Los sabios que Qurtuba dio al mundo salen del olvido en un libro que recopila sus historias y curiosidades

Literatura

La editorial Almuzara publica un libro en el que la historiadora Virginia Luque reúne a los intelectuales de la Córdoba musulmana, entre los siglos VIII y XIII, en ámbitos como la astronomía, la medicina, poesía o música

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Averroes (en el centro de la imagen con turbante) en el fresco 'La escuela de Atenas' de Rafael Sanzio.

La Córdoba musulmana fue un foco de cultura que dio al mundo grandes intelectuales de los que Averroes y Maimónides son los más conocidos. Ahora, un libro rescata los nombres, historias y curiosidades de decenas de sabios cordobeses -algunos de los cuales han permanecido en el olvido- y destaca las aportaciones científicas que hicieron a la humanidad.

Almuzara publica Los sabios de Qurtuba. Cuando la capital de Al Ándalus alumbró al mundo, de la historiadora y gestora cultural cordobesa Virginia Luque Gallegos, que lleva investigando sobre esta época de la historia de Córdoba desde los años 90.

El libro -que está escrito para que el gran público lo pueda entender- está dividido en diez partes, comenzando por un acercamiento a la cultura en la época omeya "desde la hipótesis de que si son los que favorecen el esplendor científico y literario", aunque las fuentes reflejan que en época de decadencia, a partir del siglo XI, "hay un resurgir".

Luego, la autora dedica un capítulo a la ciencia astronómica y astrológica en la corte omeya recopilando no solo figuras de astrónomos desconocidos, sino inventos como los relojes y los astrolabios, incorporando incluso "los últimos astrolabios de los que tenemos noticia y se conservan en colecciones privadas". Son "piezas arqueológicas".

La autora de 'Los sabios de Qurtuba', Virginia Luque.

Como anécdota, la escritora cuenta que entre los emires y califas existía "una relación de amor-odio" hacia los astrónomos y astrólogos porque la labor de estos era la predicción meteorológica mediante relojes, esferas armilares y astrolabios (estos dos últimos se crearon en Córdoba), pero además muchos hacían vaticinios personales. "A los emires no les gustaba que les dieran malos vaticinios, sobre todo de cara a batallas", y mucho menos en tiempos de Almanzor, a finales del siglo X, "un tirano y dictador bastante violento que castigaba a aquellos que no le dieran buenos vaticinios".

Otro de los temas que aborda Los sabios de Qurtuba es el desarrollo agronómico para recordar que en Córdoba se implanta el primer jardín botánico de Occidente con aclimatación de plantas que vienen de Oriente. Estaba en Al Rusafa, el palacio que se construyó Abderramán I.

En este ámbito, la autora recuerda los avances e ingenios hidráulicos, como unos canales perforados en la sierra para traer el agua aprovechando anteriores acueductos de época romana y la creación de presas en el río de derivación.

Los avances médicos suponen otro de los capítulos de la obra, tratados "independientemente de su credo religioso". Al respecto, Luque comenta que los primeros médicos en la corte omeya eran cristianos o mozárabes, como "un tal Yawad y un tal Ruman". Ya en el siglo X "hay claramente una medicina propiamente califal" que aglutina la tradición cristiana y la de Oriente.

El libro destaca que en Córdoba surgió el primer tratado de ginecología y obstetricia que se conoce y hace un repaso por los médicos de Medina Azahara como Hasday ibn Shaprut -un diplomático judío al servicio de Abderramán III- o los hermanos Al-Harrani, que eran dos estudiantes reputados que estudiaron medicina en Oriente y de los que apenas se sabe nada. "He tenido que rescatarlos del olvido", resalta la autora. Uno de ellos enfermó de cáncer y el otro llegó a ser prácticamente la mano derecha del califa Al Hakám II. Otro de los personajes que desfilan por este capítulo es Ib Yuluyl, un joven médico que escribe la primera historia de los médicos de Al-Ándalus. Sin olvidar a Albucasis, considerado el padre de la cirugía moderna.

Portada del libro.

Una figura "muy interesante y totalmente desconocida" es la de Al Kattani, que aporta el primer tratado de medicina de urgencias en la Córdoba y Europa medieval. A raíz de una traducción de su obra El libro del árbol tenemos información de este hombre que "emigra con la descomposición del califato". De hecho, cuando Córdoba entra en la guerra (la fitna), todos los científicos y sabios se marcharon a otros reinos sus conocimientos acabaron expandiéndose hasta acabar traduciéndose del árabe al hebreo y a su vez al latín, llegando a los monasterios. "Esa es la importancia de los sabios de Córdoba, de los conocidos y de los no conocidos", apunta la historiadora. Respecto a los más famosos, la diáspora de Maimónides lo llevó hasta El Cairo, mientras que Averroes acabó en la corte de los sultanes almohades en Marrakech.

Por eso, la importancia de este libro radica en que no solo rescata a sabios desconocidos, sino que explica "cómo su trascendencia ha llegado prácticamente a la actualidad".

La música y la poesía protagonizan otro de los capítulos de la obra, destacando la creación de la moaxaja y el zéjel, dos formas poético musicales surgidas en el siglo IX y XII respectivamente en Córdoba. Luque ha recuperado la figura de Ibn Quzman (creador del zéjel) y "su vida juerguística", además de los proverbios y refranes que se decían en esta época.

La autora se detiene en las mujeres de Qurtuba, de las que "hay muchos estudios", pero "no tanta documentación como quisiéramos", por lo que en muchas ocasiones se ha inventado sobre ellas. La copista Lubna es una de las protagonistas de este capítulo, un personaje que "ha dado para mucho teatrillo y ruta turística inventada". Por eso, ahora expone en este libro "lo poco que se sabe sobre ella".

Sello de la República Siria (1964) dedicado a Albucasis.

También ha rescatado a otra mujer que aparece mencionada en una obra escrita por Ibn al-Arabi, "el sufí más importante de toda la Edad Media", Nunah Fátima, la que fue su maestra. Y recupera a la última poetisa de la que hay noticia antes de la llegada de Fernando III El Santo. Tampoco podía faltar la princesa y poeta Wallada, que mantuvo una historia de amor con el también poeta Ibn Zaydun.

El siglo XI como periodo de crisis y las relaciones entre personajes que se fraguaron en esta etapa centran otro apartado del libro, que también refleja Al-Ándalus como "una sociedad llena de divergencias porque no todo el mundo opinaba igual, ni entre los mismos cristianos ni entre los musulmanes o judíos".

Por último, Virginia Luque destaca el legado de Averroes y Maimónides. Por una parte, destaca la importancia del primero en la recuperación del pensamiento clásico: "Si hemos estudiado Platón y el pensamiento griego es gracias a que Averroes recupera y traduce todos los textos de los filósofos y pensadores griegos y los difunde en la Europa medieval".

Esto supone que la filosofía surja como una rama propia dentro del cristianismo e impulsa un debate en la Sorbona, en París, a los pocos años de la muerte de Averroes. "De ahí que su importancia sea mayor para el cristianismo y las bases del Renacimiento que sobre el mundo islámico", apunta la autora. Prueba de su influencia es que Rafael Sanzio lo incluyó en su fresco La escuela de Atenas, donde plasmó a los más importantes sabios de la antigüedad. "El único sabio medieval que aparece es Averroes", explica.

Virginia Luque presentará su libro en Córdoba próximamente y firmará ejemplares el 21 de abril en la Feria del Libro.

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