El Córdoba CF cae con crueldad en Granada (1-0)

Córdoba/Derrota cruel donde las haya. El Córdoba CF hincó la rodilla en Los Cármenes en el partido en el que más obstáculos ajenos tuvo que sortear. Una expulsión de Théo Zidane difícil de comprender y un gol postrero cuando el punto ya se saboreaba en el bando de los de Iván Ania dejaron a los blanquiverdes con cara de circunstancias en un derbi andaluz en el que el Granada puso las ocasiones y el CCF, lastrado por esa inferioridad numérica, hizo el trabajo de desgaste sin recibir premio al final.

Y no es que el Córdoba CF ofreciese argumentos sólidos como para haber ganado en Los Cármenes, pero al menos los blanquiverdes fueron capaces de mantener su portería a cero durante 90 minutos, antes de verse superados en el tiempo de descuento por un Granada al que había conseguido adormilar en el segundo acto. En ataque, eso sí, los blanquiverdes aparecieron poco y volvieron a dejar patente que su nivel es el que es, justito para una categoría tan exigente como la Liga Hypermotion.

Aunque ambos equipos se tomaron los primeros compases con calma, el Granada no tardó en mostrar que, pese a las bajas que arrastraba, su plantilla presenta argumentos para ser temible en cualquier contexto. Los nazaríes estuvieron muy cerca de poner el 1-0 a los ocho minutos, en su primer acercamiento serio. Corbeanu dejó atrás a Calderón y sacó un centro medido que Lucas Boyé cabeceó abajo, obligando a Carlos Marín a hacer una estirada espectacular para conjurar el peligro con una mano providencial y tensa que desvió el duro remate del punta granadinista. A pesar de ese susto, el Córdoba no se descompuso y siguió intentando imponer su plan, que de inicio pasó por los envíos largos de Lapeña en busca de las rupturas de Casas.

No tuvo el Córdoba mucho éxito en esas lides y los blanquiverdes trataron de sacarse la presión del rival en base a tener el balón y encadenar pases. Poco a poco, los hombres de Iván Ania fueron capaces de dominar el ritmo del juego, aunque el Granada estaba extremadamente cómodo en sus dominios. Y todo ello a pesar de que el conjunto de Fran Escribá se desordenaba bastante tras pérdida, con repliegues defensivos muy lentos que el Córdoba no fue capaz de aprovechar por su poca capacidad ofensiva.

Lo que sí ganó el Córdoba CF fueron metros, palmo a palmo, hasta ir instalándose en campo del Granada con comodidad. A ello ayudó la presencia de Isma Ruiz entre los centrales a la hora de sacar el balón, anulando la presión de los dos puntas rojiblancos. En esas, y pasada la media hora de juego, el conjunto blanquiverde tuvo una gran ocasión. Calderón dejó atrás a Ricard y sacó un centro raso que Jacobo dejó pasar para que Théo Zidane enganchase un zurdazo en el área que se le marchó alto. Fue el primer aviso de los visitantes y, de hecho, la ocasión más clara en los primeros 45 minutos, a pesar de que el balón ni siquiera cogió portería.

Olvidado ya el susto inicial, el Córdoba CF estaba cómodo sobre el terreno de juego y controlando con cierta solvencia a un Granada que lo intentó con la velocidad de sus extremos, con más exito por la izquierda que por la derecha, pero sin ser capaz de imponer un ritmo alto de ataque. Los nazaríes vivieron de jugadas aisladas, como un córner en corto que Gonzalo Villar convirtió en un chut ajustado que no cogió portería.

Camino del tramo final del primer tiempo llegó la acción que cambió el partido. Jacobo colgó el balón al área y Théo Zidane se elevó con la bota en alto para controlar el balón. El francés conectó con la pelota pero no vio llegar a Brau, que chocó contra él provocando que el árbitro no dudase un instante en mostrarle la roja directa. Una acción a todas luces injusta, más allá del reglamento, porque el centrocampista del Córdoba CF ni siquiera advirtió la presencia de su rival en la pugna. Aturdido por ese varapalo, al CCF le costó completar el primer acto sin daños y Corbeanu tuvo una buena ocasión para el Granada en la última acción antes del descanso, pero su disparo tras quebrar a Calderón se marchó alto.

El guion del segundo tiempo era predecible y se cumplió paso por paso. Los nazaríes, envalentonados de salida en busca del gol que abriese la lata; los cordobesistas, dando un evidente paso atrás y replegando líneas sobre la portería de Carlos Marín. El primer cuarto de hora del Córdoba en ese segundo acto fue de sufrimiendo para contener a un Granada con prisas para abrir el marador. Sin embargo, los de Fran Escribá no encontraron excesiva claridad a la hora de finalizar jugadas y permitieron que el Córdoba creciese en su solidez, eso sí, cada vez más metido en campo propio.

No tardó Ania en ver que a su equipo le tocaría sufrir de lo lindo y, primero con Ander Yoldi y después con Genaro y Obolskii, buscó piernas frescas para mantener activo y enchufado en la presión ese 4-4-1 con el que trató de cerrar su arco ante la inferioridad numérica. Con las líneas juntas y un trabajo reseñable, el Córdoba logró desconectar al Granada, cada vez más lento y pesado de piernas en sus acciones, por más que Escribá buscó soluciones en su banquillo sin llegar a encontrarlas.

Los blanquiverdes, por momentos, llegaron a mostrarse hasta cómodos e incluso tuvieron una gran ocasión en una combinación entre Isma Ruiz y Albarrán que finalizó en un centro que ganó Obolskii, girando el cuerpo para sacar un disparo que, mordido, obligó a Mariño a despejar el balón a córner. Esa fue la última vez que el Córdoba merodeó con peligro el área de Diego Mariño, pues el duelo se volcó irremediablemente hacia la portería defendida por Carlos Marín.

Los blanquiverdes sufrieron, sobre todo con los centros laterales en los que Lucas Boyé anduvo cerca del gol en un par de ocasiones, pero llegaron al tiempo añadido manteniendo vivo el 0-0. Fue ahí, con la grada ya empezando a asimilar el empate sin goles, cuando el pulso se quebró del lado rojiblanco gracias a una acción de calidad que Siren Diao remachó en el área, ganando la posición a un Marvel despistado. Un mazazo cruel para un Córdoba CF limitado pero generoso en el esfuerzo y quizás por ello merecedor de un punto que se le escapó sobre la hora para seguir alargando una trayectoria lejos de El Arcángel que empieza a meter miedo.