La historia se reescribe (3-2)

Córdoba CF - Mallorca | La Crónica

El Córdoba pone fin a su sequía con una victoria tan merecida como sufrida ante el Mallorca

Los blanquiverdes labraron su primer triunfo con Rafa Navarro en su dominio de las áreas

Carrillo y Lavín se abrazan ante Budimir y el colegiado para celebrar la victoria.
Carrillo y Lavín se abrazan ante Budimir y el colegiado para celebrar la victoria. / Álex Gallegos

Otra vez con la pastillita debajo de la lengua. Otra vez regateando al infortunio como si de Messi se tratase. Otra vez con un final no apto para cardíacos. Pero esta vez con una sonrisa dibujando el rostro y con los brazos elevados al cielo. El Córdoba CF volvió a ganar mes y medio después, pasados cien días de su última alegría en El Arcángel, y lo hizo con la misma dosis de merecimiento que de sufrimiento para asirse con todas las de la ley a la carrera por la permanencia. El objetivo sigue fuera de distancia, pero el futuro ya se ve más despejado tras soltar parte del lastre; ahora la idea es poder volar a partir desde ya.

De momento, a la espera de lo que este lunes haga el Nàstic en La Romareda, el equipo blanquiverde se quitó el cartel de colista y dio motivos a los suyos para mantener esperanza en una remontada que solo el CCF es capaz de protagonizar. Lo hizo hace un año y, tras superar al Mallorca, los condicionantes se empiezan a parecer bastante. Porque aquella cita inolvidable ante el Valladolid se produjo también en una matinal, con la cisterna preparada para tirarlo todo por el desagüe, y acabó siendo el punto de inflexión a un milagro en el que muchos vuelven a creer.

Porque para dar continuidad al punto conseguido en Carranza, el Córdoba se marcó un partido bastante más correcto que en Cádiz. Ante un Mallorca en racha, asentado en puestos de play off y sin presión alguna, los de Rafa Navarro ofrecieron todo lo bueno y todo lo malo que tienen. Tiraron de pegada para ir siempre por delante en el marcador, alternaron fases de dominio con otras de dejarse ir y terminaron complicándose la vida tras otro gol de esos que solo se meten equipos salpicados de mal fario a los que el futuro les tiene preparado un destino cruel.

Pero esta vez, toda esa ecuación dio el mejor resultado posible: un triunfo épico que refuerza la conjunción de un grupo que al menos por una semana encuentra un sustento a sus mensajes en el verde. El simple hecho de ver cómo vivió el banquillo el tiempo de alargue y esa explosión de júbilo conjunta entre el plantel y la grada tras el pitido final permite soñar con que algo grande pueda estar a punto de pasar. Para eso, ahora queda lo más difícil, que es hallar ese punto de continuidad en los marcadores, algo que en todo el curso los blanquiverdes se han empeñado en ir esquivando semana tras semana, hasta verse en el fango. La fórmula para salir es de sobra conocida, pero habrá que ponerla en práctica en Elche, ante el Lugo...

Continuidad en el once, con cambio de portero

Porque como el técnico explicó ya el viernes en la previa, el futuro del Córdoba se decidirá en el próximo mes. Y todo pasaba en parte por cómo diera el primer paso. Un camino que Rafa Navarro decidió, por fin, que tenía que liderar desde la portería Marcos Lavín ante la alarmante pérdida de confianza de Carlos Abad. Fue el único cambio en la alineación respecto al Carranza, donde alguno que otro más hizo méritos para salirse de la foto, pero... Más allá de eso, la variación fundamental estuvo en que el CCF encaró el duelo mostrando una cara diferente, más valiente y decidido, sabiendo hacer con y sin balón, y eso le permitió someter ya de salida a un rival que cuando se quiso dar cuenta ya estaba abajo en el marcador.

Piovaccari centra ante la presencia de Raíllo.
Piovaccari centra ante la presencia de Raíllo. / Álex Gallegos

No habían pasado cinco minutos cuando el tercer desmarque de ruptura al espacio de Andrés tuvo continuidad en el buen envío entre líneas de Miguel de las Cuevas y el remate de zurda a la carrera de Piovaccari. El 1-0 premiaba la buena puesta en escena local, con movilidad para facilitar líneas de pase en las transiciones, con alternancias en el juego en corto y en largo, con amenaza en la estrategia y, también, con concentración y saber estar cuando la pelota caía en los pies de un enemigo al que le costó poder jugar de la medular hacia adelante, entre otras cosas por la incapacidad para encontrar en ventaja a sus mejores hombres.

Un par de libres directos sin definición correcta en la frontal fue el preámbulo del primer paso hacia atrás del cuadro cordobesista, que empezó a dejar hacer a Salva Sevilla para agarrarse a la contra como arma para seguir dañando a los baleares, ilesos en esas carreras por la mala elección final de su oponente. Como indemne salió de la primera llegada clara bermellona Lavín, que vio salir a un palmo de su poste una volea de derechas a la carrera de Budimir tras el primer desborde de Lago Junior. Acto seguido, el meta sí se lució para desviar a córner un golpe franco en el que Sevilla buscaba su palo.

El Córdoba arrancó bien: intenso, valiente y con las ideas claras, y se adelantó; luego dio un paso atrás

Esos escarceos rojillos sirvieron para equilibrar el partido en esa fase en la que el Mallorca se hizo con el balón y avisó en alguna pelota parada, bien resuelta casi siempre por el descaro del cancerbero, valiente ante Raíllo y resolutivo ante Budimir ya al filo del intermedio (luego Dani Rodríguez disparó fuera, cerca del poste). Hubiera sido un disgusto máximo, sobre todo porque El Arcángel ya venía mascando el sinsabor del penalti que De las Cuevas había mandado a las nubes tras una nueva acción genial de Andrés en el área penalizada por Leo Suárez. Por cierto, fue lo poco que acertó el colegiado, malo para los dos, si bien por fortuna no acabó siendo influyente en el resultado final.

Al descanso, 1-0 tras perdonar un penalti

Y eso que puso su empeño, principalmente tras un descanso que sirvió para que Vicente Moreno se la jugara con un doble pivote con calidad, sin el músculo de Baba. El Mallorca lo agradeció con un primer cuarto de hora de amagos resueltos por la zaga –especialmente un intento de tiro de Leo Suárez abortado por Luis Muñoz, lesionado en la rodilla en esa acción– hasta que Aridai firmó el empate con polémica. Lago Junior recibió en fuera de juego claro y cedió al canario para que anotara a placer.

Blati Touré intenta salvar la marca de Dani Rodríguez.
Blati Touré intenta salvar la marca de Dani Rodríguez. / Álex Gallegos

Pero no por querer compensar, sino porque sus asistentes estuvieron fatal, el árbitro validó acto seguido también el segundo de Piovaccari, de nuevo en posición antirreglamentaria, con el que el CCF reaccionó de la mejor manera posible al mazazo. No sólo eso, sino que con la inercia amplió aún más su colchón tras una contra en la que Jaime abusó de conducción para que su intento de tiro cayera en los pies de Miguel de las Cuevas, que colocó la pelota en el ángulo, lejos del alcance de Reina.

Tras el empate, un nuevo error arbitral dio ventaja al CCF, que abrió más la distancia, antes de acabar sufriendo

El Córdoba se veía con dos goles de ventaja y espacios para correr, ante un enemigo ya volcado, sin red. El partido pasó ya a jugarse en el medio campo cordobesista y Rafa Navarro metió aire con Carrillo y Blati Touré, mientras el crono pasaba lento, lentísimo. Más aún cuando un largo ataque por el perfil izquierdo, primero bien defendido por Flaño, terminó en el 3-2 tras una acción desgraciada en la que ni Fernández ni Álex Menéndez supieron despejar y Abdón Prats empujó a la red.

Los seis minutos de añadido ya fueron de infarto. El Mallorca fue con todo, el CCF se defendió como pudo, y al final se agarró a esa fortuna tantas veces esquiva para ganar tras un susto mayúsculo por el zatapazo al larguero de Lago Junior y el posterior remate a bocajarro de Abdón que no halló puerta. La historia está lista para volver a escribirse, como entonces. ¿Por qué no vamos a creer?

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