El Córdoba CF se vuelve a cruzar con Pablo Alfaro: de revulsivo fallido a rescatar al San Fernando

El Córdoba CF afronta este domingo el antepenúltimo episodio de una temporada que puede pasar a la historia por los registros negativos de un equipo que es incapaz de ganar desde hace diez jornadas. A El Arcángel llegará el San Fernando, uno de los dos únicos equipos que han hincado la rodilla ante los blanquiverdes en lo que va de 2023. Y con el cuadro gaditano regresará al feudo cordobesista Pablo Alfaro, un fallido revulsivo para el Córdoba que ahora ha conseguido hacer valer ese papel en el San Fernando.

Precisamente cuando en Córdoba se habla sobre el nulo efecto que la llegada de Manuel Mosquera ha tenido sobre un equipo en caída, con solo dos puntos sumados de 15 posibles, en el horizonte aparece otro entrenador que tuvo que convivir con el fiasco de ver como su etapa en El Arcángel duraba apenas unos meses por culpa de los malos resultados.

Y es que Pablo Alfaro apenas pudo disfrutar cuatro meses de todo lo que supone estar a los mandos del conjunto blanquiverde. El técnico aragonés en diciembre de 2020, en aquella extraña última temporada de la Segunda División B, marcada por la pandemia y por un formato de competición que terminó convertido en una trampa mortal para el Córdoba CF, que acabó cosechando un descenso de categoría pese a protagonizar un curso de mitad de tabla.

A Alfaro se encomendaron los rectores de Infinity después de comprobar que Juan Sabas, su primera apuesta en firme para el banquillo del Córdoba CF, no era el hombre idóneo para intentar conducir al equipo hasta la Segunda División. El ahora técnico del San Fernando llegó en diciembre y su impacto fue inmediato. Dos victorias en liga y dos más en la Copa del Rey hicieron pensar que el CCF había dado con la tecla. Hasta seis partidos llegó a estirar Pablo Alfaro la condición de invictos de los suyos.

Sin embargo, en una situación similar a la acontecida este curso, el Córdoba empezó a caerse a finales del mes de enero hasta el punto de ver, primero, su camino cerrado hacia la Segunda División y, más tarde, quedar también fuera de la Primera Federación. Cuando ya la Segunda RFEF era prácticamente una realidad, el club apostó por Germán Crespo. Y, a partir de ahí, la historia escrita por el granadino y su equipo es de sobra bien conocida.

Pablo Alfaro se marchó del Córdoba CF con la sensación de haber cosechado un rotundo fracaso, pero sin una mala palabra. Al maño le pasó factura aquella mala experiencia, hasta el punto de que pasó una temporada en blanco y se quedó sin un proyecto de inicio en la actual. En el último parón navideño, el San Fernando optó por despedir a Salva Ballesta (su segundo entrenador del curso tras Nacho Castro) y apostar por un Alfaro que cogió al equipo en una situación delicado, sumido en el descenso y con una dinámica de seis partidos sin ganar.

Un revulsivo efectivo

Su estreno fue, precisamente, ante el Córdoba. Y los blanquiverdes asaltaron el Iberoamericano (1-3), en la que a la postre sería una de sus dos únicas victorias hasta la fecha. Pese a ese primer revés, el trabajo de Alfaro ha ido dando sus frutos hasta el punto de sacar al San Fernando de la zona de descenso con bastante solvencia, acumulando siete victorias y cinco empates en 19 partidos dirigidos.

Tras pasarlo mal en los inicios, el que fuera entrenador del Córdoba CF tiene ahora al San Fernando ubicado en la decimosegunda posición de la tabla, con cuatro puntos de renta sobre el descenso y la permanencia bien encarrilada. El San Fernando, de hecho, solo ha perdido uno de sus últimos cinco partidos y llegará a el Arcángel con la posibilidad real de rebasar en este tramo final al conjunto blanquiverde, del que le separan seis puntos cuando quedan seis en juego y un enfrentamiento directo.

Pablo Alfaro, ese entrenador que para el Córdoba CF fue un revulsivo fallido, regresa el domingo a El Arcángel muy cerca de sellar el objetivo que el San Fernando le encomendó, mientras el conjunto cordobesista se mueve en una tormenta calcada a la que se vivía cuando el aragonés fue despedido.