¿Existe el Síndrome de Stendhal?
Humanidades en la Medicina
Angustia, ansiedad o mareos al contemplar la belleza de una obra de arte. El Síndrome de Stendhal lleva años siendo reportado, pero ¿existe? ¿O es el poder de la belleza lo que nos desborda?
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A veces ocurre. Vemos un cuadro bellísimo y experimentamos una emoción tal que anula nuestra cognición, y desarrollamos en ese instante signos y síntomas de angustia y ansiedad, agotamiento físico y mental, mareos y alucinaciones. Es una situación que ha sido estudiada sobre todo en el área de psicología y la psiquiatría y que ha venido a denominarse Síndrome de Stendhal (SS).
Este síndrome aún no está reportado en el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Stendhal es el seudónimo literario de Henri Beyle (París 1783 - 1842), escritor francés, valorado por su exquisito análisis de la psicología de sus personajes y la precisión de su estilo.
En enero de 1817, Stendhal experimentó un acontecimiento que le cambió la vida al estar ante las Sibilas de Volterrano, describía así la sensación según consta en su libro: Roma, Nápoles y Florencia: "Había llegado a ese grado de emoción en el que se tropiezan las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". Henri se refiere a las obras de arte de Florencia y a las emociones y sentimientos que se apoderaron de él al ver tales obras majestuosas.
Esta descripción de sus emociones, que afecta a los turistas que visitan la famosa ciudad, entendemos que es desproporcionada, e incluso podríamos describirla como una reacción psicótica aguda, que los medios predispuestos, rápidamente divulgan y la revisten de un halo romántico, lo que la retroalimenta y supone un caldo de cultivo para nuevos casos. Tal es el poder de sugestión de la mente humana. Una reacción emocional ante el arte no es suficiente para constituir un trastorno psiquiátrico.
En el año 1979, la psiquiatra florentina Graziella Magherini, del Hospital Santa María Nueva de Florencia, identificó estos síntomas como Síndrome de Stendhal, en honor a este escritor. En el libro que publicó, titulado La Síndrome di Stendhal identifica estas características clínicas de sus 106 pacientes, afectados y registrados con agotamiento físico y mental, mareos y alucinaciones. Estas manifestaciones clínicas fueron identificadas como una reacción a la profunda impresión dejada por la visualización de una pieza artística. En la actualidad se siguen reportando entre 10 y 20 casos al año.
El nacimiento de Venus parece tener una influencia particular. "Tuvimos al menos un ataque epiléptico frente a la obra de Botticelli” explican los responsables de la Galería de los Uffizi.
Immanuel Kant, en su libro Crítica del juicio , planteó la hipótesis de que la contemplación de objetos estéticamente estimulantes puede causar repulsión y/o atracción que se alternarían rápidamente. Recordemos que el filósofo prusiano fue una figura asociada con la belleza, que la definía como un rayo que nos parte en dos, provocando un efecto diferente de unas personas a otras.
Vemos otros autores como el escritor ruso Fiódor Mijáilovich Dostoievskique, que presentaba síntomas del Síndrome de Stendhal en tanto contemplaba algunas obras de arte, como la obra maestra de Hans HolbeinEl Cristo muerto, durante una visita al museo de Basilea. Hemos de apuntar que Dostoievski padecía epilepsia.
Pero además de los condicionantes que pudiéramos observar desde un punto de vista sociocultural o religioso, hemos de dilucidar en el campo de la neurofisiología el estudio de los mecanismos bioquímicos, fisiológicos e incluso genéticos que nos ayuden a poder comprender la fisiopatología de este síndrome. Se han informado y publicado casos en medios científicos de casos similares que fueron aminorando con el descanso.
Carl Gustav Jung y Sigmund Freud, son dos psiquiatras que habrían informado de síntomas relacionados con el SS, al visitar Pompeya y la Acrópolis de Atenas, respectivamente.
Parece que los trastornos mentales previos son los factores más importantes para que se desencadene el SS, además existen factores fisiológicos y sociales que coadyuvan. Cuando viajamos descubrimos mundos nuevos y esta emoción y nuestro comportamiento neurobiológico es el que puede llevarnos a estar sobrepasados por el contacto con el arte, la historia y la cultura de un destino. Ejemplos tenemos muchos, por citar algunos, el síndrome de Venecia y el suicidio por tanta belleza; reacciones de éxtasis religioso en la Meca, el Vaticano o Jerusalén; el síndrome de Paris, que afecta especialmente a los viajeros japoneses, etc. Los turistas occidentales que viajan a la India para su fortalecimiento espiritual mediante la meditación u otras técnicas, de igual modo pudieren verse inmersos en el S. de la India, con expectativas de autotransformación.
¿Podemos decir que tenemos la necesidad psicológica de viajar?
En la introducción de La vuelta al mundo de un novelista, de Vicente Blasco Ibáñez, podemos encontrar la respuesta: “El valor del tiempo está en relación con las facultades del que observa. Los días de viaje de algunos valen más que los años y los años de otros”. Para Amin Maalouf “el verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”.
¿Estamos ante la seducción de una obra de arte y que se produzca interacción sujeto-objeto, llegando el objeto a fagocitar al sujeto observador? Que todo este cortejo sintomático sea o no por sugestión queda en el aire, lo que no queda en el aire es la belleza que concentran las obras de arte de Florencia que parece que nos envuelve con un poder hipnótico indescriptible.
Schmidt, director del Palacio y la Galería de los Uffizi señaló que “el arte en su mayor parte, no es un peligro para la salud, sino un tónico para el cuerpo y el alma”, en este sentido podríamos usarlo como terapia, como se postuló en el psicodrama por Jacob Levy.
Dejamos una última reflexión en el aire: ¿Existe el Síndrome de Stendhal? ¿O es el poder de la belleza lo que nos desborda?
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