Una ruta para descubrir la presencia de San Rafael en Córdoba

Festividad del Custodio

Desde que aquel 7 de mayo de 1578, según cuenta la tradición, el arcángel le jurara al padre Roelas que velaría eternamente por una ciudad que limpió de la peste, su presencia en ella ha ido creciendo en presencia y en amor

La imagen de la San Rafael pasa en procesión junto a uno de los triunfos que le ha dedicado la ciudad.
La imagen de la San Rafael pasa en procesión junto a uno de los triunfos que le ha dedicado la ciudad. / El Día

En Córdoba, "San Rafael es la presencia constante: está en el azulejo del patio, en la estampa de la cartera o en el fondo de pantalla del móvil, en el llavero y en el imán de la nevera, en la medalla del niño y en la mesilla de noche, en el salpicadero del coche y en la lápida del cementerio. Está en el rótulo de la furgoneta y en el luminoso de la tienda, en el nombre del chalet y sobre una columna en el jardín de la parcela". Muchos cordobeses y cordobesas llevan su nombre.

Estas certeras palabras son del alcalde de la ciudad, José María Bellido. Forman parte del pregón que, organizado por la Federación de Peñas Cordobesas en honor a su patrón, el regidor proclamó el pasado jueves con motivo de la festividad de San Rafael. El arcángel San Rafael es el Custodio de Córdoba desde la Edad Media. Cuando media Europa fue devastada por la peste y miles de personas perdieron sus vidas como consecuencia de esta epidemia, toda la ciudad se encomendó a San Rafael y, como si fuera prácticamente un milagro, la peste causó poco daño entre los cordobeses.

Desde entonces, San Rafael es presencia constante en Córdoba. San Rafael vive en Córdoba en cuerpo y alma, y de muchas formas distintas. Vive en el callejero -en la plaza de San Rafael, en la avenida del Arcángel y en la calle Custodio, además de en las calles Roelas (fraile a quien la leyenda cuenta que se le apareció San Rafael cuando la peste asolaba la ciudad), Cinco Caballeros (Marcial, Junuario, Fausto, Zoilo y Acisclo, todos ellos mártires cordobeses de finales del siglo III y principios del IV, de los que la leyenda destaca que también se le aparecieron al padre Roelas) o Siete de Mayo (día en el que Roelas se encontró con San Rafael-. El Custodio vive también en el deporte de la ciudad, pues tanto el antiguo estadio de fútbol como el actual en el que juega el Córdoba C. F. se llama El Arcángel, presidido además por su figura.

Imagen que corona el triunfo de San Rafael de la Puerta del Puente.
Imagen que corona el triunfo de San Rafael de la Puerta del Puente. / El Día

Los triunfos

También el Custodio vive en los templos que tiene dedicados en Córdoba, como el convento de San Rafael, construido en 1.725, de estilo mudéjar y que también cuenta con capiteles de origen romano, visigodo e islámico; la iglesia de Campo Madre de Dios, construida a principios del siglo XVII bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael, y la Basílica del Juramento, levantada en 1806 en el barrio de San Lorenzo en el lugar donde se cree que el arcángel San Rafael se apareció al padre Roelas en 1578, jurándole custodiar la ciudad.

El Custodio vive en los numerosos triunfos que hay repartidos por las calles y plazas de la ciudad. La estructura de estos monumentos, que se remontan al siglo XVII, suele ser simple: la imagen del arcángel, portando sus atributos -el pez y la calabaza- coronando una columna o un pilar elevado sobre pedestal, aunque en algunas ocasiones, como el Triunfo de San Rafael de la Puerta del Puente, construido por Miguel Verdiguier, la arquitectura es mucho más elaborada. Solían cerrarse con rejas y adornarse con faroles, que en muchas ocasiones eran el único punto de luz del lugar donde se alzaban.

El origen de esta tipología se encuentra en el propio arte barroco: este movimiento, llamado de la Contrarreforma en su vertiente religiosa, incentivó la devoción a las distintas advocaciones católicas a través de las imágenes, en contraste con el rechazo a las mismas de la reforma luterana. Es ahí donde cobra sentido el triunfo, como una exaltación de la devoción cordobesa al arcángel.

El más antiguo es el del Puente Romano, de Bernabé Gómez del Río y que se remonta a 1651. Cuenta la tradición que fue incorporado a dicho puente en su pretil, para bendecir a todos aquellos visitantes que salían y entraban por la Puerta del Puente.

El Triunfo de San Rafael de la Plaza de la Compañía, de Juan Jiménez, fue construido en 1736 en el lugar en el que aún se conserva gracias a las aportaciones que los fieles hicieron para ello. El de la Glorieta del Conde de Guadalhorce -ubicado delante del edificio de la antigua estación de trenes-, de autor desconocido, data de 1743 y fue erigido por el obispo Pedro Salazar y Góngora; primitivamente estuvo ubicado junto al Alcázar de los Reyes Cristianos, en la puerta más cercana al río. También son de origen desconocido los triunfos de Puerta Nueva (que data de 1747) y de la iglesia de la Paz (de 1753). Mientras, el triunfo de la plaza de los Aguayos es de 1764 y obra de Alonso Gómez de Sandoval.

Del mismo autor son los triunfos dedicados al Custodio en la Puerta del Puente y en la plaza del Potro, Miguel Verdiguier o Jean-Michel Verdiguier, un escultor de origen francés que estaba afincado en Córdoba. El primero de ellos, encargado por el Cabildo, se construyó entre 1765-1781 y cuenta además con tres estatuas de mármol blanco que representan a los mártires patronos de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria, y a Santa Bárbara.

En lo que respecta al segundo, el 2 de mayo de 1768, Verdiguier solicitó al Ayuntamiento el terreno necesario para ubicar su obra, siéndole concedido el 15 del mismo mes en la plaza del Ángel (hoy plaza de San Ignacio de Loyola, junto a la Colegiata de San Hipólito), plaza que él mismo habitaba y de la que fue propuesto su traslado a diferentes ubicaciones como la avenida del Gran Capitán, la antigua estación de ferrocarril, los jardines de la Agricultura e incluso, el alcalde Carlos Ramírez de Arellano proyectó situarlo en una fuente monumental que se construyera en el centro del Campo de la Merced, si bien no fue hasta el año 1924 cuando se accedió al traslado.

Su petición definitiva fue llevada a cabo por parte de Enrique Romero de Torres. Como cuenta Ramírez de Arellano, el triunfo "estaba casi destrozado en un rincón de la Plaza del Ángel, y era objeto de profanación por las noches, se restaurase y se trasladara a la Plaza del Potro, y con beneplácito del superior de los Jesuitas residentes en San Hipólito, en unión de algunos vecinos que contribuyeron a los gastos del traslado". Ese traslado a la plaza del Potro se hizo efectivo en 1924.

De 1808 data el triunfo de la fuente de Fuenseca, que es de autor desconocido; y de 1953, el del Puente de San Rafael, que es de Amadeo Ruiz Olmos. "Los cordobeses de hoy no podíamos quedarnos atrás y la aportación del siglo XXI a esta valiosa colección de triunfos tenía que estar a la altura y reflejar el arte de nuestros días y quiénes mejor para diseñarla que los profesores y los alumnos de la Escuela de Arte Dionisio Ortiz", destacó el alcalde también en su pregón refiriéndose al último de los triunfos alzados en la ciudad en honor al Custodio, en 2014, el de la calle Escritor Sebastián Cuevas.

"Este triunfo -el último, de momento- respondía a una antigua demanda los vecinos del barrio que echaban de menos la imagen del San Rafael que coronaba el acceso principal al antiguo estadio de El Arcángel y que fue destruida sin justificación. Se inauguró en diciembre del 2014 frente al lugar donde estaba esa puerta, en la glorieta que hay entre las calles Escritor Sebastián Cuevas y Venerable Juan de Santiago, quien, por cierto, fue el promotor del triunfo de la plaza de la Compañía", dijo el alcalde.

En la ejecución de este altar a un San Rafael con pinta de posmoderno trabajaron José Antonio Álvarez Unquiles, José Carlos Ballesteros Peña, Rafael Ángel Cabezas Muñoz, Luis Miguel de la Huerta Adame, Rafael Gata Blanco, Daniel Hurtado Ruiz-Gallegos, Juan Ramón Jiménez Escoz, María de los Ángeles Lara Ríos, Marta Esther Longas Donoso, José María Montero Muñoz, María del Carmen Quesada Margarito, José Serrano de Toro, José Luis Tavares Zaiño y Luisa Gisela Yusti Ortega. Todos ellos bajo la dirección de Rodolfo de Dios Alcalá, Concepción Losa Serrano y Pedro García Velasco.

"Como bien sabéis, la creatividad de los cordobeses no conoce límite y suele buscar soluciones ingeniosas. Aquellas imágenes de San Rafael que quedan huérfanas de ubicación por derribo de los edificios que coronaban, no han encontrado mejor destino que presidir plazas y jardines como triunfos de nuevo cuño. Es el caso del San Rafael que coronaba el antiguo Ayuntamiento y que ahora está en la plaza de los

Padres de Gracia, ante la fuente y mirando a la Biblioteca Central", relató también el alcalde en su pregón.

Altar dedicado a San Rafael entre las calles Candelería y Lineros.
Altar dedicado a San Rafael entre las calles Candelería y Lineros. / El Día

Un altar único

El Custodio también vive en el altar levantado en su honor entre las calles Candelería y Linares. Según una inscripción próxima a este retablo, el 22 de enero de 1801 la imagen de la Virgen de Linares que ya existía en esta hornacina fue destrozada y los vecinos decidieron comenzar a recolectar fondos para construir un nuevo altar callejero. Los trabajos fueron encargados al artista baenense Antonio María de Monroy, quien realizó una pintura más grande en el centro dedicada al arcángel Rafael, mientras que a los laterales dedicó dos más pequeños: a la izquierda situó el cuadro de Acisclo y a la derecha el de Victoria, patronos y mártires romanos de Córdoba, así como la nueva imagen de la Virgen de Linares en la hornacina inferior.

En el friso se escribió la frase Medicina Dei, significado del nombre Rafael (Medicina de Dios), y Baxo la sombra de tus alas protégenos, mientras que en los laterales sobre el friso se grabaron dos inscripciones de mármol con citas del Libro de Tobías, único libro bíblico donde aparece el arcángel Rafael: Buena es la oración con el ayuno y mejor la limosna que tener guardados los tesoros y Mas los que cometen pecado e iniquidad, enemigos son de su alma.

Cuadro de San Rafael que preside el Ayuntamiento de la ciudad.
Cuadro de San Rafael que preside el Ayuntamiento de la ciudad. / El Día

En el arte

El Custodio también vive en Córdoba en forma de arte, de muchas clases de disciplinas artísticas. Vive en la pintura, como en ese gran lienzo del gran pintor barroco cordobés Antonio del Castillo, que preside la primera planta del Ayuntamiento de la ciudad y que fue realizada en 1652 a raíz del encargo efectuado por el capitular José de Valdecañas y Herrera. La obra estaba destinada a presidir el Consejo de la ciudad como agradecimiento por la conclusión de esa epidemia que asoló cada rincón de Córdoba hasta dicho año, reduciendo su población en 13.000 de los 40.000 habitantes con que contaba.

El lienzo presenta al arcángel de frente, con una pierna adelantada y las alas semidesplegadas. En su mano derecha sostiene el pez, uno de sus atributos. Sin embargo, su mano derecha reposa sobre una cartela donde se ve el escudo de la ciudad y una inscripción, la del famoso juramento al padre Roelas: “Yo te juro, por Jesucristo crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”. Del Castillo presenta a San Rafael como Custodio de la ciudad. No es, por tanto, una pintura más. Remite directamente a las apariciones al padre Roelas, o lo que es lo mismo, a su relación con la ciudad.

Tras Antonio del Castillo lo han inmortalizado también pictóricamente otros muchos artistas como Valdés Leal, Palomino, Monroy, Julio Romero de Torres, Antonio Povedano, Miguel del Moral, Ginés Liébana...Mientras que escultóricamente lo han hecho artistas como Alonso Gómez de Salmoral, cuya imagen preside la iglesia del Juramento, o José Manuel Belmonte, autor del San Rafael pétreo ubicado en la puerta principal del estadio del Arcángel.

El Custodio también vive en Córdoba, además de coronando torres, espadañas, azoteas, veletas y tejados, en la poesía de grandes autores como Julio Aumente, Ricardo Molina, Mario López y Pablo García Baena. Como vive en el romance que con el título de San Rafael le dedicara el inmortal granadino Federico García Lorca a ese "arcángel aljamado / de lentejuelas oscuras". Y como vive en la copla -como ejemplo, en esa de Antoñita Moreno que narra el amor imposible entre Julio Romero de Torres y la Chiquita Piconera- y en el flamenco, con germen en las viejas tabernas de Córdoba. San Rafael vive en Córdoba de múltiples formas desde que aquel 7 de mayo de 1578 se le apareciera al padre Andrés de las Roelas para jurarle que custodiaría eternamente la ciudad.

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