Ser sacerdote en Córdoba: "Si me muero al día siguiente de ordenarme, habrá merecido la pena"
Día del Seminario
Los seminarios de Córdoba cuentan en la actualidad con 58 aspirantes a convertirse en cura
Durante el episcopado de Demetrio Fernández, desde febrero de 2010 se han ordenado en la Diócesis de Córdoba un total de 61 sacerdotes
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Ser sacerdote en la actualidad no está de moda. Las vocaciones siguen de capa caída, pero Córdoba es una especie de oasis en el actual desierto vocacional. El de ser cura, además, no es un camino bastante fácil. Es más, el proceso es similar al de una carrera universitaria a largo plazo y se prolonga entre seis y siete años de estudios en el seminario mayor.
Una vez concluida la formación académica, los candidatos no se convierten en sacerdotes de la noche a la mañana, ya que existe otro periodo de reflexión y de formación espiritual hasta que finalmente llega, en primer lugar la ordenación como diácono y, posteriormente, como sacerdote.
Y Córdoba es sin duda un oasis en cuanto a vocaciones de sacerdocio se refiere a diferencia de otras diócesis de España, que han tenido que cerrar sus seminarios. No en vano, durante el episcopado del obispo Demetrio Fernández -desde febrero de 2010 hasta la actualidad- han sido 61 los sacerdotes que se han ordenado en la Diócesis.
En Córdoba hay tres seminarios: el diocesano San Pelagio, a escasos metros de la Mezquita-Catedral, en el que actualmente hay 32 aspirantes; el seminario menor situado en la zona de El Brillante, con 13 alumnos menores de edad; y el seminario neocatecumenal Redemptoris Mater -ubicado en la plaza Cardenal Salazar-, donde hay 13 candidatos.
La vida en estos centros trascurre entre la oración y formación de los aspirantes a ser sacerdotes bajo la dirección actual de Carlos Jesús Gallardo, uno de los rectores más jóvenes de España, quien con ocho años ya tenía claro que quería ser cura, tal y como ha explicado a El Día, con motivo de la celebración del Día del Seminario este 19 de marzo, festividad de San José.
Nacido en Las Palmas de Gran Canarias hace 38 años, aunque se considera montillano donde llegó desde bien pequeño, Gallardo entró en el seminario menor a los 13 años y se ordenó sacerdote con 24 el 13 de marzo de 2010. Tras ser director espiritual del seminario mayor, el obispo de Córdoba le nombró rector en junio de 2022. Un puesto que, según ha indicado, es de "mucha responsabilidad". "Al principio me asusté mucho, pero asumí la tarea con mucha ilusión".
Entre sus funciones, según ha explicado, se encuentra la de "velar por el funcionamiento del seminario en todos sus niveles: la formación humana, la intelectual de los seminaristas, las normas de la casa, y su gestión".
Cómo funciona el seminario
La jornada en el seminario de lunes a jueves comienza a las 07:00 con la oración comunitaria; una hora más tarde llega el desayuno y a las 08:30 comienzan las clases que se prolongan hasta las 13:30. Tras un descanso de media ahora, a las 14:00 es la hora del almuerzo y, posteriormente, hay un "rato de comunidad y descanso", ha apuntado el rector.
El horario de tarde se inicia a las 16:00 con tiempo de estudio, que se prolonga hasta las 17:30, cuando se hace un descanso para la merienda. Los seminaristas retoman sus estudio a las 18:00 hasta las 19:30, hora en la que hay otra oración. A las 20:10 es la hora de la misa diaria, tras la que llega la cena a las 21:00. Posteriormente, hay otro rato comunitario y a las 22:00 oración. A continuación, llega el tiempo de descanso y hasta el día siguiente.
El viernes, por su parte, hay misa por la mañana a las 07:00 y por la tarde oración comunitaria. Tras la cena, ha expuesto el rector, hay un rato comunitario y se aprovecha para ver alguna película. En el caso de los fines de semana, los seminaristas van de misión a diferentes parroquias, tanto de la capital como de la provincia. No obstante, durante los fines de semana también reciben la visita de sus familias.
Cómo se llega al seminario
Pero, ¿qué pasos hay que seguir cuando un joven quiere ser sacerdote? Pues, el rector del seminario, ha detallado que tras recibir esa llamada de Dios el chico tiene que comunicárselo a su párroco y este, a su vez, lo pone en conocimiento del Seminario. "Algún formador o el propio rector atiende al chico que tenga esa inquietud vocacional y hacemos un proceso de descernimiento para descubrir si el seminario es un lugar para él o no", ha indicado.
El ingreso en el seminario, de manera evidente, depende de la edad del candidato. Así, los que tienen entre los 11 y los 18 años van al seminario menor, donde estudian Secundaria y Bachillerato en el colegio Trinidad Sansueña y, tras hacer la Selectividad pasan al seminario mayor, donde empiezan a estudiar Filosofía y Teología.
"El seminario menor es un centro en el que viven aquellos que no descartan el sacerdocio como una opción en su vida cristiana; están descubriendo ese camino vocacional. Tienen el colegio, sus clases y luego hacen vida comunitaria: oración diaria, misa, formación humana, espiritual e intelectual que les va orientando al sacerdocio", ha expuesto. Los menores, además, van a su casa dos fines de semana al mes. La edad media de entrada se sitúa entre los 11 y los 13 años, aunque también alguno mayor que cursa Bachillerato.
Por su parte, en el seminario San Pelagio la edad de entrada es a partir de los 18 años, aunque según ha afirmado Gallardo, hay algunos jóvenes que llegan "a mitad de una carrera o al final, por lo que la media roza la veintena".
Es en este seminario donde los aspirantes inician sus estudios superiores, que van desde la Metafísica a la Antropología Filosófica, Cristología o Trinidad. Una vez que concluyen esta formación académica, que duran seis años, son graduados en estudios eclesiásticos.
Sin embargo, una vez que concluyen esta etapa no son sacerdotes, ni siquiera diáconos, el primer paso ante de ser cura. Y es que, según ha puesto de manifiesto el rector, "la medida del tiempo no la determina solo el estudio, sino la formación en todos sus niveles". Y es que, para ser cura también se tiene en cuenta "la formación intelectual, la espiritual, la humana, la pastoral y la comunitaria. La persona se ordena cuando creemos que está dispuesta para salir al ruedo, para ser sacerdote y cuando todas las formaciones están equilibradas", ha detallado.
Se trata de una decisión que toma el equipo de formadores y el rector. En todos estos años, ha continuado, “se va midiendo la formación personalizada y al mismo tiempo comunitaria. Se trata de que los niveles estén equilibrados”.
Ejemplos de vocaciones
Manuel Varo tiene 21 años y es natural de Aguilar de la Frontera. Este joven lleva ya ocho años en el seminario. Con 14 años ingresó en el menor y ahora está en el mayor. "Era un niño de catequesis normal, hice la primera comunión y el cura me propuso ser monaguillo", ha relatado.
Sin embargo, tras ese contacto con la iglesia y a medida que llegaba la etapa de la adolescencia "llegó la época rebelde, dejé de ir a misa y me alejé de la Iglesia". "El punto de inflexión de mi vida fue la relación con mis padres porque desde que dejé la Iglesia empezó a empeorar todo; me peleaba mucho con ellos", ha reconocido.
Fue su madre la que le propuso que fuese a hablar con el cura de Aguilar de la Frontera porque "estaba un poco harta de mí, y me dijo que no me podía aguantar más", ha asegurado. Esa conversación con aquel sacerdote, con el que se confesó, ha aseverado, "fue muy importante porque me hizo ver que no importaba lo que había hecho; si Dios me había perdonado, los demás también me iban a perdonar". "Me propuso ser otra vez monaguillo con 14 años y eso no me cabía en la cabeza y después de todo lo que había liado, porque siempre me habían enseñado que los monaguillos habían sido buenos", ha confesado.
Sin embargo, accedió y además de ser de nuevo monaguillo comenzó a ir a los preseminarios que eran los fines de semana y las colonias. "Lo que me impactó del seminario era la alegría porque eran niños de 12 a 16 años y eran felices. Estaban solos y me impactaba", ha destacado.
Además, mantuvo el contacto con su confesor, del que ha destacado que siempre estaba feliz y que él mismo quería ser feliz, por lo que decidió contar a sus padres que quería ingresar en el seminario. Su padre, según ha relatado no puso impedimento alguno, pero su madre fue más reacia: "Le costó un poco, pero lo entendió; desde entonces, estoy feliz y contento".
Ahora está en el seminario mayor y en el plazo de diez años se ve como sacerdote "entregándome a los demás". "Si Dios solo quiere que sea un año de cura o un día, habrá merecido la pena. Si me muero al día siguiente de ordenarme, habrá merecido la pena. Con que un cura celebre una misa, habrá salvado muchas almas", ha considerado.
Francisco Flores
Francisco Flores tiene 27 años y es de Córdoba capital. Antes de encontrar la vocación, según ha expuesto, "tenía un proyecto de futuro planteado en su vida". Estudiaba la carrera de Derecho y aspiraba a casarse, pero "de repente el Señor me hizo descubrir que mi carrera era otra, ser sacerdote".
Vinculado a movimientos cristianos desde su infancia, Flores ya es diácono y próximamente será ordenado sacerdote, por lo que apura su estancia en el seminario de San Pelagio. El joven ha apuntado también que eso de explicar la vocación sacerdotal cuesta describirlo. "Es como un amor que te supera; sabes que el Señor te está llamando para poner la mirada en el sacerdocio y ver que allí está mi felicidad, aunque uno siempre intenta luchar para que no", ha admitido. En su caso, fue en tercero de la carrera de Derecho cuando recibió esta llamada. Una titulación que terminó y que combinó con sus estudios en el seminario.
El futuro sacerdote ha asegurado también que en su familia no se tomaron a mal su decisión, aunque sí con cierta "sorpresa". "Poco a poco fueron viendo que era más feliz y ellos también", ha añadido. En el caso de sus amigos tampoco se lo tomaron a mal y ha subrayado que "siempre me han apoyado". Por ejemplo, tras ser nombrado diácono el 8 de diciembre de 2023 al día siguiente casó a una pareja de amigos.
En el plazo de dos lustros, el joven ha anotado que se ve "sirviendo en una parroquia, donde Dios quiera y ser padre de un pueblo, celebrando misa, confesando, amando a un pueblo, entregándome a los demás..."
Francisco Daniel Fernández
Natural de Pozoblanco, Francisco Daniel Fernández entró en el seminario menor a los 12 años; ahora tiene 26 y apura sus estudios y formación para ser sacerdote. De pequeño ayudaba en la parroquia de Santa Catalina de su pueblo y desde bien joven encontró su vocación: "Conocía a seminaristas y veía esos detalles que el Señor tenía con una persona ayudar en misa y ver la felicidad que tenía el cura".
Cuando llegó el momento de decir en casa que estaba preparado para ir al seminario menor, su familia tuvo "sentimientos encontrados por desprenderse de un hijo tan pequeño". "Es el hecho de sentirte ilusionado con algo, es igual que el quiere ser futbolista y las familias lo apuntan a jugar. Los padres quieren la felicidad para sus hijos y como veían que esa era mi felicidad, me dejaron venir al seminario", ha contado. Eso si, antes de entrar en el seminario iba las colonias y al preseminario "donde veía que muchachos como yo sentían lo mismo que yo".
Actualmente se encuentra realizando "el curso de espiritualidad y el siguiente paso es hacer sexto y, cuando la Iglesia quiera, ser ordenado". Como el resto de sus compañeros, cuando pase una década se ve de cura en una parroquia en un pueblo de la provincia de Córdoba "ayudando y salvando almas, es lo que sueño. Yo tengo el ejemplo de un cura de pueblo y quiero ser cura de pueblo", ha reiterado.
David Castillejo
David Castillejo es uno de los más jóvenes del seminario mayor San Pelagio, en el que ingresó el pasado mes de septiembre. Nacido en Fuente Obejuna, donde estudió Secundaria y Bachillerato en el instituto Lope de Vega, el segundo curso de Bachillerato se marchó a Sevilla porque estudiaba un grado de música.
A sus 19 años, el joven ha afirmado que él también se alejó de la Iglesia tras recibir la primera comunión. Sin embargo, la llegada de dos sacerdotes a su pueblo le llamó la atención porque "vi su testimonio y que estando lejos de su familia eran tan felices". Sin embargo, ha reconocido el hecho de que "yo que aparentemente tenía todo, no tenía esa felicidad. Y eso siempre me daba curiosidad y me llamaba la atención".
Es por ello, que comenzó a hablar con ellos y retomó la oración y, así las cosas "el Señor me lo empezó a dar entender". Cuando llegó la hora de dar a conocer esta noticia entre sus familias, ha indicado que la decisión "se la tomaron con sorpresa, pero no mal". Es más, en aquel momento David tenía novia y también la dejo, pero ha afirmado que "ella se lo tomó mejor que mi familia porque me decía que lo sabía y que se me notaba".
Su llegada al seminario es muy reciente, pero ha insistido en que se trata de una decisión de la que está "muy seguro". El joven ha mostrado su confianza en que en el plazo de diez años sea ya sacerdote. "Mi meta es sentirme parte de un pueblo y dar a los jóvenes el testimonio que tantos curas dan", ha defendido.
Estos cuatro seminaristas cordobeses, ejemplo de vocaciones, han reconocido que actualmente "ser sacerdote no está de moda", pero han defendido su vocación porque "nos movemos por el amor de Dios, que es superior; nos ha llamado para dejarlo todo.
Falta de vocaciones
Desde la Iglesia admiten la falta de vocaciones que se lleva produciendo desde hace varios años. El rector del seminario San Pelagio, Carlos Jesús Gallardo, asegura que "son muchos factores los que influyen" en esta tendencia. Así, considera que en la actualidad "tenemos menos tiempo para pensar y para rezar. El ruido, las redes sociales nos tienen invadidos". Eso si, subraya que "no es que Dios haya dejado de llamar, es que el hombre ha dejado de escuchar y, ese es el gran problema". También insiste en la necesidad de mantener "el equilibrio y la formación integral de la persona para que esté preparada y dispuesta. Si lo conseguimos, no tenemos miedo".
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