Un rock and roll en plena celebración (5-0)

córdoba cf - cf reus deportiu

El Córdoba entierra su crisis con buen fútbol y una goleada que sirve para enterrar un capítulo negrísimo en la historia del club

De momento, el equipo ya no es colista y la permanencia se quedará entre 5 y 7 puntos

Las imágenes del Córdoba-Reus / Álex Gallegos
Cisco López

20 de diciembre 2017 - 22:52

Córdoba/Que suene la música, bien alta; que la fiesta no pare desde hoy hasta el final de año; que el confeti cubra todas las carreteras desde Córdoba hasta pasado Madrid, dirección La Coruña mismo; que el champán corra como si no hubiera un mañana. Porque ayer fue un día grande para el cordobesismo y no exclusivamente por la clara victoria ante el Reus, que también. Ese éxito fue sólo la culminación de unas horas de éxtasis en blanco y verde, la confirmación de que hay luz al final del largo túnel que se ha ido cavando durante estas últimas semanas. Porque las alegrías, como las desgracias, nunca vienen solas. Y ahora, por fin, toca disfrutar de las primeras.

Porque a la salida de la familia González del accionariado de la entidad, que se debe confirmar en breve salvo un giro radical en los acontecimientos que no se espera, se unió la reacción de un equipo que firmó su mejor actuación de la temporada, dando forma a una goleada de otros tiempos, de esas que El Arcángel ansiaba saborear con los suyos de protagonistas. Un desquite justo en el mejor momento, un mensaje de optimismo para el futuro. Una liberación en toda la magnitud de la palabra para enterrar una de las etapas más negras en la historia reciente del club.

Es tiempo ahora de ilusión y de esperanza, y no sólo por la llegada de la Navidad, que futbolísticamente ya empezó ayer. De momento, sólo un triunfo después de dos meses y medio de sequía sirve ya para abandonar el puesto de farolillo rojo, dar dos saltitos en la clasificación a la espera del cierre de la jornada y acercar la permanencia, que en función de lo que pase se quedará entre 5 y 7 puntos.

Por primera vez en mucho tiempo, ir a El Arcángel no fue un suplicio. Las noticias acontecidas en el día cambiaron la cara de la afición, que transmitió de salida ese subidón que invadía el estadio a un conjunto con sólo un cambio de cromos respecto a encuentro del pasado sábado en el Mediterráneo de Almería. Pero la entrada de Jovanovic fue determinante desde muy pronto. El descaro y la velocidad del extremo serbio convirtió en un punto más vertical el juego del Córdoba, sin perder ese gusto por el toque recuperado de la mano de Jorge Romero.

Y en combinación con el Javi Galán más acertado del ejercicio, el peligro no tardó en acechar a un Reus incómodo, incapaz de encontrar el patrón de juego que le ha hecho viajar cómodamente durante toda la temporada en el vagón medio de la tabla. Un par de avisos dieron paso a la ruptura de la igualdad en el marcador al paso por el ecuador del primer acto, y por partida doble. Sergi Guardiola demostró el oportunismo que siempre se le pide a un nueve para empujar dos balones en el área pequeña anticipándose a la defensa y batir a Badia. Como en las dos citas anteriores en casa ante la Cultural y el Rayo, dos goles de ventaja. Sólo quedaba esperar un final diferente.

Pero en esta ocasión, el Córdoba supo gestionar mucho mejor su renta. Con un punto de intensidad y actitud mayor, para apenas permitir un par de salidas medianamente claras de los rojinegros, los locales recuperaban pronto para, ya en ventaja, amasar más la pelota, dormir la posesión... y pegar chispazos por sorpresa, sobre todo por fuera, pisando área con claridad para ser una amenaza real para Badia. De hecho, al descanso llegó con hasta 14 disparos, casi la mitad de ellos (seis) entre los tres palos, por apenas uno de su enemigo. Control y pegada, una combinación perfecta.

Sobre todo cuando al salir de vestuarios, sin tiempo para la esperada reacción del equipo de López Garai, Sergio Aguza evitó cualquier sufrimiento con un latigazo a la red, a un sitio imposible para la estirada del meta. Ya no había lugar para el pensamiento peligroso en escenarios pasados. El Córdoba estaba lanzado, desatado cada vez que se le ponía de cerca el portal de Badia. Como en el primer acto, la acción siguiente al gol fue otra ocasión clamorosa, que sólo la falta de instinto asesino de Jovanovic permitió salvar a Olmo, que luego se libró de la roja tras una entrada criminal a Guardiola. El serbio demostró poco después que lo suyo es percutir partiendo desde la banda, burlar contrarios, asistir en lugar de pegar.

El duelo estaba tranquilo, quizás demasiado, pero el Reus, con los cambios, quiso aprovechar unos minutos de ligera relajación cordobesista para meter algo de miedo. Lekic, al poco de ingresar en el terreno de juego, tuvo la más clara, pero se topó con Pawel, que se elevó a continuación para meter en tensión a los suyos tras un par de acercamientos más, con mucho espacio a la espalda de la zaga, de los visitantes. Ya el partido estaba de ida y vuelta, justo la situación que tanto le gusta a González cuando se pone el tema de la venta sobre la mesa. Pero esta vez sólo hubo lugar para dañar una meta, la rival: Guardiola firmó su triplete y Aguza cerró su doblete para rubricar una goleada que invita a soñar con un mundo mejor. Ojalá que te vaya bonito...

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último