“Quien visita la Catedral de Córdoba y cree que ha visto una mezquita no ha entendido el edificio”
María José Muñoz | Directora del Museo y la de Biblioteca Diocesanas
Confiesa que no es capaz de quedarse con una sola catedral de España, aunque se decanta por la de la capital, a la que considera su casa y su hogar
Acaba de publicar 'Páginas de piedra'
Licenciada en Historia del Arte y en Ciencias Religiosas, María José Muñoz (Córdoba, 1966), es la directora del Museo Diocesano y también de la Biblioteca Diocesana. Defiende el término Catedral, antigua Mezquita de Córdoba para referirse al principal polo de atracción turística de la ciudad. Acaba de publicar Páginas de Piedra: Una lectura de las catedrales españolas, una obra en la que invita a leer las templos y que trasciende lo arquitectónico o lo artístico.
–¿Cómo fue su llegada a la dirección del Museo Diocesano?
–Fue algo muy gracioso. Yo era profesora de instituto y, en aquel momento en Córdoba estaba de obispo Javier Martínez, ahora arzobispo de Granada. El tenía la idea de poner en marcha el Museo Diocesanos, que estaba en situación de abandono; quería hacer un proyecto nuevo. Se enteró que había hecho mi tesis doctoral sobre el tema de museografía, sobre el museo educador. Estuve estudiando en México en el Instituto Superior de Estudios Museológicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ni corto ni perezoso me dijo que me viniera porque tenía el perfil para iniciar el proyecto del museo. Me ofreció un proyecto que me parecía muy interesante.
–¿Y cómo puso en marcha este proyecto?
–Me reciclé y empecé a desarrollar el proyecto sobre la conversión del Museo Diocesano en un centro de interpretación de la Catedral de Córdoba.
–Una idea que en 2001 era novedosa. ¿Qué fue lo más difícil de llevarla a cabo?
–Suponía un cambio de concepto muy radical respecto a lo que en aquel momento eran los museos diocesanos, que se concebían como espacio de exhibición de objetos y yo planteaba dar un salto que ahora veinte años después no es raro, pero en aquel momento sonaba rarísimo. Cuando yo decía lo del centro de interpretación no se sabía lo que era. En aquel momento era muy novedoso porque era primar el relato y la historia que quieres contar sobre los objetos. Suponía un cambio de concepto grande que en el ámbito diocesano y en ningún otro era muy difícil de asimilar porque los museos se concebían como una exposición de objetos y yo decía que no. Lo que más costaba era ese cambio de mentalidad.
–Echando la vista atrás, ¿con qué se queda de todos estos años?
–He conocido a dos obispos más. El proyecto saltó con Juan José Asenjo y luego con Demetrio Fernández y, además, con un arquitecto distinto en cada fase. El proyecto se ha tenido que ir ajustando a cada necesidad y, de hecho, ahora mismo el proyecto está en manos del Cabildo de la Catedral y yo voy como persona externa. Esos cambios han sido complejos. Me quedo con la satisfacción de que el proyecto en el que ahora se está pensando es exactamente ese, un museo en el que prima el relato y que la idea se ha consolidado y no es tan extraña. De todo el proceso he aprendido mucho.
–Sin embargo, el Museo Diocesano sigue cerrado y es un gran desconocido en Córdoba.
–No es conocido y lleva cerrado desde el año 2006, aunque he hecho algunas experiencias de abrir al público el Palacio Episcopal. Aunque está cerrado, el Museo Diocesano ha seguido trabajando, con conciertos, actividades, subastas… La institución se ha mantenido viva en todo ese tiempo.
–¿Hay alguna fecha para su reapertura?
–El proyecto está ahora en manos del Cabildo que lo está desarrollando. Me consta que se está haciendo un relato en el que realmente se teje la historia de la Catedral con la historia de la ciudad y las piezas del museo. No hay fecha concreta. La obra de remodelación donde iba a ir ubicado se hizo, pero hubo problemas de licencias y cuando se solucionaron llegó la pandemia, que nos ha dejado con muy pocas posibilidades programar ni prever nada y estamos todos a la expectativa.
–¿Su posible apertura al público está vinculada al nuevo Plan Director de la Mezquita-Catedral o son dos proyectos diferentes?
–Son proyectos independientes, pero todo lo que se haga desde el Cabildo se tiene que hacer en el curso del Plan Director con todas sus indicaciones y directrices.
–¿Cuáles son las piezas más importantes a su juicio que esconde el Museo Diocesano?
–El Políptico de la Virgen de la Leche, que son cinco tablas del siglo XIV italoflamencas o El Calvario de Villaviciosa, una escultura anónima y magnífica. Es sobre todo una colección de pintura muy importante del siglo XVI en tabla.
–Además de ser la responsable del Museo Diocesano también lo es de la Biblioteca Diocesana.
–Sí y esa si que es una gran desconocida y me da mucha pena porque nuestros fondos son impresionantes. Nuestro fondo semítico es muy curioso y único casi en el mundo. Fue una colección personal que hizo Javier Martínez con fondos árabes y muy específico.
–¿A qué cree que se debe que sea tan desconocida en Córdoba?
–Es verdad que nuestra pretensión no es ser una biblioteca como la Pública Provincial, pero mucha gente no sabe que estamos abiertos al público y considera que es del Seminario, para los curas, pero no es así. Aquí puede venir cualquiera a estudiar y, quien nos descubre no nos suelta porque tenemos unas instalaciones estupendas. La gente también piensa a nivel de préstamos que solo tenemos libros de curas o de teología, pero tenemos una colección muy amplia, una gran cantidad de novelas y de literatura buena a préstamos, como cualquier servicio público de cualquier biblioteca y la gente no lo conoce.
–¿No sería entonces necesario llevar a cabo algún tipo de promoción para revertir esta tendencia?
–Realmente la estamos haciendo y creo que se está avanzando bastante en eso porque hacemos muchas actividades de difusión. Por ejemplo, somos muy punteros como empresa de recepción de prácticas con el alumnado de la Universidad de Córdoba, que es el que nos ayuda a la catalogación y hacer trabajos propios de la biblioteca, un trabajo que no podríamos hacer sin ellos. Pero el usuario no nos conoce y no sabe que dispone de esta biblioteca y puede acceder a préstamos. Además, está todo digitalizado.
–Además de estar al frente de ambos espacios, también ha encontrado hueco para escribir ‘Páginas de Piedra: una lectura de las catedrales españolas’. ¿Cómo surgió la idea?
–Si llego a saber lo que era esto, la verdad no me embarco (ríe). Yo trabajo hace años con la Fundación SM haciendo cursos para formación de profesores y hago uno que se llama Leer las catedrales y me desplazo a diferentes catedrales de España a hacer una visita, pero con una clave muy diferente y funcionaba muy bien. Me propusieron que hiciera carteles sobre las catedrales españolas divididos en cuatro partes con las diócesis y, cuando lo entregué vimos que daba más y de los carteles hicimos unas fichas y, luego salió el libro. He disfrutado mucho de la aventura. Era un proyecto complicado porque era embarcarme en todas las catedrales españolas.
–De todas las catedrales que conoce y, exceptuando la de Córdoba, ¿con cuál se queda?
–Esa es una pregunta que nunca soy capaz de responder. Me quedo con la mía siempre porque es muy singular. Considero que cada catedral tiene una aportación que hacer, incluso las que no son artísticamente muy interesante, cada una tiene que aportar algo.
–¿Qué tiene que aportar la Mezquita-Catedral de Córdoba?
–La fusión entre Occidente y Oriente, sin duda. Es una fusión increíble que la hace tan singular. El respeto de cómo se ha tratado la arquitectura y la Meca en unos siglos en los que se estaba haciendo era destruir las mezquitas y lo que ellos hacen es respetarlo profundamente. Incluso la arquitectura, si tu estudias cómo se hacen los arcos, es tremendo el respeto.
–Echando mano del título de su libro, ¿cómo se tiene que leer la Mezquita-Catedral?
–Pues como todas, escuchando muy bien lo que tiene que decir porque a veces no sabemos leer en los símbolos y en los signos. Hay mucho escrito. En el caso de Córdoba, es más elocuente el diálogo entra esas dos culturas.
–Sostiene también que hay que conocer las catedrales desde una perspectiva más amplia que la monumental, ¿eso es extrapolable a la de Córdoba, que el principal reclamo turístico de la ciudad?
–Por supuesto y en todas. El gancho turístico de casi todas las ciudades es su catedral, pero en Córdoba diría que es más necesaria que en ningún otro sitio. Hay que insistir en que su importancia no viene del carácter exclusivo del monumento, precisamente por eso, porque hay una confusión y resulta que al final nos creeríamos que no hemos visto una catedral, que hemos visto una mezquita y no estaríamos entendiendo la identidad del edificio. El que visita la Catedral de Córdoba y cree que ha visto una mezquita no ha entendido nada del edificio. Es así, no ha entendido nada y no hablamos solo de usos, hablamos de la arquitectura, de la evolución del edificio que es muy compleja. Si te quedas solo en los arcos y las columnas y dices que has visto una mezquita, no te has enterado de nada, no has descubierto nada de lo que el edificio quiere contarte, que es mucho más interesante porque es un diálogo profundo, porque hay un relato detrás que hay que descubrir.
–¿Lo ha descubierto usted?
–Claro. Tengo vínculos personales con la Catedral: he bautizado a una de mis hijas, he visto la ordenación de muchos amigos sacerdotes, he vivido la eucaristía miles de veces… Para mí es mi iglesia como católica que soy, es mi casa, mi hogar.
–Una duda, la de Córdoba ¿qué es catedral, mezquita o ambas?
–Yo siempre soy muy reivindicativa del término de Catedral y creo que soy más papista que el Papa. Es una cosa muy incongruente lo de Mezquita-Catedral, es como si yo digo blanco o negro, no me cuadra. Siempre me gusta decir la Catedral antigua Mezquita porque es exactamente el término más preciso. Entiendo que el otro término está consolidado y hay que respetarlo y lo entiendo.
–Pero el turista no viene a ver la Catedral de Córdoba.
–Si, ya digo. Me parece que el turista si viene a ver la Mezquita no se entera de lo que ha visto. Insisto mucho en este aspecto porque no es que sea para mí la Catedral como cristiana, sino que el turista si quiere descubrir de verdad un edificio no se puede quedar en la Mezquita, que es lo que pasa al final. Se pierden toda la identidad el edificio y todo lo que tiene que decir porque de hecho su singularidad es su pasado islámico, pero no nos olvidemos de inserción del Crucero que es absolutamente increíble. Mientras estaban destruyendo la Mezquita de Sevilla para construir la Catedral, aquí hicieron esa filigrana en el Crucero con los arcos, manteniendo totalmente la arcada bicroma propia del Islam, superponiendo la moltura renacentista… Hay cantidad de detalles exquisitos de respeto en el Crucero que creo que merecen ser vistos con una mirada doble. Si nos quedamos con la Mezquita, nos perdemos la otra parte que es muy importante.
–¿En qué otros proyectos trabaja en la actualidad?
–Estamos trabajando en varios proyectos para impulsar el Secretariado para el Patrimonio Cultural de la Diócesis de Córdoba. Hemos creado una página web nueva y estamos haciendo muchas actividades en función de difundir más nuestro patrimonio. Estamos intentando hacer muchas cosas nuevas y disfrutando y muy centrados en el Encuentro Sinodal, en ese insistencia del Papa Francisco en que todo sea muy dialogado, que la Iglesia sea muy participativa. Todos nuestros proyectos están intentando abrir ese campo de escucha y diálogo con otras instituciones civiles y abrirnos a otros, al no creyente, al que piensa diferente, a cualquier tipo de ideología política, a cualquier tipo de sensibilidad religiosa y a poder trabajar juntos.
–Ocupa cargos importantes en la Diócesis de Córdoba, ¿cuál es el papel de la mujer en el seno de la Iglesia?
–Cuando dicen el tópico de que la mujer está postergada en la Iglesia no es real. Son frases hechas y tópicos, que no tienen nada que ver. Efectivamente tengo dos cargos de responsabilidad, no solo aquí, sino también en la Conferencia Episcopal Española, donde he sido durante diez años vicepresidenta de la Asociación Nacional de Museos de la Iglesia en España, que supuestamente son museos que en muchos casos están regentados por sacerdotes y no es verdad tampoco. Si confieso que hace veinte años cuando comencé en la Conferencia Episcopal había muy pocas mujeres y muchos sacerdotes. Pero ahora hay muchísimas mujeres en todos los órganos directivos. Pienso en mis compañeros y pienso en más mujeres que hombres. Hay muchas más mujeres directoras en bibliotecas, museos, altos cargos… A mi nadie me ha situado en una posición de inferioridad respecto a un hombre, al revés. La mujer ocupa su propio espacio en la Iglesia y todo lo demás son tópicos que no son reales. Mi sueldo no es inferior al de un hombre, ni mucho menos, va en función de mi cargo.
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