El Córdoba CF lleva la ilusión a los niños ingresados en los hospitales Reina Sofía y San Juan de Dios

El ingreso en un hospital no es plato de buen gusto para nadie. Mucho menos si el enfermo en cuestión es un niño cuyos problemas de salud le obligan a pasar una buena temporada en el centro hospitalario, alcanzando incluso unas fechas tan señaladas y especiales como las navideñas. En ese contexto de sufrimiento familiar, cualquier gesto, por pequeño que sea, cobra un valor inusitado, y por eso el Córdoba CF ha querido un año más repetir su tradicional visita a los hospitales Reina Sofía y San Juan de Dios, donde los futbolistas blanquiverdes han sorprendido a los internos en sus respectivas plantas de pediatría.

Después del entrenamiento matinal en la Ciudad Deportiva, los integrantes de la plantilla blanquiverde se dividieron en dos grupos y acudieron a una de las citas más especiales del año. Una vez en sendos hospitales, los futbolistas, cuerpo técnico y el CEO de la entidad, Antonio Fernández Monterrubio, sorprendieron con diferentes regalos a los pequeños que pasan estas fechas ingresados.

Un presente, la firma de un autógrafo, unos minutos de conversación con niños que lo están pasando mal y hasta un ratito de peloteo con los balones oficiales que la entidad regaló entre los pequeños. Gestos que cuestan muy poco pero que tienen un valor incalculable. Una mañana diferente para esos campeones que luchan contra las adversidades que la vida les ha puesto por delante a una edad demasiado temprana.

Para los futbolistas tampoco fue un acto más. El convivir con niños en situaciones de salud complicadas, con familias golpeadas por la incertidumbre del futuro, supone un golpe de realidad, un cable a tierra para un grupo de profesionales privilegiado, con sus problemas como cualquier persona, pero que disfrutan de su profesión en condiciones muy favorables.

Por todo lo bueno que actos así generan, la visita del Córdoba CF a los hospitales fue, un año más, mucho más importante que cualquier partido de fútbol. Y es que cuando la salud está en entredicho, todo lo demás queda en un segundo plano. Al menos, durante unas horas, esos pequeños ingresados en el hospital olvidaron sus penas para disfrutar de una visita especial.