Otro palo a la ilusión (1-2)

Córdoba CF-Granada CF | La crónica

El Córdoba repite errores pasados y cosecha una nueva derrota en casa que frena en seco la reacción hacia la permanencia

La buena puesta en escena de los blanquiverdes, traducida en el 1-0, no tuvo luego continuidad

Carrillo se lamenta tras una ocasión fallada ante el Granada CF.
Carrillo se lamenta tras una ocasión fallada ante el Granada CF. / Álex Gallegos

La ilusión, controlada, provocada por la buena imagen y los tres puntos logrados en el Heliodoro ya son historia. El Arcángel volvió a helarse, como tantísimas jornadas desde que arrancó el campeonato, con una nueva derrota que supone un frenazo en seco en la desesperada carrera por la permanencia en la que vive el Córdoba. La distancia se mantiene en esos cinco puntos, pero con el hándicap de que todos los rivales deben jugar aún sus partidos durante un fin de semana que tiene pinta de ser eterno para el cordobesismo. Como todos en los que no gana el equipo, como la mayoría desde que se izó el telón de la temporada allá en agosto.

Es complicado encontrar explicación a esta mutación, a peor, y sobre todo teniendo en cuenta el buen arranque. Quizás esté en el rival, un Granada que llegaba en crisis, pero avalado por su condición de equipo de play off, donde sigue asentado tras cocinar una gran victoria en la maestría en la medular de Montoro, y la velocidad al espacio de sus hombres de arriba, especialmente Vadillo. A buen seguro que la mentalidad, y su unión con ese punto de calidad de más, tuvieron mucha culpa en lo ocurrido, pero lo cierto es que el CCF se topó con una muralla para dar continuidad a su crecimiento en el escenario en el que tiene que cimentar su éxito (o fracaso). Porque con independencia de lo que sea capaz de hacer de visitante, si de local sigue siendo vulnerable, es imposible.

Con una mentalidad nueva tras sentirse ganador mes y medio después, la puesta en escena del CCF fue notable. Con calma en la posesión de la pelota, los blanquiverdes jugaron los tres primeros minutos en campo contrario. Y hallaron el premio del gol (golazo) de Andrés Martín en un tributo a esa máxima del fútbol de acabar las jugadas al pisar el balcón del área contraria. El tiro de Loureiro seguramente no iba adentro, pero su rechazo permitió al joven punta lucir el ansia que tiene cada vez que ve de cerca la portería enemiga.

Pero el tanto no sentó del todo bien al Córdoba. O, mejor dicho, fue un pinchazo en el culo del cuadro granadino, que se levantó como un poseso y empezó a acorralar a los locales en su medio campo. El juego por fuera de Vadillo y Dani Ojeda –sobre todo el primero–, secundados por los laterales, y la visión de juego por dentro de Montoro, empezaron a crear muchos problemas a la retaguardia de un equipo cordobesista que echaba de menos la aparición de sus hombres de más calidad para tener algo más de balón y dejar de correr tras él.

Andrés Martín celebra con Aguado, Bodiger y Álex Menéndez su gol al Granada CF.
Andrés Martín celebra con Aguado, Bodiger y Álex Menéndez su gol al Granada CF. / Álex Gallegos

Con Aguado, Bodiger y De las Cuevas en el limbo, sólo quedaba mirar para atrás. Y sufrir ante el progresivo acoso de un Granada que, con todo, a punto estuvo de recibir el segundo tras un pase en largo que bajó a la carrera Andrés para luego disparar flojo y centrado con su pierna menos buena. Pero el partido ya estaba teñido de rojiblanco. Muñoz tuvo que aparecer en el último momento para impedir que Vadillo empujara el pase de la muerte de Ojeda, y Quintanilla se jugó un penalti (que era) al agarrar a Rodri en la carrera para impedir su remate en el área.

El infortunio de Loureiro

Los visitantes ya habían encontrado el punto débil del CCF: los carriles, el dos para dos por fuera. Y eso fue suficiente para voltear el marcador en un santiamén, como tantas veces le pasó ya al equipo, tras otra pena máxima birlada a los granadinos por manos de Menéndez. Quizás la acción, aún en su cabeza, le jugó acto seguido una mala pasada al lateral, que flotó a Víctor Díaz y le permitió sacar un centro al costado contrario que entre Vadillo y Loureiro llevaron a la red.

Casi sin tiempo para digerir el mazazo, una pérdida absurda de Quintanilla con el equipo vencido en ataque, culminó la remontada tras otra carrera de Vadillo y la finalización de Vico. Por cierto, el cordobés no celebró el gol en su casa, ante su gente. ¿Otra vez tocaba ver la misma historia? De momento, en esta ocasión el Córdoba no se hundió.

La rabia de Andrés le permitió asustar de nuevo, aunque Germán evitó in extremis el remate de Carrillo a puerta vacía. Pero fue sólo un oasis. Para que la reacción fuera sostenida sólo había un camino: recuperar la pelota, dejar de correr y exigir el contrario. Eso apenas ocurrió hasta el descanso, y tampoco se vio en los primeros minutos del segundo acto.

Quizás por eso, Curro Torres buscó otra solución, cambiar el plan. A los seis minutos, Manzambi relevó a Carrillo –tocado–, igual de peleón que siempre, pero mucho menos efectivo. Sin embargo, el problema del CCF estaba atrás, no en la zona ofensiva, algo que quedó claro cuando entre Vadillo, Ojeda y Vico se fabricaron otra ocasión a tres toques que obligó a Carlos Abad a tirar de reflejos para mantener con vida a los suyos.

Curro Torres quema sus naves

Y no una vez, sino varias, porque las irrupciones del Granada por sus inmediaciones, con Rodri de estilete, no cesaron. Sobre todo porque a medida que el encuentro se iba abriendo, sus velocistas se relamían ante la posibilidad de percutir sobre la defensa local exprimiendo al máximo los envíos de un Montoro excelso. El conjunto blanquiverde necesitaba que el partido virara, que entrara en una nueva dimensión. El técnico quemó sus cambios con Blati Touré y Jaime Romero para dar otro aire a la medular y el ataque; Diego Martínez respondió blindando la zona ancha con un pivote como Azeez en lugar de un volante como Ojeda.

El nuevo guion ya estaba escrito. Y de partida el choque dio un pequeño giro. El Córdoba empezó a empujar con todo, valiente, descarado, con el claro riesgo de partirse por completo y facilitar las transiciones nazaríes. Pero era lo que pedía ese momento. Ese empuje... y ocasiones, que era lo que faltaba para asustar de verdad, pues los intentos de Manzambi quedaron inicialmente en nada, sobre todo una peinada al palo corto en un córner que no encontró por poco el ángulo más lejano y una volea de derechas a envío perfecto de Menéndez que mandó arriba con todo a su favor en el punto de penalti.

Manzambi se lamenta tras una ocasión fallada.
Manzambi se lamenta tras una ocasión fallada. / Álex Gallegos

El CCF ya atacaba con todo: por fuera, por dentro; con cabeza, con corazón. Asimétrico en su dibujo, con Menéndez lanzado de interior luciendo su guante de zurda, y Manzambi buscando a lo loco el gol que antes había marrado, los blanquiverdes no eran capaces de encontrar la pausa para lanzar su ofensiva final, algo propio de un bloque desquiciado por todo lo que viene arrastrando desde el inicio del curso. Y ante eso, tocaba esperar a los brotes de inspiración. Jaime lo intentó a la carrera, primero, y con un zurdazo, después.

Pero fue demasiado poco para dañar de verdad a la defensa más segura del campeonato, un muro en los compases finales que supo hacer que se jugara muy poco, pues ya tenía su faena más que hecha. La del Córdoba aún tiene mucho por delante, porque la derrota vuelve a abrir un futuro peliagudo, con la amenaza de que la distancia con la permanencia se abra y esa falta de seguridad en casa que debe ser el bastión principal para lograr todo objetivo que se precie.

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