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Córdoba/A la octava intentona fue la vencida para el Córdoba, que sumó ante el Almería el primer triunfo liguero del curso, aunque la victoria llegó de forma agónica y sufrida, más por voluntad que por recursos. Eso sí, mejor supo a los blanquiverdes, que tuvieron que pelear ante un buen rival -hasta que decidió dormitar y perder su ambición- y ante su espesura de piernas y su nula idea colectiva, un problema que habrá que ir atajando si de verdad el bloque que entrena Sandoval aspira a mejorar. La victoria era más necesaria que nunca para los blanquiverdes, sobre todo para un José Ramón Sandoval que gana ahora tiempo cuando su puesto pendía ya de un hilo. Y esa necesidad quizás justifique el discreto partido, otro más, que el Córdoba brindó a su afición. Faltos de una idea de juego colectiva, los jugadores blanquiverdes tiraron de orgullo y resolvieron la papeleta cuando peor pintaba un encuentro en el que si no pasaron más apuros fue por la poca ambición de un Almería ordenado y serio, pero que no dio ese paso adelante en busca del triunfo cuando lo tuvo cerca. Se conformaron los rojiblancos con no salir derrotados de El Arcángel y encontraron el castigo a su racanería en el segundo acto con el tanto de Piovaccari, héroe renacido para la hinchada local después del mal trago que el ariete tuvo que pasar en Granada con su cambio precipitado.
Ganó el Córdoba y eso es lo más destacable del choque de ayer en El Arcángel. No es que sea escaso el botín de los tres puntos, que deja a los blanquiverdes fuera del farolillo rojo y con un golpe de oxígeno importante en la tabla, pero la forma de acceder a ellos sigue sin convencer. Ni por claridad de ideas ni por fútbol el Córdoba fue acreedor al triunfo, que llegó de la misma manera que en otras ocasiones se han perdido partidos en El Arcángel.
Claro que si se tiene en cuenta la delicada situación con la que el CCF afrontaba la visita del Almería, quizás sea demasiado pedirle una actuación brillante a un equipo que bastante tuvo con recomponerse después del desastre de Granada y dar una imagen seria. Sandoval, muy crítico con sus hombres tras el choque de Los Cármenes, sólo hizo dos cambios en el once titular. Loureiro y Quim Araujo sentaron a Fernández y Blati Touré, aunque el fútbol del cuadro cordobesista siguió siendo bastante plano.
Ante un Almería sustentado en la firmeza de su doble pivote, el balón largo en busca de Piovaccari o la baza del escurridizo Jaime Romero en la banda derecha fueron los dos únicos argumentos presentados por el equipo de Sandoval, al que de inicio le faltó una marcha más para desbordar a un Almería cómodo desde el arranque. Ninguno de los dos equipos tenía prisa por decantar el duelo y el cuadro indálico se plantó bien sobre el césped para apenas sufrir en una primera media hora de juego con contadas apariciones de los guardametas y un fútbol muy pobre. El duelo salió del letargo en el que andaba con la ocasión más clara para los locales. Bambock convirtió un rechace de la medular rojiblanca en un pase profundo elevado para Piovaccari, que encaró solo a René pero le pegó al muñeco. Sin casi haber hecho nada de mérito en el partido, el CCF estuvo a punto de adelantarse, aunque ninguno de los contendientes mereció el premio del gol en una primera parte, y van ya muchas, para el olvido.
Más obligado por su necesidad, el Córdoba entró algo más enchufado en la segunda mitad, aunque de fútbol, de nuevo anduvo cortito. La verticalidad y la garra de Piovaccari, más las apariciones cada vez más continuas de Jaime Romero por la derecha, hicieron dar un paso atrás al Almería que terminó siendo mortal para los de Fran Fernández. Porque en esa comodidad de la medular y una ordenada zaga, el equipo almeriense se durmió y no fue a por el partido cuando lo tuvo tan de cara como el conjunto cordobesista, en un tramo final del encuentro en el que el cansancio también jugó su papel. Piovaccari adelantó al CCF en el minuto 74, después de al menos cinco intentos. La fe tuvo premio para Pio que, cosas del destino, aflojó el nudo de la corbata a su entrenador sólo unos días después del affaire en Granada.
Ese golpe lo acusó el Almería, y ni siquiera los cambios cambiaron la cara al equipo de Fran Fernández, ya obligado a ir al ataque pero sin tampoco demasiada claridad para inquietar al Córdoba. Sandoval no lo dudó un instante y con la ventaja en el marcador varió su dibujo a un 4-5-1 con claro carácter defensivo. Luis Muñoz entró para actuar de libre y los cordobesistas se atrincheraron a la espera de un contragolpe que dejara el duelo solventado.
En esa fase del partido dominó más el Almería, pues casi siempre se jugó en la parte del campo que defendía el Córdoba, pero los indálicos mostraron una gran incapacidad para inquietar a Carlos Abad. El cuadro de Sandoval supo ser paciente y enfriar el choque en un par de faltas visitantes, y en una trifulca final que terminó con Corpas y Aythami expulsados. Para entonces, el triunfo ya estaba en la buchaca de un Córdoba que necesitaba puntuar por encima de todo, pero que sigue sin encontrar un rumbo idóneo sobre el que construir su camino. Mientras eso llega, Sandoval y los suyos ya respiran algo más tranquilos.
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