Es imposible sobrevivir a esta locura (2-4)
Córdoba-Oviedo | Crónica
El Córdoba, vulnerable y previsible, cede con claridad ante un muy buen Oviedo que pudo hacer mucho más daño
La fragilidad en el área propia fue desquiciando poco a poco a un equipo que acabó volcado pero sin red

Córdoba/En medio de la locura estival, el Córdoba apareció en el campeonato con la vitola de equipo sólido y bien armado como argumento principal para caminar con firmeza por él. Pero en dos jornadas, el equipo de José Ramón Sandoval se ha quedado desnudo, desprotegido, con todas sus vergüenzas al aire. Siete goles han encajado los blanquiverdes en apenas siete días, y ante dos enemigos que no se puede decir precisamente que tengan en la faceta ofensiva su principal virtud. Pero es que lo que ha ofrecido este CCF en El Arcángel en este tramo final de agosto es para echarse a temblar. Cualquiera le hubiera hecho ese daño o más. Porque el cuadro cordobesista, ya ante el Numancia pero especialmente ante este Oviedo con muy buena pinta, se mostró como todo menos un bloque firme; fue un grupo vulnerable en todas las zonas, con especial hincapié cerca de su área, un cuadro incapaz de convertir el tener la posesión en algo más que mover la pelota, en crear cierto peligro sobre el portal rival. Ni siquiera los goles, que sirvieron para abrir algo de esperanza durante el partido, pueden esconder una pésima actuación que pudo quedar más ensombrecida aún si su oponente le hubiera querido hacer más daño, algo que dibuja una última semana de mercado con mucho trabajo por hacer –sobre todo en los despachos, y ya si eso fuera...– y pone sobre aviso de lo que puede ser esta temporada cuyo inicio está siendo una continuación de la pesadilla que arrancó ya en el mes de junio.
Con la gran novedad de Franck Bambock en el once inicial por Álex Vallejo, el Córdoba afrontó su segunda cita consecutiva en casa con la intención de mostrar una evolución sobre lo ofrecido siete días antes en el estreno. La idea, sobre el papel, era borrar las dudas defensivas equilibrando más el equipo, y ser igual de contundente en ataque. Pero pronto el guión quedó hecho añicos. Como ya ocurriera una semana antes, lo que refleja que no es ningún accidente, una acción a pelota parada sobre el marco rival originó una contra letal de su adversario; Saúl Berjón, con la colaboración de un Bárcenas notable, batió a Stefanovic para complicar la noche ya de salida.
Porque si precisamente algo tiene este Oviedo que ha moldeado Anquela es que sabe moverse bien con el marcador a favor. Apoyado en una medular con trabajo y calidad, y sobre todo con un bloque que sabe a la perfección que hacer en cada momento, fruto del intenso trabajo realizado –ahí aparece una de las grandes diferencias entre ambos equipos–, la escuadra asturiana pasó a sentirse como en el salón de casa. Sin tener que proteger en exceso el arco propio, por la labor propia y la falta de claridad ofensiva local (Bambock fue de los primeros en probarlo con un tiro lejano y muy desviado), los visitantes disfrutaron plácidamente del resto del primer periodo. Sobre todo cuando otro error grosero de Aythami en un despeje originó el 0-2 de Bárcenas. Ni que fuera agosto ni las dificultades pasadas en las semanas previas privó a parte de la afición a pitar a los suyos, que en esos momentos eran todo menos un equipo. Perdidos en guerras individuales, con numerosas pérdidas, sin sentido colectivo del juego y con una nula capacidad para reconducir la situación, lo mejor fue un descanso al que ya el CCF llegó con Sandoval expulsado y tras recibir varias veces el perdón de su enemigo a la contra.
Visto lo visto, el técnico blanquiverde optó por agitar la pizarra en la caseta y jugarse el todo por el todo. Con Jaime Romero en el verde, sustituyendo a Bambock, el CCF se posicionó en una especie de 4-3-3, con los laterales muy profundos y Valentín haciendo las veces de mediocentro posicional. Eso al menos le sirvió para jugar más en campo contrario y encontrar pronto la recompensa del gol para meterse en el partido, con una buena maniobra de Javi Lara y mejor definición de Alfaro, que por fin pudo superar a un Alfonso Herrero que poco antes había desbaratado un intento a quemarropa de Jaime Romero. Eran los mejores momentos locales, con Aguado apareciendo por fin y el balón de una vez por todas rondando el área azulona con relativo peligro.
Sin embargo, el primer arreón visitante devolvió el partido a su situación real, bajo el control y el dominio absoluto de un Oviedo que demostró buenas maneras, que fue mejor de principio a fin. Tejera, dueño y señor de la medular, empezó a crecerse y subidos a sus espaldas crecieron el resto. Javi Muñoz avisó con un derechazo que buscó el ángulo y acto seguido, una buena acción colectiva que desnudó por completo a la zaga blanquiverde, sobre todo a sus laterales, Saúl Berjón firmó su doblete para no afear la buena jugada de Johannesson y Bárcenas. Tocaba volver a empezar, pero tras sufrir otro varapalo. Y ya la historia fue diferente.
Porque a pesar de los intentos continuos, con la entrada de Piovaccari, con el paso de Aythami al centro del campo por los problemas físicos de Valentín, con el juego filtrado de Alfaro, el Córdoba se topó más de una vez con la zaga azulona y especialmente con un inspirado Alfonso Herrero, clave a un testarazo del capitán. Sólo Pio pudo batirlo tras una gran acción ofensiva, pero casi de seguido Bárcenas se encargó de poner de nuevo las cosas en calma para los suyos con otra contra en la que dejó con el molde a un Stefanovic que queda señalado, pese a no ser ni de lejos el único culpable de una sangría que ni siquiera un penalti ya en el alargue pudo maquillar. Aguado volvió a toparse con el meta carbayón, el más cuerdo dentro de una noche loca que debe servir para el estudio interno en un Córdoba demasiado desquiciado ya estas alturas de la temporada.
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