Rosa Galán: la ilusión de los pequeños detalles

Comercios con historia

Este negocio comenzó su andadura en 1976 y ha tenido hasta cuatro establecimientos en las calles de la ciudad

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Rosa Galán en su comercio
Rosa Galán, en su comercio. / Juan Ayala

Córdoba/La historia de este comercio, en un principio, fue escrita por tres vértices, ya que sus primeros fundadores y regentes eran Belmonte, Galán y Alba en 1976. Estos les dieron su nombre al negocio, que trancurrió con normalidad durante unos años. De estos tres socios, con el tiempo solo quedaron dos. En aquel entonces, fueron Franscisco Alba y José Galán los que decidieron continuar con el negocio y coger las riendas de la gerencia del mismo. Esto sucedió en 1990 y, como cuenta la gerente de la actualidad, estos dos empresarios formaron Galan y Alba SL. Vivieron tiempos prósperos y consiguieron tener hasta cuatro establecimientos en las calles de Córdoba, donde dieron empleo a un buen número de trabajadores, fomentado así el comercio local.

En 2009, Rosa Galán cogió el relevo de este comercio. Aunque tuvieron hasta cuatro tiendas en las calles de Córdoba, la hija de uno de los fundadores solo regentó la de la Calle Sagunto y la de Gran Vía Parque. En el 2015, cerró la del barrio de Ciudad Jardín y decidió abrir otra en el Centro de la ciudad durante un año. Pero no dio los frutos que pretendía y decidió cerrar el establecimiento.

Comercio Rosa Galán
Comercio Rosa Galán / Juan Ayala

Ahora, la gerente se ve involucrada de manera exclusiva en el local de Sagunto, donde aún sigue latiendo y luchando por sobrevivir en el comercio local. Concretamente, este establecimiento lleva desde 1991 dedicado a su especialización en grifería y desde que Rosa lo regenta, también a la decoración. Aunque lleva dos décadas al frente del negocio, es cierto que su vida en un momento fue por otro camino ya que es graduada social. Pero todo dio un giro cuando se mudó a la oficina con su padre. Allí fue donde comenzó su vínculo con la empresa y lo que propiciaría que fuera ella la que protagonizara el relevo generacional en el negocio.

En 2008, los fundadores decidieron retirarse y le ofrecieron a Rosa la posibilidad de quedarse con el establecimiento, algo que aceptó. Con su llegada, el catálogo también vivió una transformación. “Yo puse un poco más de decoración, metí las velas, velas aromáticas y he tenido toda la parte de estas cosas”, comenta.

Sobre la dificultad de abrir la persiana cada día, Galán insiste en que “hay que tener en cuenta que esto es una tienda que ya está, pero también es difícil quedarte con algo que ya está. El relevo es complicado”. Los antiguos fundadores eran fontaneros, que aunque vendían muebles, ellos sí podían hacer arreglos; ella, por su parte, maneja más la decoración y los detalles, pero no puede ofrecer un servicio tan completo como lo hacían anteriormente.

“Yo siempre voy a depender de alguien que es lo que yo no quería, porque yo necesito a alguien que lo monte. Antes lo tenía en plantilla, ahora no puedo mantenerlo, dependes de una persona y estoy más limitada", comenta.

La comerciante hace hincapié en que en pleno 2025 la mano de obra de toda la vida también falla. Ya no hay tantos fontaneros, albañiles, cuesta mucho trabajo encontrar un profesional que solvente estos arreglos. “Tengo que depender de que ellos tengan su tiempo, te cuesta más cuadrar y dar el servicio que quieras dar”, incide.

Respecto a la competencia, Galán explica que es muy complicado: “¿Qué hace una tienda pequeña con esa competencia? Me defiendo, voy saliendo, pero ya te cansa mucho. Estás muy agotada. Lo he luchado un montón, he puesto tienda, página web, aunque no para venta porque te exige mucho. Además que una tienda pequeña no puede asumir devoluciones así porque sí”.

Rosa Galán en su comercio
Rosa Galán en su comercio / Juan Ayala

Sobre el tipo de cliente que para esa este comercio tan especializado, destaca que “es gente del barrio sobre todo, porque se conoce de toda vida, aunque cuesta luchar contra todo lo que hay”. Galán señala que una de las grandes oportunidades de este comercio, y también ventaja, es que ha estado en varios sitios, "tuvo su momento y nos dio a conocer muchísimo".

"Tengo mucha clientela de Ciudad Jardín que aún viene aquí. La clientela suelen ser de mediana edad, la gente más joven no suele dirigirse a las tiendas, ya que desde los móviles ven todo. Así que o te adaptas a eso, o te quedas atrás. Mi producto es tan amplio que yo no puedo competir”, relata.

Sobre la situación de los pequeños comerciantes, Rosa señala que "nunca" se ha considerado empresaria: "Me he considerado autónoma, es una lucha diaria, abrir la persiana cuesta mucho. Cuando ellos empezaron no había tanto. Ten en cuenta que en su momento una tienda específica de baño no había, eso ayudó”.

Ella pone el foco en tener repuestos de diferentes objetos , pero sabe que de eso no se puede vivir, "porque tendemos a querer cosas nuevas". Aunque le cuesta y ha luchado por sobrevivir y seguir siendo parte de los comercios locales de la Viñuela, se plantea el cierre este año. “He querido tener un futuro, pero es que de un par de año para atrás he notado la vuelta de tuerca otra vez. Yo creo que cierro ya. No es fácil tomar la decisión, pero creo que se plantea. Llega un momento que es sufrimiento", lamenta. Explica que "se ha perdido el diario, las tardes se han vinculado a estar en casa con los móviles y se pierde pasear por las tiendas de toda la vida".

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