Si el verde habla, el futuro es negrísimo (1-0)

Elche CF-Córdoba CF | La Crónica

Un Córdoba apático y con preocupante desidia vuelve a ser colista tras perder por méritos propios

Un solo disparo entre los tres palos, en el minuto 66, y otro par de intentos, el pobre balance ofensivo

Bodiger se deja caer en el área mientras Badía atrapa el balón. / LOF

Un solo tiro a puerta en 93 minutos. Apenas dos disparos más fuera del arco. Y si acaso una decena de envíos al área. Ese fue el paupérrimo balance ofensivo de un equipo que, supuestamente, se está jugando la vida. Un carrusel de pérdidas, un nuevo –y grave– desajuste defensivo y otra batalla encajando gol. Ese fue el triste resumen de las acciones sin balón de un equipo que, supuestamente, quiere pelear por la salvación. Una falta de intensidad que ni en partidillos de alevines, una desidia impropia de un club profesional y unas ganas locas de que acabe esto cuanto antes. Ese fue el sentir que dejó a su paso por Elche un Córdoba que ya es de nuevo colista de la clasificación de LaLiga 1|2|3, a ocho puntos de la permanencia que marca su próximo rival, un Lugo que puede dictar sentencia en El Arcángel, al menos si los blanquiverdes repiten la triste imagen ofrecida en el Martínez Valero.

Porque resulta inconcebible que un equipo que vive al límite ofrezca tan poco en un terreno de juego. Luego habrá mensajes, charlas y pamplinas varias que llenar la semana de historias de héroes, pero donde tiene que quedar patente la voluntad de dar un vuelco a la situación clasificatoria, sigue sin haber nada. Cero. Y así es imposible construir un sueño que solo regala alegrías de vez en cuando, que a la más mínima oportunidad para ilusionarte te vuelve a dar un sopapo de realismo, triste realismo. Sin la más mínima actitud, sin esa pizca de interés, es inviable siquiera competir; y sin eso, ganar es poco menos que una quimera.

La petición de Rafa Navarro en la previa de que en el verde tenía que quedar patente quién se jugaba más no tardó en cumplirse, pero al contrario. Porque el Elche, un equipo que ya tiene la permanencia en su bolsillo, fue más intenso, con y sin balón, más incisivo, acumuló decenas de llegadas y pegó un meneo de aúpa a su teórico oponente. Porque enfrente tuvo todo menos un adversario de verdad. Se encontró con un rival que reflejó todo lo que no se debe hacer en un campo si quieres ganar, si al menos tienes la intención de exigir al que tienes enfrente.

Con una desidia pasmosa, como si el partido fuera uno de esos que salpimentan los entrenamientos para justificar las horas de trabajo, los blanquiverdes se vieron superados en todo momento. Con pelota, pero también en intensidad, en saber estar, en motivación... y eso es lo realmente grave. A la media hora, los locales habían botado ya siete saques de esquina, y eso que desde el minuto 15 iban por delante en el marcador. Pero no necesitaron más que dejarse llevar ante las pérdidas continuas de un CCF fuera de sitio, incapaz de hilvanar tres pases seguidos, que quedó agarrado simplemente a lo corto del marcador para tener algo de vida en el segundo periodo.

El Córdoba salió sin la mínima intensidad y pronto se vio superado por un rival que exprimió un regalo para hacer el 1-0

Pues verse sólo 1-0 fue lo mejor de los primeros 45 minutos, tal vez los más pobres de las últimas semanas. Y eso que la idea fue la misma que ante el Mallorca, con Blati Touré jugando por dentro para suplir a Jaime (Andrés cayó al costado) y Carrillo haciendo de referencia por la ausencia por lesión de Piovaccari. Pero enfrente el Elche se apoderó de la pelota, empezó a hacer mucho daño por fuera, y encontró siempre el auxilio del juego de espaldas de Yacine Qasmi para amenazar. Y lo consiguió.

Antes del gol de Nino, solo en el área con tiempo para acomodarse la pelota y armar la pierna sin que nadie le estorbara lo más mínimo –también pudo pensar libremente Yacine a la hora de asistir, o Iván Sánchez en el origen de la acción–, los ilicitanos ya habían avisado de que no tenían intención de ver frenada su buena marcha. En el primer minuto botaron dos córners, y antes de ese cuarto de hora habían exigido ya a los laterales con continuas internadas, a los centrales con balones a su espalda y a los pivotes con los movimientos entre líneas de Nino y Javi Flores.

El Elche tardó poco en percatarse de que el CCF no había comparecido siquiera y con una presión de lo más normalita, robaba fácil. Y conducía fácil. Y tocaba fácil. Y llegaba fácil... La espalda de Fernández evitó un gol cantado de Josan tras una pérdida de Luis Muñoz; el pie de Flaño liberó de trabajo a Lavín a disparo de Javi Flores tras otra pérdida de Bodiger, y Dani Calvo y Gonzalo Verdú, la pareja de centrales franjiverdes, tocaron un saque de esquina sin darle dirección mientras sus oponentes miraban la escena como el que ve un capítulo de Friends.

Carrillo intenta sacar un centro ante Juan Cruz. / LOF

¿Estaba jugando el Córdoba? Ni lo parecía. Sin capacidad para dar el mínimo trato exigible al balón, sin nadie asumiendo responsabilidad en la creación, con los jugadores parados, un centro de Fernández que no cazó Andrés, un intento de pase interior de Luis Muñoz muy largo para la carrera de Carrillo y un tiro del malagueño que casi sale del Martínez Valero fueron las aproximaciones más peligrosas de los visitantes en el primer acto.

Quedaba comprobar si el paso por el vestuario, esa puesta en común en el interior de la caseta, servía para algo, para mejorar algo. Y la respuesta fue rápida: no. Porque con el segundo minuto todavía en juego, el cordobés Javi Flores bailó sin oposición por la línea de cal y sacó un tiro ajustado que repelió el poste, con Lavín ya superado. El susto fue mayúsculo, y quizás por un poco de amor propio, esta vez sí hubo una tenue reacción cordobesista, con una aparición de Blati Touré en el área que acabó en un deficiente control con todo a favor, un envío lateral de Fernández que por fin permitió ver a Badia, y un remate en semifallo de Andrés que no salió ni por línea de fondo.

Solo en la media hora final, el CCF buscó el obligado paso al frente, si bien ni ante diez fue capaz de generar peligro real

Pero el duelo estaba para que el Elche lo matara, o ese era el mensaje que se empeñaba en transmitir un equipo que volvió a sufrir la verticalidad de Josan en dos acciones consecutivas que acabaron en el uy de la grada. Con una hora de juego, Rafa Navarro decidió que el momento de buscar algo distinto, de entrar en faena, había llegado; que la broma anterior era sólo para no dar pistas. Entró Carbonell para ocupar la banda diestra y Andrés pasó al centro para ganar pegada. Y solo con ese movimiento, el Córdoba pasó a estar en el verde, que no era poco visto lo visto. Álex Menéndez buscó el ángulo en un libre directo y Bodiger disparó por primera vez entre los tres palos, flojo, ya en el minuto 66. Parecía que los visitantes habían dado el paso al frente para ir a por el encuentro, para buscar el empate.

Pacheta entonces tiró de oficio y blindó la medular con Xavi Torres, y lanzó el mensaje de que ya había que jugar muy poquito. Y así fue. Es más, un libre directo de Gonzalo Verdú fue la ocasión más clara hasta el final, y correspondió a un Elche que terminó con diez por la lesión de Nacho Gil. Pero ni así encontró el Córdoba el camino para generar peligro real, para acercarse de verdad con maldad al portal de Badia. Y eso que al final hasta Lavín se fue arriba. Pero la derrota estaba escrita, y el futuro...

Andrés Martín, Fernández y Alfaro se retiran cabizbajos. / LOF

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