Taberna Santa Marina: un templo histórico del buen comer y un museo a Manolete

Gastronomía

Este establecimiento, cuyos inicios se remontan a 1930, recibe el sello de 'Histórica' por sus casi 100 años de antigüedad

Jesús Murillo lo regenta desde hace siete años manteniendo su esencia y tradición por la comida casera y el vino de la tierra

Casa Pepe de la Judería: histórico rincón gastronómico y cultural en el barrio más legendario de Córdoba

Jesús Murillo posa en la Taberna Santa Marina. / Miguel Ángel Salas

Córdoba/"La taberna es historia de siempre, de ahora y tiene que serlo del futuro. Debe perdurar como Los Patios o como el barrio de La Judería". Con estas palabras, Jesús Murillo (Córdoba, 1988), gerente del Bar Santa Marina (Calle Mayor de Santa Marina, 1) reivindica la necesidad de defender la pureza de las tabernas de toda la vida. Esos rincones que, como el que dirige desde hace siete años, llevan décadas y décadas siendo, no solo un lugar de encuentro en el que comer y beber bien, sino un entorno gastronómico y cultural que guarda entre sus muros miles de vivencias que forman parte del folclore más auténtico de Córdoba.

La Taberna Santa Marina es una parte de esa idiosincrasia cordobesa que ha perdurado con el paso del tiempo. Esa esencia que es casi centenaria. Y es que este establecimiento del inconfundible barrio de Santa Marina es uno de los más antiguos de la ciudad. De ahí que haya sido reconocida como una de esas 12 tabernas de Córdoba que ostentan el sello de Histórica. Un galardón que para Jesús Murillo es "una satisfacción y un orgullo", pues permite a su taberna "pertenecer a la historia de Córdoba".

"Hay que dar las gracias al Ayuntamiento porque es importante que las tabernas no se pierdan, es una esencia y queremos que algún día sean patrimonio cultural de la ciudad. Son tradiciones antiguas y deberían estar protegidas, pues cada día cuesta más mantenerlas", comenta el gerente de la Taberna Santa Marina, que tuvo que recolectar todo tipo de documentación para entregarla al Consistorio y conseguir ese reconocimiento. En dicho dossier, que incluye archivos municipales, recortes de periódicos del siglo pasado y licencias del negocio, la clave es una fotografía del 1930 que demuestra que la taberna ya existía en aquellos años: era la venta de vinos y tabacalera Casa Almoguera, antes bajo el nombre de Taberna Toledana.

No empezó a llamarse Bar Santa Marina hasta que en 1970 pasó a regentarla Rafael Martínez Obispo, abuelo de Jesús Murillo. Aunque por aquel entonces se le conocía como Casa Obispo -por el apellido de su dueño-, tenía el mismo nombre que en la actualidad. La taberna nunca ha cesado su actividad y Jesús es ya la tercera generación de taberneros tras siete años como gerente. Eso sí, ahora las cosas han cambiado y el mundo de la taberna cuenta con "una mayor formación y una vista también al exterior sin perder las costumbres".

Y es que Jesús insiste en que "la gente que viene de fuera es una alegría verla disfrutar de las tradiciones de Córdoba. Por eso las tabernas se deben extrapolar y que no se queden solamente aquí, hay que darles vida y que no mueran". Lo gratificante que es ver al turista "disfrutar con platos de la tierra junto a un fino de Montilla-Moriles" no tiene precio, o que se los extranjeros se integren en las tertulias flamencas que en la taberna Santa Marina organizan cada lunes y en las que se juntan desde un guitarrista de 20 años a un cantaor de 70 años.

En la mezcla del cordobés con el turista está el éxito contemporáneo de las tabernas tradicionales, pues "sin los parroquianos no se entendería una taberna, pero las tabernas se acabarían sin el turismo a día de hoy". Así lo asegura Jesús Murillo, quien, pese a abrazar los nuevos tiempos, trabaja día a día por mantener "la esencia" en su negocio. El Bar Santa Marina sigue siendo esa taberna donde "la gente va a desconectar", donde el parroquiano entra directamente a la barra buscando ese buenos días o la conversación que se quedó a medias la noche de antes y en el que desde hace casi 100 años se ha hablado de fútbol, de actualidad y sobre todo de toros.

Vitrinas con archivos y la máscara mortuoria de Manolete en la Taberna Santa Marina. / Miguel Ángel Salas

De hecho, si por algo es reconocido este establecimiento, es porque en su interior se esconde uno de los mayores tesoros de Manolete del mundo. En sus vitrinas y paredes repletas de fotografías antiguas se pueden encontrar archivos llamativos como el libro de cuentas del colegio de Monolete; la medalla de Guadalupe junto a la que el torero dormía en México; banderillas e incluso su máscara mortuoria, de la que apenas hay ejemplares. Todo un ambiente de los más tradicional en sus dos salones, su patio interior que recoge la luz del exterior y que se sostiene con dos arcos que imitan a los de la Mezquita-Catedral, su pica que conecta con la cocina y su inconfundible barra.

Y por supuesto, en esta taberna no puede faltar la buena comida. Tradicional, casera y con productos de la tierra, como mandan los cánones. Su carta incluye unos 25 platos de siempre como son las ensaladas, el salmorejo, el flamenquín, las croquetas caseras, la carrillada o el rabo de toro, toda una gama de carnes de Los Pedroches. Además de las sugerencias que van rotando, o el Sombrero del Obispo, el plato estrella que consta de patatas bravas y puntas de solomillo con salsa verde alrededor. Lo más pedido.

Se come bien y se bebe estupendamente. Sobre todo vino, y si es Montilla-Moriles, mejor. Hasta la taberna cuenta con una placa que luce en su fachada entregada por el Consejo Regulador de esta Denominación de Origen. Su cocina tradicional y abundante con platos para compartir en familia en un entorno con tanta historia entre sus muros y en un barrio legendario hacen de la Taberna Santa Marina un establecimiento con una sinergia de categoría a la que están invitados parroquianos, cordobeses y turistas.

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