vida va pasando. Su ilusión es que por lo menos las que quedamos aquí nos jubilemos, es la ilusión de su vida. Han luchado mucho para que esto siguiera".
Un negocio que pase el tiempo que pase, sigue haciendo historia en la muñeca y en los recuerdos de muchos cordobeses.
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