Del cielo al infierno en cuatro años
Córdoba CF
Cuatro años después de su despedida de la élite, el Córdoba camina con paso firme hacia Segunda B
La pésima gestión económica, cuando más ingresos generó, nubla el futuro de la entidad
¿Recuerdan el 2 de mayo de 2015? Hace tan solo cuatro años, pero en clave cordobesista parece que ha pasado toda una vida desde entonces. Aquel día, de infausto recuerdo para el cordobesismo, el club de El Arcángel confirmó su descenso a Segunda División –tras una escandalosa goleada ante el Barcelona (0-8)– después de un efímero regreso a la élite del fútbol español. 42 años tardó el conjunto cordobesista en volver a competir con los mejores y, en apenas unos meses, el sueño se esfumó.
Aquel estrepitoso fracaso terminó por emborronar el milagro conseguido meses antes en el Estadio de Gran Canaria. Un ascenso que quedará para el recuerdo, pero que a la larga fue el inicio de un cúmulo de despropósitos que vuelven a situar al Córdoba al borde del abismo. En el plano deportivo, el equipo camina con paso firme hacia la Segunda División B, algo que puede ser matemático en apenas 10 días. Un desastre que es consecuencia de la lamentable planificación deportiva que el conjunto blanquiverde ha perpetrado desde que dio el salto a la élite. Y es que, en el mejor momento deportivo de los últimos 50 años, el club cordobesista encadenó un fracaso tras otro, con varios nombres propios y otros tantos protagonistas en la sombra.
Para colmo, la bonanza económica que el paso por Primera División y la consolidación como un equipo importante de Segunda debían generar en el club se ha marchado por la cloaca, con méritos repartidos entre el final de la etapa de Carlos González al frente del club y el inicio de la de Jesús León, clavo ardiendo al que se agarró el cordobesismo y que en menos de año y medio ha conseguido que haya entre la afición quien hasta añore al primero.
Una progresiva decadencia
En lo que a la parcela deportiva concierne, el Córdoba no tiene un proyecto estable desde el curso 2015-16, el de regreso a la categoría de plata. En aquella temporada, con Emilio Vega en los despachos y José Luis Oltra como técnico, al que el club le confeccionó una plantilla potente aunque quizás algo corta de efectivos, el equipo coqueteó con el ascenso directo durante muchas jornadas y se mantuvo en la parte alta de la tabla hasta disputar el play off de ascenso.
Sin embargo, el Girona cercenó las opciones de los blanquiverdes, que perdieron una gran ocasión para volver a Primera por la vía rápida, entre otros muchos factores por la indecisión del club a la hora de reforzar al equipo en invierno, cuando aún marchaba en los puestos de ascenso directo. El defenestrado Eddy Silvestre fue el único refuerzo de un equipo que pedía a gritos ser apuntalado.
Consumado el fiasco en el primer intento de retorno a la élite, el club entró en la decadencia que desde entonces mantiene. Al curso siguiente, en la 2016-17, la estabilidad se acabó. Con una plantilla mucho menos potente que la anterior, Oltra fue despedido tras mantener al equipo lejos de la zona alta durante demasiadas jornadas. Su relevo, Luis Carrión, no consiguió evitar la caída, hasta el punto de que el equipo ya coqueteó con el descenso, si bien terminó la temporada en una engañosa décima posición, pues hasta la jornada 41 –tras vencer en Vallecas al Rayo Vallecano (1-2)– no fue capaz de atar la permanencia.
Con el proyecto deportivo ya bastante agotado y los primeros síntomas problemáticos en lo económico, Carlos González apuró su etapa en la primera parte del curso 17-18. La apuesta inicial por Luis Carrión apenas duró diez jornadas y su relevo, Merino, pasó sin pena ni gloria. Una certeza asomaba ya por aquel entonces: el Córdoba había pasado a ser clase media-baja en la categoría de plata. Una etiqueta que no ha sido capaz de despegarse.
Con la mayor parte de la masa social en contra y el negocio personal ya hecho, González accedió a vender el club a Jesús León y Luis Oliver. De aquella compra-venta apenas hace año y medio, aunque desde entonces son muchas las cosas que han pasado en las oficinas de El Arcángel. Y pocas de ellas son positivas.
El Barcelona endosó la peor goleada de la historia blanquiverde (0-8)
El paso por Primera División del Córdoba fue un sueño que rápidamente se tornó en pesadilla. El conjunto blanquiverde sólo consiguió ganar tres partidos y cerró la temporada con sólo 20 puntos en su casillero. Aquello que el club cordobesista había peleado durante más de cuatro décadas, el retorno a la élite, se escapó por la vía rápida. Además, el destino se cebó con el Córdoba a más no poder. Precisamente el día que se certificó de manera matemática el descenso, el 2 de mayor del 2015, el conjunto cordobesista encajó la peor goleada de sus más de 60 años de historia. Nada más y nada menos que ocho goles (con doblete de Messi, triplete de Luis Suárez y goles también de Rakitic, Piqué y Neymar) le endosó el Barcelona a los de José Antonio Romero en su paso por El Arcángel, en lo que debía ser una fiesta para la ciudad de Córdoba, pero que tristemente se tornó en una humillación y en la confirmación de que el sueño de Primera había sido solo eso, un efímero sueño. Después de aquel mal trago, al cuadro blanquiverde aún le quedaron por delante tres jornadas, ya con la categoría perdida, para despedirse de una competición que, cuatro años más tarde, parece más tarde que nunca de regresar a El Arcángel.
Con un equipo muerto en lo deportivo, el revulsivo de la nueva propiedad –unido a las tropelías económicas que ahora empiezan a salir a la luz–, el Córdoba logró una milagrosa salvación con José Ramón Sandoval en el banquillo, lo que parecía dar paso a una época de tranquilidad y ambición bajo la nueva dirección de la entidad.
¿Tranquilidad y ambición? Nada más lejos de la realidad. Lo que iba a ser un proyecto de ascenso directo pronto se tornó en una auténtica pesadilla. LaLiga se encargó de pinchar el globo que la dirección deportiva de Luis Oliver y Jesús León habían inflado de ilusión, con decisiones tan acertadas en lo deportivo como ruinosas en lo económico.
El cataclismo que generó la salida de Oliver y su equipo del club, con la renuncia de Francisco Rodríguez al banquillo de por medio, dejó al club en una situación límite. Berges y Sandoval fueron las apuestas, junto a un grupo de jugadores de circunstancias. Y el cóctel, que ya por entonces se adivinaba peligroso, ha terminado confirmando los peores augurios.
Los recursos, expoliados
Además de la ruina deportiva que padece el Córdoba, su gestión económica en los últimos años merece un capítulo aparte. Aunque breve, el paso por Primera División dejó al club en una teórica buena posición económica. No solo para haber seguido compitiendo por objetivos ambiciosos en lo deportivo, también para haber empezado a generar un patrimonio considerable, con una Ciudad Deportiva propia como mayor exponente.
Pero, de nuevo, nada más lejos de la realidad. Carlos González decidió repartir dividendos (en la práctica, a él mismo) cuando al club le cuadraban las cuentas y ni siquiera el traspaso de innumerables jugadores impidió que al final de su etapa al frente del club el agujero económico fuera considerable.
Ante la llegada de Jesús León, cabía esperar que ese déficit se subsanara de forma progresiva. Pero de nuevo la realidad superó a la ficción. Camino de la permanencia, el Córdoba volvió a tirar la casa por la ventana, agrandando unas deudas castigadas también por la permanente judicialización del club.
De nuevo otra buena tanda de traspasos (Sergi Guardiola, Álvaro Aguado, Javi Galán, Jovanovic...) no ha evitado que el club vuelva a una situación límite, con casi tres meses de impagos (ayer varios empleados del club aseguraban no haber cobrado aún la nómina que León anunció que había hecho efectiva) y un futuro que se adivina negro, toda vez que la entidad parece no solo haber agotado los recursos de la actual temporada, sino que ya tiene los de la próxima hipotecados en buena parte.
En apenas cuatro años, con una gestión económica y deportiva desastrosa, el Córdoba ha pasado de jugar en los mejores campos de España a encaminarse de nuevo hacia el amateurismo de la Segunda División B. Un vertiginoso descenso hacia los infiernos que vuelve a colocar al borde del abismo a un club que parece condenado al padecimiento perpetuo.
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