"No me iré de aquí mientras me sienta en pie y pueda seguir hacia delante"

El propietario de Sombrería Rusi, un clásico del centro de la ciudad, defiende las virtudes del comercio tradicional

Rafael Fernández posa en el mostrador de su sombrerería.
Rafael Fernández posa en el mostrador de su sombrerería.

SI uno quiere descubrir otro tiempo sólo tiene que hablar con este hombre entrañable que mientras nos recibe en su tienda de la calle Gondomar nos enseña varios artilugios mecánicos que antaño servían para hacer sombreros a medida de la cabeza de cada cliente y que, para nuestra tranquilidad, aún se utilizan si queremos un sombrero cordobés que nos quede cabal.

-¿Desde cuando existe la sombrerería Rusi?

-Desde 1904, septiembre; tengo el periódico en el que lo dice, se llamaba El Defensor de Córdoba.

-¿Empezaron solo con sombreros?

-Sí, entonces se vendían sombreros, boinas y gorras.

-Ahora que Cajasur es vasca volverán las boinas y venderán txapelas.

-Es verdad. Antes había 5 ó 6 clases de boinas, y de gorras había unas pocas, y ahora tenemos más de 40 tipos. La gente joven vuelve a ponerse gorras con la llegada de las gorras Kangoo, esas que traen el cangurito y se la ponen los conjuntos musicales al revés, eso se ha vendido muy bien. La llaman pico de pato y la gente joven las compra mucho.

-Con tanta lluvia ha vuelto la moda de los sombreros.

-Es verdad, hijo, es verdad. Este año todos lo que hemos traído de señora los hemos vendido y lo sombreros de agua, que se venden a diez euros, los he repuesto hoy ya cuatro veces. La gente joven vuelve a ponérselo. A algunos parecía darles vergüenza, no sé por qué. Si tienes frío es lógico ponerte un sombrero, y este verano ha venido mucha gente directamente mandada por el médico para comprarse uno que los proteja del sol.

-¿El sombrero de picador se llama castoreño porque es de pelo de castor?

-Hoy día se hace de fieltro de pelo de conejo. El castoreño está muy engomado y se pone duro, que es como lo quieren los picadores.

-¿Podría hablarme de la historia del siglo XX a través de la moda de los sombreros?

-Empezó primero con los sombreros de ala larga, tipo borsalino, de un italiano, Giuseppe Borsalino, que tenía una fábrica maravillosa que todavía existe. Nosotros tuvimos la suerte de tener aquí 18 sombreros borsalinos, estamos hablando de los años 40. En esa época un sombrero normal de fieltro valía 30 ó 40 pesetas y un Borsalino 400 pesetas.

-¿Quién los compraba?

-No me acuerdo, pero había señores que les gustaba y que tenían un sombrero de cada color para cada traje. Luego vino la época de la guerra, el sinsombrerismo. Después de la guerra pasamos unos años muy duros en la familia; yo era muy chico porque nací en el 36. Esa época me pilló con 10 ó 12 años y mis padres pasaron apuros. Mi padre era maestro nacional y le gustaba mucho la escuela y todavía vienen personas que fueron alumnos suyos y me hablan de él.

-Tras la guerra hubo una sombrerería que acuñó el eslogan "los rojos no llevan sombrero".

-Ahí enfrente estaba, Padilla Prieto. Diego Ruiz era la otra sombrerería de la calle Gondomar. Yo me llevaba muy bien con Diego Ruiz, que era una persona muy buena y que hizo cosas muy buenas por Córdoba. Esa época fue dura, mi padre cortaba los sombreros militares aquellos que tenían borla y los cosían las muchachas del taller. Mi padre llevaba toda la historia de la tienda en un libro y yo lo sigo haciendo. Yo sigo las tradiciones, aquí tengo en un cajón de formas de cabeza, todo de clientes que ya no viven; son papeles recortados, es la conformación de la cabeza, no la medida, que eso se toma con el metro. Es cómo tiene conformada la cabeza. Aquí en esta máquina que tengo, que es de 1879, hecha en París, se llama conformador [Rafael nos enseña una especie de sombrero mecánico], metías la cabeza del cliente y se abrían estos pinchos y marcaban la forma de la cabeza. Luego se le metía un papelito dentro y los pinchos marcaban la forma de la cabeza, y así el sombrero le quedaba completamente ajustado. Para una mascota no hay problema, pero esto se hacía para el sombrero cordobés. Mira cada papel como tiene su nombre de la forma de la cabeza de cada cliente: José María Martorell, Vicente Barrera, Curro Carmona, el conde de Mayalde, que fue alcalde de Madrid...

-Tecnología punta, porque esto no fallaba.

-Exacto, esto no fallaba, aquí cualquier chichón que tuvieras te lo marcaba y así se podía hacer el sombrero completamente ajustado.

-Hablando de cabezas, ¿algún cliente le ha llegado con la cabeza tan gorda que le ha tenido que cobrar suplemento?

-Suplemento no hemos cobrado pero sí ha costado trabajo hacerlo. Hemos llegado a medir hasta 72 de cabeza, cuando yo tengo 56, pero eso era ya más por cosa de enfermedad. Aquí el sombrero más grande que se ha hecho ha sido para un señor de Bélgica, talla 64; él era bailarín. El sombrero parecía una plaza de toros.

-Hay cierta polémica con la peatonalización con la calle Cruz Conde, ¿ustedes ganaron cuando se hizo aquí en Gondomar?

-Nosotros sí, porque ya la persona antigua que quería venir con el coche hasta la puerta no viene. Antes teníamos incluso unos muchachos para llevar el sombrero a las casas, porque antes los señores finos no querían ir con un paquete en la mano. Se quejan y nos quejamos todo el mundo de que no se puede aparcar, falta aparcamiento, no de poder llegar hasta la puerta, simplemente aparcar cerca es lo que se pide. Pero desde la peatonalización hemos ganado.

-¿Han intentado que les traspase el local para poner otra cosa?

-Varias veces. De Málaga, de Marbella, de Madrid. Pero no me gusta porque me daban poco dinero, me daban 180.000 euros y por ese dinero no me voy. Ya no es por dinero, si yo tuviera 20 años el dinero viene muy bien, pero tengo 74 años y a mí me gusta esta cosa de venir todos los días a la tienda y ver a mis amigos de los bancos, que me llego a cinco bancos diarios, a charlar con mi gente, luego me voy a tomar el café con mi amigo Félix, de Serrano; son muchas vivencias. Yo disfruto estando aquí. Valoras más la amistad y el poder estar tranquilo que los dineros. Como te toquen 1.000 millones en la quiniela se va tu vida, te cambia todo, ya no es lo tuyo. Y con la edad que tengo soy un animal de costumbres, como cambie ya fallo, y así lo llevo bien.

-¿Quién inventó el sombrero cordobés?

-Vino de los trabajadores del campo, que llevaban unos sombreros de ala grande pero no estaban engomados y con el viento se volaban y querían una cosa que fuera rígida. Entró en la ciudad por la parte de los toreros, los ganaderos y los mayorales.

-Dice el diccionario de la RAE que el sombrero cordobés es "de fieltro, de ala ancha y plana, con copa baja cilíndrica". ¿Lleva razón?

-Ahí no estoy yo muy de acuerdo. ¿Copa baja? Baja no. Ahí deberían de haber dicho que se hacía según la figura de la persona, porque una persona baja no le vas a poner un sombrero alto. Hay un dicho que dice que el sombrero bajo es sevillano y el alto es cordobés pero eso lo han inventado los sevillanos, todos los sombreros de este tipo son sombrero cordobés, pero depende de la figura del cliente hacérselo alto o corto. Y seguro que en el diccionario no viene sombrero sevillano en ningún sitio. Eso de copa cilíndrica baja que dice el diccionario no es correcto, es según la estética de la persona. Algunos clientes no se dejan aconsejar y acaban metidos en un sombrero que les hace la figura ridícula.

-Ya no, pero antiguamente vendrían los alcaldes a comprarse un sombrero de diario...

-Sí, gastaban muchos, hasta el alcalde de Madrid. Y venían muchos para comprar y regalárselos a otros. Fraga por ejemplo venía mucho para regalarlo en las monterías y los compraba de ala ancha, porque antes se ponían el tirolés para para las monterías y eso no servía para nada. El sombrero de montería había que darle con goma de almendro para que, si llovía, no se calara.

-¿Quién ha hecho más por el sombrero cordobés Julio Romero o Juanito Valderrama que nunca se lo quitaba?

-El sombrero cordobés lo han promocionado toreros, artistas, poetas... muchos lo han tenido de emblema. El niño Marchena, José Tejada, también compraba muchos.

-¿Cuál es el modelo que más vende últimamente?

-Para señora estamos vendiendo mucho, por ejemplo el tipo años 30, pegadito, con un pequeño adorno.

-Venden además bastones. Me imagino que para usted un hombre con sombrero y bastón es un hombre elegantísimo.

-Sí. Eso es una elegancia. Hemos tenido bastones desde hace mucho y hubo un tiempo en el que no se vendía, pero han vuelto, aunque hace un siglo solamente se vendían sombreros.

-Hay gente en España que habla de usted porque saben que en Rusi se venden unas pipas de fumar fabricadas por el mallorquín Joan Bonet.

-Sí, es muy amigo mío, una bellísima persona, ha sido dos veces mallorquín del año. Yo iba paseando con él en Mallorca y todo el mundo lo saludaba, era un señor amabilísimo. Ya se ha jubilado, al último que le hizo pipas fue a mí, por eso todo el que quería una pipa Bonet tenía que venir aquí. Pero ya no hace. Por desgracia. Siempre me enviaba una docena en Navidad y ya este año no me ha enviado. Este año lo llamé por teléfono y se echó a llorar. Él hacía las pipas en un tallercito que tenía de su padre con la raíz de brezo que lo sacaba de la tierra y había que echarlo en unos cacharros llenos de agua y luego dejarlos secar años. El mejor brezo que se crea en el mundo es el del Mediterráneo, allí en Mallorca. Esas pipas eran una maravilla que nada tenían que ver con las Dunhill y otras, las de Bonet eran artesanas. Él las hacía con amor.

-Tiene abanicos para hombres, ¡qué cosas!

-Con el calor que hace en Córdoba y parece que ya no se gastan. Son unos abanicos cortitos para que así se puedan llevar en el bolsillo de la camisa. Pero aparece que hoy en día nos da vergüenza hasta llevar un abanico.

-¿Cuál es el sombrero más caro que tiene ahora mismo?

-De vestir uno que lo tengo casi agotado, es terciopelo y pelo de conejo, para vender a 130 euros. Este es el mejor sombrero que hay aquí.

-Se llama Rafael, vende sombreros cordobeses, ¿el ayuntamiento no lo ha declarado Patrimonio de la ciudad?

-A nosotros nos dieron algo que no sabíamos y nos vino de sorpresa; nos dieron el 12 de noviembre el título de patrimonio humano del centro de Córdoba. Me dio mucho orgullo, estando en vida que te den un reconocimiento así por parte del Ayuntamiento.

-¿No tienen rebajas?

-Nunca. Mi abuelo y mi padre me enseñaron que los artículos del caballero no tienen moda. El sombrero de mujer sí hay que cambiar, pero el de caballero lo mantenemos desde siempre. Mi padre decía que no se podía vender un sombrero a un precio y días después tenerlo a la mitad, que eso era enseñar mal a la gente.

-¿Entrar en sombreros Rusi es entrar en la máquina del tiempo?

-Aquí hay clientes que entran y lloran porque dicen que venían con su padre cuando eran chicos y les da una cosa y no pueden reprimir las lágrimas.

-¿Echará de menos las tiendas antiguas de Gondomar y la cafetería La Perla que había enfrente?

-Hombre, claro. Ahora todas las calles de España son iguales, con las mismas marcas, los Zara, Preccio, las grandes franquicias. Mientras me sienta en pie y pueda tirar para adelante yo no me voy.

-¿Qué tal lleva la tan cacareada crisis económica?

-Pienso que se habla demasiado de la crisis, y eso es contraproducente. Nosotros subsistimos porque pagamos un alquiler bajo, pero aquí se están pagando barbaridades de alquileres, 6.000 ó 10.000 euros; lo pagan las franquicias que no les importa el dinero. Aquí viene mucha gente y le dicen a mi cuñada que es una gloria venir por cómo los tratan, y es que así no te tratan en esas grandes tiendas donde te miran con desgana, como si te estuvieran haciendo un favor. Mi padre decía: "Rafael, en el momento que un tío ponga el pie en la entrada, ya tienes que estar dándole las gracias, porque hay otros comercios".

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