La verdad sobre el mártir San Acisclo
Un profesor de la Universidad Pablo de Olavide revela que el mártir no fue ajusticiado en el anfiteatro El edificio no albergó culto cristiano como se pensaba tradicionalmente

"San Acisclo no fue ajusticiado en el anfiteatro de Córdoba, un recinto que además no fue un centro de culto cristiano durante la Antigüedad Tardía", con estas palabras el profesor de Arqueología de la Universidad Pablo de Olavide, Rafael Hidalgo Prieto, cuestiona las hipótesis tradicionales que hablan del martirio del patrón de la ciudad en el anfiteatro ubicado en el actual Rectorado de la Universidad de Córdoba, una idea que destaca Hidalgo está muy arraigada en el ideario de la ciudad. Este arqueólogo cordobés pretende con su estudio "aclarar la situación de la investigación arrojando algo de luz, para que la ciudad pueda conocer la verdad", "una historia que queramos o no, no se puede cambiar".
El artículo publicado en la revista Habis pone de manifiesto que a día de hoy no se conoce la localización exacta donde fue ajusticiado el mártir pudiendo realizar una única afirmación, la persecución y el martirio de Acisclo tuvo lugar en la ciudad de Córdoba a inicios del siglo IV d.C., en el año 302-303 aproximadamente, en tiempos del obispo Osio. Asimismo plantea que la ubicación exacta del lugar donde tuvo lugar el final del primer mártir cordobés es una incógnita de díficil resolución y sólo el tiempo lo resolverá, si se produce algún hallazgo fruto de la fortuna.
Hidalgo destaca que la noticia en la que se hace referencia a la pasión y muerte de este santo se produjo en el anfiteatro de Córdoba, se corresponde con un texto de época medieval, la Passio Aciscli et Victoriae, "redactada por alguien que desconocía completamente los hechos reales acaecidos en la ciudad". Asimismo destaca que la costumbre de la época hacía que a la hora de redactar este tipo de relatos sobre martirios se copiasen escritos de ajusticiamientos anteriores con argumentos recurrentes pero carentes de cualquier tipo de rigor histórico y científico. Y esto es lo que, plantea, ocurrió con San Acisclo, ya que la obra que sitúa el ajusticiamiento en el anfiteatro, es un plagio de la narración de la pasión de la mártir italiana Santa Cristina.
La investigación también revela que el anfiteatro de la ciudad, que durante la Antigüedad Tardía fue considerado centro de culto paleocristiano, no sería tal al no ha aparecido ninguna evidencia que permita afirmar que esta zona estuvo dedicada a dicho culto. La ausencia total de elementos que identificarían el culto cristiano en las fuentes literarias y epigráficas o el tumulatio ad sanctos, referido a la tradición de los fieles de enterrarse en lugares próximos al lugar donde se habían producido martirios, al inicio de las prácticas cristianas. En su estudio afirma la existencia de un único enterramiento aislado, de carácter infantil, mientras que en el caso de haber sido lugar de uso religioso las inhumaciones halladas habrían sido mucho mayores.
Hidalgo explica que el hallazgo de tres ábsides, propios de basílicas cristianas, ha llevado al mundo científico a aseverar que se trataba de un lugar donde se practicaron rituales cristianos ya que "se han realizado interpretaciones por encima de datos reales al encontrar ábsides e identificarlos con la presencia de una iglesia". Sin embargo, el autor del artículo sostiene que formarían parte de la cimentación del propio anfiteatro a pesar de algunas diferencias en la construcción.
El estudio viene a echar por tierra las hipótesis sostenidas hasta el momento sobre la muerte del patrón de la ciudad, al que el poeta Pablo García Baena dedicó el poema Himno a los santos niños Acisclo y Victoria en el que decía: "Aparta de mí, oh noche, la sangre que resbala hasta teñir el río de su cárdeno grito, la sangre que derrama la cabeza cortada por un sueño de espanto, de Acisclo puro y limpio como un ángel ahogado en el fondo de un pozo".
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