‘Matrimoniadas’ en blanco y verde (1-1)

Cádiz CF-Córdoba CF | La Crónica

Una genialidad de Andrés Martín salva un punto para el Córdoba en otra actuación mediocre que pese a todo pudo acabar con un premio mayor

La falta de sintonía entre los jugadores fue el gran aval de un Cádiz excesivamente rácano

Bodiger, que tuvo la victoria en sus botas, se lamenta tras el pitido final.
Bodiger, que tuvo la victoria en sus botas, se lamenta tras el pitido final. / Jesús Marín

En cualquier otra situación, sacar un empate del Ramón de Carranza sería para estar satisfechos. En la situación del Córdoba, sólo sirve para resignarse aún más, para tirarse de los pelos ante otra oportunidad perdida para dar pie a la ansiada remontada. Cierto es que el punto permite recortar distancias con los rivales más directos, porque perdieron, y acerca la permanencia a nueve, que continúa siendo un mundo. Pero no menos cierto es que la imagen dada ante el Cádiz no es la de un equipo que quiere pelear por obrar otro milagro, que quiere engancharse con todo al tren de LaLiga 1|2|3.

En muchas fases del encuentro, el CCF pareció un equipo muerto, perdido en guerras intestinas y más pendiente del lucimiento personal que del bien colectivo. Eso dejó detalles de equipo poco serio, con broncas entre jugadores, con riñas de barrio y nadie capaz de poner orden sobre el verde. Todo es consecuencia de la falta de liderazgo que tanto se ha echado en falta desde que arrancó el curso, y que difícilmente vaya a aparecer ahora, siete meses después y con el panorama tan negro. Por si fuera poco, cuando mejor estaba, cuando parecía que por fin estaba decidido a competir, se pegó un tiro en el pie, regaló el 1-0 y se puso él mismo contra las cuerdas.

Por suerte, el más joven de los once sobre el verde, un chaval con apenas dos decenas de partidos en el fútbol profesional, apareció para demostrar al resto del grupo cómo se debe dar la cara en situaciones límite. Se inventó una obra de arte de la nada y regaló el empate a Piovaccari; acto seguido se sacó de la chistera otra asistencia en pared a Bodiger, pero el francés tiró al palo. Ahí estuvo la victoria, que hubiera sido demasiado premio para lo visto sobre el verde. Y no es que el Cádiz fuera mejor, ya que los amarillos quizás firmaron su actuación más pobre para empezar a despedirse del play off.

Con esos condicionantes, parecía claro el guion que tenía que seguir el Córdoba para salir vivo del Carranza, para quebrar esa racha de dos derrotas que tanto daño le han hecho. Ante un rival que disfruta cuando tiene espacio para ir a la carrera, que se aturulla cuando debe llevar el peso del choque, al que el balón no le gusta mucho, se replegó en campo propio y dejó hacer. Y empezó atacando por los costados, con la velocidad de Salvi Sánchez y Jairo, que pusieron un puñado de envíos al área, donde no hubo opción de remate.

De las Cuevas salta para disputar un balón con Espino.
De las Cuevas salta para disputar un balón con Espino. / Jesús Marín

Pero que nada piense en ciclón ni mucho menos. Sobre todo porque con un doble pivote de claro corte defensivo como Edu Ramos y José Mari, es complicado ser un huracán ofensivo. Pero eso le bastó para ser mejor, entre otras cosas porque esa talla competitiva que durante la semana demandaron los pesos pesados del vestuario no apareció. Fallos en el pase horizontal, pérdidas en la salida, desaplicaciones defensivas y agujeros en la espalda de los centrales, que estuvo a punto de cobrarse Querol; su volea se fue fuera tras verse delante de Carlos Abad. Fue la más clara de un tramo inicial que poco a poco fue a menos.

El CCF definitivamente no estaba en el partido. La preocupación de muchos de sus futbolistas era más echar en cara el error al compañero que buscar la solución, la reacción. Es verdad que lo de muchos era para hacérselo mirar. Y el nerviosismo de la última línea, de la zaga, no ayudaba mucho a tirar para adelante. Carlos Abad dejó tras un córner un balón muerto en el área que casi lo aprovecha Lekic con una media vuelta; acto seguido los mismos protagonistas volvieron a cruzar sus miradas, pero el remate del serbio no encontró siquiera portería.

El Cádiz reclamó hasta tres penaltis en el área de Carlos Abad

Hasta la media hora no hubo un ataque serio de los blanquiverdes, por la izquierda, con una combinación al toque entre Piovaccari, Andrés y Jaime que murió en el intento de envío al área del extremo manchego. Eso y un par de faltas laterales sin opción alguna de remate fue el balance ofensivo en un primer periodo en el que el Cádiz pidió hasta tres penaltis en el área de Abad. Alguno pudo serlo, pero el arbitraje fue el mejor aliado ante los males acumulados.

Salvado en el primer acto, nada cambió de salida de vestuarios. El Cádiz siguió a lo suyo, pero al menos encontró algo más de oposición en su enemigo, que elevó la intensidad y con eso ya equilibró el partido. Incluso se atrevió más de una vez a pisar campo contrario con criterio, casi siempre con las apariciones del bullicioso Andrés. A los 53 minutos Luis Muñoz puso firma al primer disparo sobre el portal de un inédito Cifuentes, aunque salió muy alto. Por fin los complejos empezaban a pasar a mejor vida, y ante un Cádiz que empezó a deshacerse cual azucarillo, los de Rafa Navarro empezaban a tener ante sí la oportunidad de hincarle el diente.

Álex Menéndez le gana una acción defensiva a Correa.
Álex Menéndez le gana una acción defensiva a Correa. / Jesús Marín

Pero lejos de ir a un rival temeroso, que sacó a Álex Fernández para ganar control en la medular pese a perder un segundo punta como Querol, optó por mutilarse a sí mismo, por autodañarse. Un envío lateral fácil para el despeje a la luna lo convirtió Quintanilla en un córner; y en la segunda jugada del saque de esquina, el vasco empujó el balón a la red cuando Abad se disponía a cogerlo tras un primer remate de Kecojevic. La jugada tonta de la temporada, con el Córdoba otra vez de protagonista. Imposible sobrevivir a eso.

Con todo, la reacción fue buena. Andrés se vistió de héroe, buscó la espalda a Espino y bailó sobre la línea de fondo para asistir a Piovaccari ante la salida de Cifuentes. Golazo para empatar, para recobrar el aliento. Y hasta para soñar con algo más. Porque el Cádiz quedó grogui por unos instantes y Bodiger, tras pared con el joven de Aguadulce, tuvo un mano a mano que estrelló de forma incomprensible en el poste. En cinco minutos de inspiración, el CCF tuvo la victoria en sus manos. No lo cogió y al final casi termina pagándolo.

Porque los cambios y la necesidad de ganar de ambos equipos para acariciar sus objetivos, partieron el partido, ya más de ida y vuelta. El tema es que en ese descontrol, el CCF no suele nadar bien. Al menos esta vez siguió con vida, porque Rennella se topó con Abad y luego no conectó un cabezazo. Hubiera sido un triste final para otro capítulo de las matrimoniadas en blanco y verde.

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