La historia de un ascenso (IV): Un salto obligado a Segunda tras una década de decadencia

Córdoba CF

La comunión entre la afición y el equipo, que hizo de El Arcángel un fortín en la segunda vuelta, fue clave para volver a la categoría de plata

La historia de un ascenso (II): El salto a Primera División y el inicio de los años dorados

La historia de un ascenso (III): La cantera aparta la crisis económica para volver a Primera

Un once inicial del Córdoba CF en la temporada 1980-81.

Inmerso en una racha, activa, de 13 jornadas sin perder, con una única derrota en lo que va de año, el Córdoba CF está metido de lleno en la lucha por el ascenso a Segunda División. La única duda es si en las siete fechas que restan para la conclusión del campeonato le dará para alcanzar a un Castellón con números estratosféricos y lograr el billete directo, o si tendrá que buscarlo en la vía del play off, ya en la postemporada.

Precisamente ese camino que ahora quiere volver a dar es el que más veces ha recorrido el Córdoba CF en sus ya casi siete décadas de historia. Cuatro de los nueve ascensos que ha disfrutado han tenido como final de trayecto la categoría de plata, esa primera estación del fútbol profesional que ahora ansían recuperar los blanquiverdes. La segunda de esas alegrías –y el cuarto ascenso de este serial– fue quizás la que menos tuvo de gesta. Porque el ascenso de la temporada 80-81 se vivió más como una exigencia, un cumplir con el deber, que otra cosa. Al menos, así se interiorizó tanto por club como por la afición, con una escueta celebración, si bien la comunión equipo-grada fue uno de los puntos clave para terminar el curso con honores.

Tras caer de Primera tres años antes, con un aterrizaje en Segunda B que a punto estuvo de dar un disgusto mayor en forma de segundo descenso, un curso con la mirada en la zona de privilegio fue el preámbulo de un ascenso que llegó con el Córdoba CF de segundo, después de una bonita batalla de principio a fin con el Mallorca.

Entre los mejores desde el arranque, el conjunto cordobesista alcanzó el liderato en la jornada 7 al ganar en Tarragona (1-2) –ya lo había sido en la 4– para mandar en la tabla durante 14 semanas consecutivas, hasta que un revés por la mínima en Algeciras, en la segunda fecha de la segunda vuelta, le hizo perder una posición en beneficio de un cuadro balear que en ese tiempo le había pasado por encima en tierras baleares (5-0).

Sin embargo, el cuadro dirigido por Cayetano Ré, un técnico más conocido por su etapa como futbolista que por su bagaje en los banquillos, acusó el golpe, pero logró mantenerse segundo en la clasificación hasta el final a pesar del empuje de sus perseguidores, gracias sobre todo a su poderío en El Arcángel (pleno de victorias en la segunda vuelta).

Eso le permitió celebrar el ascenso a falta de cuatro jornadas para la conclusión del campeonato curiosamente en otra isla balear, con un empate en Ibiza (1-1). La fiesta tuvo continuidad una semana después con la victoria sobre el líder en El Arcángel (3-1) que dejaba a los blanquiverdes a un punto del primer puesto, si bien el posterior tropiezo en Badajoz cercenó todas las opciones de ser campeón de un equipo que finalizó segundo con 53 puntos, a solo uno de un Mallorca con el que dio el salto de la mano a Segunda.

El éxito deportivo del ascenso, que ponía fin a una década de decadencia –el anterior salto, entonces a Primera, había sido justo diez años antes– no fue, sin embargo, bálsamo para un club que arrastraba una delicada situación económica desde que perdió su plaza en la elite, crisis que se acrecentó tras la caída a Segunda División B del 78.

Dos baluartes de la casa

Tan grave era el panorama que esto, incluso, llevó en varias ocasiones al presidente, José María Romeo Moya, a poner en duda la continuidad de un Córdoba CF que contó entre sus baluartes con dos hombres de la casa: el portero Luna Toledano, intocable en todos los partidos del curso, y el atacante Manolín Cuesta, de vuelta a casa como fichaje estelar después de seis campañas en la elite con el Espanyol y que firmó nada menos que 16 tantos.

Sin ir más lejos, el déficit al final de la temporada se cifró en casi 40 millones de pesetas, lo que no evitó unas necesarias obras de remodelación del estadio, sufragadas en gran parte por un contrato de publicidad con el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Y es que el club ya había llegado a un acuerdo, en plena euforia por el ascenso, con el Ayuntamiento para la cesión de El Arcángel, valorado en 29 millones, por 49 años, a razón de una peseta de canon anual. La delicada situación financiera no hizo más que crecer en los años siguientes hasta provocar la caída al pozo de Tercera División con un doble descenso consecutivo que obligó a una reestructuración casi por completo de la entidad blanquiverde.

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