La historia de un ascenso (V): Gente de la casa para salir del pozo de la Tercera División
Córdoba CF
El Córdoba CF solventó la papeleta de verse por primera vez en la cuarta categoría nacional y con otros tres clubes de la provincia en una promoción en la que superó al Mestalla y al Valdepeñas
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Salvo milagro en el mes y medio que resta de competición -seis partidos-, el Córdoba CF tendrá que buscar su retorno al fútbol profesional por el camino más largo, esa postemporada de dos eliminatorias y cuatro encuentros que conforman el play off desde Primera Federación a Segunda División. El revés del pasado fin de semana, tan doloroso como inesperado, ante el Alcoyano ha descabalgado al conjunto blanquiverde de una carrera por el ascenso directo en la que el ritmo, imparable, lo marca el Castellón. La distancia a recortar, 8 puntos, con 18 en juego, convierten el desafío en mayúsculo.
Sin embargo, el equipo de Iván Ania sigue teniendo por delante un puñado de motivaciones y retos en este tramo final de la liga regular. El primero es terminar de cerrar, de forma matemática, su presencia en una promoción en la que todos cuentan con el CCF; la segunda, intentar acabar lo más alto posible, con el objetivo de ser segundo para garantizarse el factor campo y la ventaja en caso de empate -tras prórroga- en los cruces, y el tercero y casi el más importante, volver a encontrar el nivel óptimo tanto físico como mental para llegar al momento de la verdad a tope. Y si todo eso, semana a semana, cambia el escenario actual…
Porque al contrario de lo que ocurrió en aquella temporada 84-85 que finalizó con el quinto ascenso de categoría en la historia del Córdoba CF, que hoy repasamos en este serial, el favoritismo es de otros. Y es que verse en la cuarta categoría nacional por primera vez en su historia, jugar en Tercera División 30 años después -ahí arrancó la entidad tras la fusión del Deportivo Córdoba y el San Álvaro en la campaña 54-55- y tras haber militado ocho cursos con los mejores, convirtieron ese ejercicio en el más duro que se recuerda en los camino ya de 70 aniversarios del club cordobesista. Solo el reciente paso por la Segunda RFEF tiene cierto parangón con lo ocurrido en ese torneo que acabó de la única manera que podría acabar.
Pero no fue fácil, ni mucho menos. Con un déficit de casi 100 millones de pesetas que volvía a poner en serio riesgo la supervivencia de la entidad, la directiva encabezada por Rafael Campanero, que tuvo que hacer frente a las nóminas varios meses, apostó por reestructurar por completo una plantilla que no había respondido la campaña precedente. La apuesta por el banquillo fue otra vez arriesgada, aunque al igual que en otras ocasiones concluyó de forma exitosa; Iosu Ortuondo fue elegido como técnico nada más colgar las botas como blanquiverde y, pese a tener que lidiar con la rémora de su pasado reciente como futbolista de la casa, fue capaz de llevar a buen puerto el proyecto, permaneciendo todo el curso al frente, algo que no ocurría desde el ascenso anterior (temporada 80-81) con Cayetano Ré.
En el campo, el vasco se encontró con un grupo de jugadores de marcado acento local, liderados por dos hombres con experiencia en Primera que decidieron bajar al barro para sacar al equipo de la cuarta categoría del fútbol nacional: Pepín y Mariano Mansilla. El primero fue el líder del centro del campo y el segundo, el máximo goleador con 31 dianas, entre ellas el recordado repóker en el 9-0 al Brenes.
Y para poner en contexto la crudeza de ese efímero paso por Tercera, baste un dato: el CCF coincidió con otros tres equipos cordobeses, el Pozoblanco, el Palma del Río y el Rute, dirigido por el recientemente fallecido Rafael Sedano y que se convirtió en el primer rival liguero y ante el que llegó la primera alegría (0-2). Hay que remontarse a la temporada del primer ascenso (55-56) para ver otros conjuntos cordobeses en la misma división que el máximo exponente -el Pontanés y el Peñarroya, que jugó en otro grupo-, y estirarse hasta las campañas 2005-2007 para recordar los choques con el Villanueva.
El Córdoba tuvo un inicio fulgurante, pues a ese triunfo inaugural en Rute siguieron otras dos victorias ante el San Fernando y el Chiclana en El Arcángel y un empate en Rota que lo situaron en el liderato ya al paso por la jornada 4. Pero en la siguiente cita llegó el primer traspiés de la temporada ante el filial del Sevilla, que junto al del Betis se convirtieron en los grandes rivales de los blanquiverdes por estar en la zona noble de la clasificación.
Como no podía ser de otra manera por su glorioso pasado reciente, el CCF era el rival a batir ese curso, lo que añadía un plus de motivación a sus adversarios, sobre todo cuando el duelo tocaba dirimirlo lejos de El Arcángel. Eso provocó una serie de resultados negativos en varias salidas, contrarrestados por una clara solvencia de local que tocó a su fin cuando el Betis Deportivo asaltó el coliseo ribereño en la fecha 15, dejando tocado a un equipo que una semana después perdía el derbi en Palma del Río. Fueron los momentos más complicados de la temporada, pues los cordobesistas se vieron superados por los dos filiales sevillanos, terceros y fuera de la pelea por un ascenso que era más que una obligación.
Sin embargo, una racha de 13 triunfos consecutivos entre el final de la primera vuelta y el inicio de la segunda devolvieron, de forma efímera, el primer puesto a un Córdoba CF que solo una semana más tarde lo cedió de nuevo al Betis Deportivo, que abrió hueco tras derrotar a los de Ortuondo también en tierras hispalenses. El objetivo pasó a ser defender la segunda plaza, última con billete a la promoción de ascenso, ante un Sevilla Atlético que apretó con todo, si bien los blanquiverdes lo dejaron fuera de la pelea en la penúltima jornada de la liga regular tras ganar al Recreativo de Huelva B en El Arcángel.
Como segundo del Grupo 10 de Tercera División, el conjunto cordobesista quedó emparejado en las semifinales del play off con otro filial, en este caso el del Valencia, un Mestalla que llegaba tras haber sido campeón del Grupo 6. El 1-0 cedido por los blanquiverdes en tierras levantinas fue neutralizado por un 2-0 en El Arcángel que daba el billete para la final.
El ascenso estaba a dos partidos y el rival en esta ocasión era el Valdepeñas, verdugo del Eibar y que había sido segundo del Grupo 7. El Córdoba sabía que estaba ante su oportunidad y decidió la suerte del cruce ante su gente con un incontestable 4-1 que dejó en nada el triunfo por la mínima de los manchegos en la vuelta. La vuelta a la Segunda B ya estaba conseguida, aunque no sin sufrimiento, para dar paso a década y media aún de zozobra.
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