La dignidad, tras pasar por la tómbola (2-3)
Córdoba CF-CA Osasuna
El Córdoba cierra su etapa en el fútbol profesional en El Arcángel con otra derrota ante el campeón
Los blanquiverdes maquillaron el partido en el segundo acto tras un primero de nuevo vergonzoso
El Arcángel se despidió del fútbol profesional sine die entre la nada. Con apenas dos mil espectadores en las gradas y ante el mejor conjunto de LaLiga 1|2|3 en el campeonato actual, el Córdoba firmó su último partido de local y ya solo piensa en bajar el telón la próxima semana en La Coruña para enterrar, bien profundo, un curso negrísimo, para olvidar (o para aprender, que también vale). Y para no afear la temporada, los blanquiverdes dijeron adiós con una actuación infame hasta verse tres goles abajo, luego maquillada sin alcanzar premio alguno.
La dignidad mostrada en el Cerro del Espino una semana antes se quedó allí para rabia del Rayo Majadahonda, pues no había dinero para pagarle el viaje de vuelta; así, desde la puesta en escena y hasta el minuto 55 de nuevo tocó la imagen de la vergüenza, sin decoro, para dar pie a otra derrota que confirma a Osasuna como campeón ya de la categoría. Otro motivo, por si no hubiera bastantes, para teñir de rojo la penúltima noche de Feria, esa que los integrantes del plantel cordobesista tendrán difícil catar porque el siguiente entrenamiento, quizás como castigo, es este sábado a primera hora de la mañana.
Aunque quizás alguno ya se dio un paseo en mitad del partido y se hizo con el regalo más preciado: la profesionalidad, el saber estar, lo que uno imagina cuando le hablan de un partido de fútbol. Porque durante casi una hora, la que decidió la suerte del choque, y sin que el conjunto de Pamplona apretara el acelerador, la diferencia de calidad, pero sobre todo en algo innegociable como la actitud y la tensión competitiva fue palpable. Así, la cita ya quedó resuelta en un santiamén antes del cuarto de hora, con dos tantos casi consecutivos que dejaron en ridículo a un puñado de futbolistas, con un retrato más para la colección del año, ampliada al inicio del segundo periodo con el tercer gol rojillo.
A partir de ahí, la diana de Alfaro y, fundamentalmente, la entrada al campo de Andrés Martín dieron otro aire al Córdoba, hasta el punto de llegar a soñar con recuperar un punto. No dio para eso, solo para que Piovaccari ampliara su cuenta realizadora tras una buena maniobra con su mejor socio en el ataque. Entre otras cosas porque ni el hecho de que los navarros pasaran a tumbarse a la bartola pensando en el oasis que le viene permitió a los locales traducir su cada vez mayor dominio en ocasiones de peligro real. Solo Andrés lo intentó, pero apareció Sergio Herrera.
Precisamente la ausencia de la joven perla cordobesista fue una de las cuatro novedades que presentó el CCF en su alineación titular. Pero la vuelta al primer plano de Muñoz, Menéndez, Bodiger y Piovaccari apenas sirvió para alargar hasta el minuto diez la fase de tanteo ante un rival superior en intensidad y ganas, algo que ya provocó que los pocos que acudieron al estadio se pensaran volver a la caseta antes de tiempo. Xisco avisó ya en el arranque con un tiro demasiado escorado y en su siguiente aparición en el área hizo lo que mejor sabe: marcar. Y difícilmente habrá encontrado más facilidades en su carrera. Muñoz regaló el balón a Rubén García y el ariete balear solo tuvo que burlar con un quiebro a Chus Herrero para cabecear más solo que la una.
Sin tiempo para digerir el golpe, Brandon recogió un balón en línea de tres cuartos y puso dirección a la portería de Abad ante la pasividad de Vallejo por frenarle. Fernández, al cruce, lo tiró ya en el área y la correspondiente pena máxima la materializó el propio atacante rojillo. Minuto 13 y 0-2. Como para pensárselo mucho entre seguir en un estadio semi desierto o tirarse a otro rebujito de cabeza. Poco a poco empezó a ganar lo segundo, que es lo que hubieran hecho también muchos de los futbolistas, de haber podido.
Más allá de las ocasiones (una de Lara a libre directo para los locales y tres, con la firma de Brandon, Olavide y Rubén García, para los rojillos), hasta el descanso el baile de Osasuna fue de todos los colores: lento, perreo y hasta sevillanas si hubiera hecho falta. Todo provocado por una simpleza como las ganas de competir, la presión en campo rival, correr un punto más que el contrario, batallar en el cuerpo a cuerpo... Por eso uno es campeón y jugará en la élite en unos meses y el Córdoba penará su lamentable curso en el pozo de la Segunda B.
Por cierto, que en esa categoría de bronce también se penaliza no hacer nada de eso, de ahí que esto deba servir también de aprendizaje. Porque no está justificado de ningún modo que tras volver de los vestuarios la situación casi se mantuviera igual. Brandon fue el primero en intentarlo antes de que una jugada de tiralíneas entre Lillo y Nacho Vidal acabara con el tercer tanto de Luis Perea. Quien más y quien menos pensó a partir de ese momento en que la despedida rozaría la vergüenza.
Andrés provoca la reacción
Por suerte, no fue así. Osasuna se vio con todo hecho y se relajó en exceso y el Córdoba pasó a hacer buena su mayor posesión con alguna llegada. Eso sí, la estrategia fue el argumento más sólido y el que provocó el primer tanto, obra de Alfaro, que remató solito en el punto de penalti un córner de Javi Lara para batir a Herrera. Sin que los visitantes sacaran de centro, Andrés Martín ingresó en el verde por Quim y la combinación provocó la reacción definitiva de los blanquiverdes, con media hora por delante para buscar a la heroica al menos el empate.
Un nuevo saque de esquina con intentos de Vallejo y Alfaro, incapaces de dirigir la pelota a la portería, fue el preámbulo del tanto de Piovaccari, en una acción magistral con Andrés que tuvo la finalización perfecta. Pero hasta el final, solo el joven ariete fue capaz de inquietar, con una media vuelta que encontró el pie salvador de Herrera. Así que la derrota fue el desenlace de un partido con el que El Arcángel bajó el telón que el joven Moyano recordará por su debut y Kevin por la falta de tacto en el último cambio.
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