Retos éticos de la inteligencia artificial en Medicina

Humanidades en la Medicina

La integración de la IA en el ámbito médico representa un avance tecnológico prometedor y, al mismo tiempo, plantea desafíos éticos significativos. ¿Servirá para liberar tiempo que dedicar al paciente?

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Una imagen sobre inteligencia artificial generada con el sistema Dall-E / El Día

21 de julio 2024 - 06:59

En el campo de la Medicina, el avance de la Inteligencia Artificial plantea cuestiones éticas que no deben ser pasadas por alto. Aunque la IA promete mitigar errores y mejorar decisiones en áreas tan complejas como la comunicación con los pacientes, donde intervienen emociones y habilidades humanas esenciales, sigue siendo incapaz de replicar completamente la complejidad del comportamiento humano.

La integración de la IA en el ámbito médico representa un avance tecnológico prometedor y, al mismo tiempo, plantea desafíos éticos significativos que requieren una reflexión profunda. En un mundo donde la pérdida de la privacidad es alarmante, es crucial explorar cómo la IA puede transformar la práctica médica y cómo debemos manejar sus implicaciones éticas y sociales.

En el comienzo de la evolución científica del siglo XX, desde Max Planck, que sentó las bases de la mecánica cuántica en 1900, pasando por Albert Einstein, en 1905, su annus mirabilis (año de milagros), podríamos decir que el siglo XX se comportó como una revolución científica tanto en la física como en otras materias, como química, genética y antropología, con una interacción necesaria entre ellas. Lo que en palabras de Newton representa “pararse sobre los hombros de gigante”, acumulando y gestionando el conocimiento que permite el progreso futuro. Para Einstein, la ciencia progresaba de forma acumulativa, a través de una evolución constante, no a través de procesos disruptivos con el pasado.

No olvidemos que todo progreso se hace a base de pagar un canon que vemos con posterioridad, como ocurre con algunos avances que provocan una acción contraproducente como son la emisión de gases con efecto invernadero. ¿Puede pasar algo parecido con la IA? Cuando balanceamos daños y beneficios de la IA generativa, está claro que la inclinación de la balanza debe ser hacia la ganancia y el rendimiento de la misma.

La Unión Europea ha dado un paso con el Reglamento del Consejo por el que se modifica el Reglamento (UE) 2021/1173 ante la falta de regulación existente para que se desarrolle de manera ética, segura y respetuosa con los derechos fundamentales de las personas.

Esta ciencia aplicada está acelerando el ritmo de la investigación para la exploración científica, teniendo en cuenta que la tecnología no nos hace más sabios. E igualmente no podemos vivir en la burbuja del presente sin el conocimiento de la historia, porque nos haría más vulnerables, con la pérdida de individualismo, y nos arrebataría el pensamiento crítico.

En la actualidad y apoyándonos en la IA, estamos en el camino de la medicina personalizada o Medicina 4P (Predictiva, Preventiva, Personalizada y Participativa), lo que nos llevaría a la medicina de Precisión (Quinta P), pero admitiendo un potencial de errores con problemas éticos, violación de datos, plagio, falseo de artículos científicos y toda la gama de malversaciones personales deliberadas; todo esto lo facilita especialmente el ChatGPT y similares, así como la creación de software de IA que también pueda fabricar gráficos e imágenes con fines deshonestos. Recordemos al fotógrafo alemán Boris Eldagsen que ganó el prestigioso premio Sony World Photography Awards con una imagen que había sido generada con IA, se autoinculpó y rehusó el galardón.

La IA se utiliza de forma eficiente en la medicina, no solo por parte de los médicos, sino también por parte de los pacientes que en un futuro optasen por el modelo de Medicina 4P para realizar un seguimiento de su salud. Una de las primeras aplicaciones fue la monitorización del electrocardiograma (ECG) para la detección precoz de la fibrilación auricular. Con respecto a la radiología, la radiómica aprovecha las imágenes médicas habituales para extraer singularidades digitales ocultas y engastadas en la imagen que ponen de relieve la historia biológica del tejido analizado. 

La recopilación y verificación de grandes cantidades de datos permiten el aprendizaje y la detección precoz de problemas de salud, pero también multiplica los riesgos de la desinformación en salud, con imagenología y textos falsos, según un análisis del Instituto #SaludsinBulos y la Red de Alfabetización para la Salud.

En un estudio realizado por la Universidad de Lancaster (Reino Unido) se demostró que, con IA, “el texto, el audio, la fotografía y el vídeo sintetizados se están convirtiendo en armas con el propósito de crear imágenes íntimas no consensuadas, fraude financiero y campañas de desinformación”. En su inspección detectaron que los rostros sintetizados por IA “son indistinguibles y más confiables que los rostros reales”. Como hemos advertido anteriormente, el ChatGPT puede ayudar a realizar diagnósticos más precisos, elegir mejor tratamiento y preparar investigaciones en salud, pero también incluyen falsedades como ha puesto de manifiesto un análisis del Instituto de Investigación Biosanitaria de la Universidad de Granada. Esto crea el problema de la admisión de los artículos científicos, en los que los editores y revisores tendrán que verificar su exactitud íntegra e ir referencia por referencia, trabajo arduo y escabroso.

La Red de Alfabetización en Salud y el Instituto #SaludsinBulos han elaborado una serie de recomendaciones para elevar el pensamiento crítico entre la población e identificar la desinformación en salud. Una de las herramientas estaría en el Hackathon de Salud como desarrollo colaborativo para concienciar, identificar y contrarrestar los bulos en salud, al mismo tiempo que implementaría resultados basados en la IA.

Las preguntas que podemos hacer son: ¿Pueden las aplicaciones basadas en la IA y el aprendizaje automático convertirse en liberadoras del tiempo que se dedica a la documentación y así poder dedicar más tiempo a los pacientes? ¿Pueden hacer una pregunta clave para ayudar en el diagnóstico diferencial? ¿Pueden esquivar los algoritmos de IA y aprendizaje automático, para que prevalezca el pensamiento crítico del médico? ¿Están traspasando los atributos humanos? La IA aún está lejos de sentir esa subjetividad carnal como es captar el amor, pretender la respetabilidad, percibir angustia, la nostalgia o la burla.

La IA juega un papel importante como herramienta para las personas, ayudando a plantear hipótesis, pero su itinerancia debe ser procesada por la maravillosa computadora de nuestra cabeza, esto es, mantener un enfoque crítico sobre sus competencias para aprovechar ética y eficazmente su poder.

Pensemos en que la IA y el aprendizaje automático harán posible que los profesionales de la salud hagan mejor su trabajo y dejarán tiempo para las interacciones humanas que hacen que el ejercicio de la medicina tenga un valor humanizante.

Y esperemos que no se cumpla una de las frases de Albert Einstein: “Temo el día en el cual la tecnología sobrepase nuestra interacción humana. El mundo tendrá una generación de idiotas”. Cada día que pasa, es posible que esté más próximo.

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