"Queremos ser los mejores, es nuestra obligación"
Entrevista a Pablo Alfaro - Entrenador del Córdoba CF (I)
El técnico maño repasa su primer mes al frente del Córdoba CF y aboga por "disfrutar del camino" hacia el objetivo final, teniendo claro que para estar arriba hay que "rendir en todos los escenarios"
Segunda parte de la entrevista: "Es un momento de esperanza; se pueden sentar las bases de un proyecto fiable y sólido"
Tras el segundo entrenamiento a la vuelta de las vacaciones de Navidad, Pablo Alfaro Armengot (Zaragoza, 1969) espera a el Día en su vestuario, exprimiendo las horas para preparar la siguiente jornada de trabajo. Tras los pertinentes saludos, puño contra puño como dictamina el nuevo orden del covid, posa para las distintas fotografías en el túnel de vestuarios y ya sobre el césped de El Arcángel, antes de comenzar su primera entrevista como entrenador del Córdoba CF sentado en el banquillo, algo poco habitual durante los partidos. Con una sonrisa perenne y siempre amable, nada que ver con esa imagen que podía trasladar en sus años de futbolista, el técnico que ha logrado enderezar el rumbo del conjunto blanquiverde analiza un aterrizaje soñado y pide "disfrutar del camino" hacia ese objetivo final marcado que prefiere aparcar, centrado en el encuentro más inminente. Eso sí, reseña que quizás el club esté viviendo "un momento para la esperanza" gracias a la llegada de Infinity hace poco más de un año, "un lujo" que toca aprovechar para "ir creciendo" con la meta de regresar al fútbol profesional en el menor corto espacio de tiempo posible.
-A punto de cumplir un mes en Córdoba, empecemos por el principio. ¿Dónde le pilló la llamada del club?
-En Sevilla, que es donde tengo el campamento base con la familia cuando no tengo equipo, yendo para Barcelona, para la tele, porque colaboro con la gente de Movistar y recuerdo que fue lunes y el martes había jornada de Champions y me pilló yendo para el aeropuerto como quien dice…
-¿Se lo esperaba? ¿Había oído algo?
-No te lo esperas, aunque estás pendiente de los resultados y de los equipos, sobre todo del mercado en el que crees que puedes tener encaje, que son la Segunda A o equipos potentes de Segunda B. Pero era un lunes y el martes tenía tele… aunque esto funciona así, es imprevisible.
-¿Cómo ha sido este primer mes en Córdoba?
-Ha sido intensísimo, pero me congratula mucho el hecho de que coincida que la idea que tú quieres transmitir del equipo que quiero que seamos vaya acorde con lo que es actualmente el club, que no es el mismo que hace un año ni dos. Y todo eso en apenas un mes, con algunos días de vacaciones y solo tres partidos oficiales, que poco a poco se vaya viendo lo que queremos, me congratula mucho. El encaje que he tenido en el club y con la plantilla ha sido muy bueno, nos han acogido con los brazos abiertos y es verdad que los resultados han acompañado, y cuando es así todo se dulcifica mucho más. Pero como para quejarme…
-¿Cómo se encontró al vestuario, que venía de dos partidos muy lejos del nivel que se le presupone?
-El equipo es cierto que no estaba hundido porque también son conscientes de que no les había dado tiempo ni a deprimirse, porque es que han pasado dos meses desde que arrancó la competición. Pero todos tenemos en la cabeza que este año es peculiar, con todo tan comprimido y tan cortito, y luego las expectativas que se crean en esta categoría en un club como el Córdoba. Siempre soy de la opinión de que hay que convivir con ellas, porque si no sabes hacerlo, lógicamente vas a rendir la mitad de lo que puedes hacerlo. Pero hundidos no estaban, sí con un poquito de confusión, confundidos y con la autoestima no tan alta. La materia prima que es lo importante, ellos la tienen, porque tienen la capacidad, las cualidades y lo más importante es hacerles ver que muchos futbolistas de ellos, casi un 65% de la plantilla, ha estado mucho tiempo de su carrera en categorías superiores, pero que esta categoría no solo por llevar tu apellido en la espalda y salir a jugar a un estadio como este, los rivales te van a dejar ganar. Hay que trabajar muchísimo durante la semana, en los entrenamientos, y que esa cura de humildad sea permanente, tiene que ir de domingo a domingo, y que ellos lo sientan. El día de Murcia, que empecé con ellos, hay momentos en los que el equipo sufre ordenado, pero se mantiene firme, eso refuerza; hay momentos ante el Poli Ejido que te cuesta ajustarte, pero lo vuelves a conseguir y a partir de ahí todo fluye, cuesta esfuerzo; que consigues derrotar a un rival de superior categoría como el Albacete, que es cierto que no está en su mejor momento, pero luego ganó en Miranda de Ebro, todo eso refuerza… Pero necesitamos ese nivel de activación y que la gente sea consciente de que esta categoría es compleja, que los rivales aunque no tengan lo que tú tienes, tienen otras armas y las utilizan al 100% y que no nos ganen en hambre. En hambre no nos pueden ganar, porque si no el equipo ya se deja llevar.
-¿Le podía un poco la presión al equipo? Aquí las expectativas son altísimas y había jugadores muy por debajo de su nivel, que quizás malentendieron la urgencia del club.
-Puede haber un componente importante de eso, es verdad. Al final, nosotros queremos ser un club importante de la categoría y tenemos que demostrarlo, un club que aspire a lo máximo; y hay futbolistas en esta plantilla que han jugado en la élite muchos años, pero esa cura de humildad la tenemos que tener todos, y eso para mí es fundamental. Y después, el disfrutar compitiendo. Hay que disfrutar cada entrenamiento. Venir a entrenar a un club como este, en el que llegas y me asombra el entorno y la capacidad que puede tener, con medios materiales, medios humanos, gente detrás de ti, que lo tienes todo como para no disfrutarlo. Pero no es disfrutar solo por venir aquí a pasar el rato; es disfrutar compitiendo, y compitiendo cada entrenamiento; ese es el disfrute profesional y deportivo, porque a partir de ahí estás mucho más cerca del éxito que de dejarte llevar. Y no siempre responder a la propuesta del rival, sino que seas tú quien proponga, y eso reconforta mucho más. Yo les he dicho a los chicos que si viera algo que no se lo pudiera proponer, no lo haría; si tuviera otro tipo de equipo, haríamos otro tipo de fútbol diferente, pero nosotros podemos hacerlo porque yo creo que, además, hay otra cosa y es que esa presión tenemos la obligación de convertirla en positivo. Llevo muy poco tiempo aquí, es verdad, pero he venido a ver muchos partidos, también de adversario, y esa presión cuando es en positivo, te lleva en volandas; pero debemos ser nosotros primero los que ofrezcamos, porque la gente, y más en un año tan complejo como éste, en el que todo lo negativo pesa tanto, espera que seamos nosotros los que transmitamos otras emociones diferentes. Ojalá ahora, en vez de 400 puedan ser cerca de mil los que puedan venir a disfrutar de su equipo. El que viene a verte desea que ganes, y que lo hagas bien. Cuando le ofreces y le das lo que está dentro de ti, se convierte al final en aliado tuyo, no en detractor, pero tienen que verlo y sentirlo, si no… Y esa presión hay que saber llevarla.
-¿Cuesta hacerle ver a los futbolistas que la Segunda B es de ir al barro, correr igual que el rival, que con la camiseta no se gana?
-Hay momentos en los que cuesta, lógicamente. Inconscientemente ya te crees que vas a ser superior al rival, y no lo eres; y ahí es cuando viene el primer choque. Viene un equipo que ni tiene la camiseta bonita y la gente que viene a El Arcángel acostumbrada a ver al Zaragoza, el Sporting, el Nástic, viene un equipo que le suena del periódico, pero no conoce a ningún jugador y claro, venimos todos diciendo que lo normal es que todo vaya fácil, y te chocas ya con el muro. Y ese muro hay que derribarlo todos los días, porque los muros se vuelven a levantar; y ese es uno de los grandes trabajos del entrenador: hacerles ver a esos futbolistas que ahora mismo estamos todos en este barco y en esta categoría. En el pasado estuvimos y en el futuro queremos estar, pero hay que conseguirlo y no te lo va a regalar nadie. Y es más, como tú hay otros diez o doce y el premio final no es para doce ni para quince, sino para cuatro. Entonces, hay que ir avanzando poco a poco, y hay que ir disfrutando del camino. Yo creo que la virtud está en disfrutar del camino, porque el camino es largo, tiene dificultades, y los que hemos estudiado una carrera no hemos aprobado nunca en diciembre, sino en mayo y en junio que es cuando son los exámenes finales.
-Eso incluso es un problema con el entorno, que muchas veces minusvalora a los contrarios, pensando que el equipo va a ganar todos los partidos fácil.
-Claro, y ganar un partido es difícil; ganar solo uno ya es difícil. Pero eso hay que saber llevarlo y nosotros lo tenemos que saber manejar. A la afición le puedes lanzar unos mensajes, tienes que intentar que disfrute, pero sobre todo que ellos vean, en el campo o por televisión, que le transmites algo, y eso es muy importante. Y luego está la dificultad de los rivales. ¿Qué piensan el Deportivo, el Nàstic, el Murcia, el Córdoba, el Burgos, que también tiene una historia detrás? Hay proyectos importantes y filiales que nos doblan el presupuesto -y eso que somos de los que más tenemos- y no están bien, con futbolistas que en poco estarán en el primer equipo… La categoría es compleja, porque luego además tiene matices que por ejemplo Primera y Segunda no tienen: ahí no vas a encontrar un césped malo, un césped artificial, todo es un producto muy homogéneo y aquí no, por lo que te tienes que acostumbrar a que tienes que jugar en Yecla, un campo pequeño, que puede tener barro, o en un césped artificial duro… Y el equipo que esté arriba tiene que rendir en todos los escenarios. Si solo juegas bien en El Arcángel, que el césped está perfecto, te conviertes en un buen equipo, pero no sales del montón, y nosotros queremos ser los mejores, es nuestra obligación.
-Hablaba de disfrutar del camino, sin querer mirar ya a la meta. Partido a partido, pero dándole la importancia que cada uno se merece para sumar el mayor número de puntos posible.
-Exacto, porque además esta competición te premia los puntos conseguidos de cara al trecho final. Si estuviésemos en Galicia podríamos hablar del Camino de Santiago, y aquí podemos hacerlo de Romería; tú sales a hacer la Romería y no llegas en un día, sino que tienes que ir parando por el camino, disfrutándolo y avanzando hasta que llegas a la meta final. Este es un poco el mensaje que creo que tenemos que trasladar: son meses de competición, meses de intentar disfrutar de los entrenamientos y de los domingos, estando juntos en los momentos de sufrimiento, porque todo eso hace que los equipos sean buenos y sobre todo fiables. Para mí una de las palabras claves es la fiabilidad. Un equipo fiable es un equipo que estando bien gana y cuando no está tan bien gana o empata si está muy mal, pero sigue sumando mucho, porque es fiable.
-¿Ve al equipo preparado para ser fiable y rendir en todos los campos? Los tropiezos previos a su llegada fueron en feudos incómodos.
-Es verdad que uno va intentando cumplir retos, porque mientras haya retos, hay vida. Por eso, con el esmoquin y el apellido no se le gana a nadie. El esmoquin está muy bien para determinados minutos de determinados partidos, pero la categoría… aunque muchos de mis futbolistas que han estado en Segunda ya saben que con el esmoquin no se gana a nadie. El fútbol está tan igualado que los matices físicos, tácticos y sobre todo emocionales, que es donde yo creo que existe un gran margen de mejora individual y grupal, deciden.
-¿Cómo se trabaja ese aspecto psicológico, para que los jugadores descarguen la presión y sepan manejar las emociones, que pueden decidir momentos concretos y hasta partidos?
-Decide mucho porque, además, los días que llevo con ellos, los partidos, cuando hay tanta igualdad, es complicado ganarlos ya en el minuto 20. Vemos fútbol de otras categorías que hay equipos que en el minuto 25 ya han ganado sus partidos y se dedican a gestionar la situación y casi descansan compitiendo. Eso en Segunda B es muy complejo, porque muchos se ganan en el 70, el 75, el 82… pero hay que seguir picando piedra desde el minuto 1 para que el muro del rival vaya cayendo. Para eso debes ser fuerte mentalmente. Intentamos ayudarles con nuestra experiencia, aumentando las dificultades en los entrenamientos diarios para que las tengan que ir superando. Y ahí está una de las virtudes, convivir con eso, que no te pese, porque para disfrutar de esta profesión tienes que saber gestionar la presión, sino nos tendríamos que dedicar a otra cosa con menos presión.
-¿Esta parte de lo emocional es del fútbol moderno o también lo había en su etapa de futbolista?
-Era diferente; lo había, pero más a lo bruto, el lenguaje era diferente… He jugado muchos años en Primera y he tenido alguna orden de algún entrenador que ahora mismo es irreproducible. Yo solo tenía una misión en el campo y no la puedo decir aquí. Hoy en día el fútbol ha evolucionado a mejor, como todos los deportes. Es cierto que en algunos matices ha hecho que el juego como tal sea más vistoso, también con el cambio de reglas. ¿Que hay gente que sigue teniendo nostalgia de ciertas situaciones? Sí, porque quizás eran más verdaderas, no tan marketinianas. Pero debemos evolucionar de la mano del fútbol, no nos podemos quedar atrás, y hay muchos márgenes de mejora. El primer día que llegué a Córdoba me quedé asombrado porque casi había más sargentos (cuerpo técnico) que soldados. Mi obligación es gestionar el grupo de futbolistas y también ese otro grupo, porque para mí es fundamental que destile armonía y profesionalidad, pues sin hablar transmite a los futbolistas todo, y eso es muy importante. Ahora tenemos que ser dobles gestores, aunque a los que nos gusta esto… Me gusta mucho ganar y sé que los resultados son los que nos ponen en tu sitio, pero la gestión del grupo humano me apasiona.
-Usted que ha vivido los dos, ¿echa en falta ese fútbol de antes sin tanto engaño, más puro?
-Hay matices que sí. En líneas generales, para casi todo se ha mejorado, pero ahora es verdad que la industria del fútbol te lleva por otros derroteros; antes no había tanta superficialidad, lo que ocurría lo hacía de verdad, había muchos mensajes que eran mucho más directos y sin tanto intermediario como hoy. Pero a eso nos tenemos que adaptar, igual que la relación con nuestros hijos es diferente a la que tenían nuestros padres con nosotros porque todo va evolucionando. Lo que sí estoy muy convencido es de que no te puedes quedar anclado porque esto lleva una velocidad de crucero tremenda y ya no se entrena igual que hace cuatro años o cinco. Incluso ahora cuando planteas un ejercicio y das unas explicaciones, el jugador te las demanda y te hace preguntas… nosotros no nos atrevíamos ni a preguntar. Se abren abanicos diferentes, que lo hacen más complejo, pero a su vez es más enriquecedor también.
-No sé si estará de acuerdo en lo que el otro día comentaban Del Bosque y Mendilibar, que hablaban de que lo más difícil del fútbol es hacer lo más fácil: control, pase, que corra la pelota…
-Esa es la gran dificultad. La esencia de todo esto sigue siendo una pelota y once contra once, y es verdad que esa simpleza la vamos haciendo compleja los que estamos fuera, pero esa sigue siendo la esencia: el niño que sale al recreo a jugar con la pelota, y hay que disfrutar de eso. Nosotros ya lo hacemos profesional, nos entrenamos para ello, nos cuidamos, nos intentamos sacar el máximo rendimiento, pero eso no lo podemos perder nunca, porque como lo perdamos nos convertimos en sufridores. Y el jugador cuando sale a jugar el partido tiene que salir a disfrutar, tiene que ser un placer tremendo, no puede ser una presión de que sea una putada, tiene que ser lo contrario. Y eso tiene que fluir. Luego vendrán momentos difíciles, pero eso no lo podemos perder porque, sino, perdemos el encanto de todo esto.
-Hay que dar libertad al futbolista, dejando a un lado los dibujos tácticos, los corsés… porque eso hace al equipo más rico.
-E imprevisible. Todo lo previsible lo puedes más o menos controlar; lo imprevisible… La conducción de Djetei el día de El Ejido, que se siente más poderoso que el delantero y tira para adelante, y ve camino y sigue, y cómo voy a decirle yo "no, no". Y yo estaba disfrutando de la jugada, que además tiene premio final (el gol de Piovaccari). Pero como entrenador estás mirando lo que queda por detrás también, el equilibrio del que hablamos muchas veces. Pero sobre todo en tercio final, siempre perdonaré el error, y ellos ya lo saben; lo que no voy a perdonar es que fallen y se queden con la cabeza baja porque la siguiente jugada ya es a las siguientes décimas de segundo. Pero la gente tiene que abrirse, tiene que chutar, hacer un uno contra uno, hacer una pared, el lateral tiene que doblar… porque es la forma con la que normalmente desequilibras a los rivales, y si lo haces muchas veces, todavía tienes más opciones de desequilibrio. Además, eso nos gusta a todos. Que aparte de eso tengas también otro equilibrio y haya momentos en los que toque fajarse, claro que sí, porque eso es un equipo de fútbol. Pero la libertad hay que premiarla, hay que darle espacio al talento porque si no luego es difícil proponer otras acciones del juego.
-¿Ha tenido que pincharle a alguno para que se soltase?
-A alguno sí. Pero ha habido un día en el que hubo ocho o nueve mochilas que las han tirado al suelo. En el poquito tiempo que yo llevo aquí, hubo un partido y un momento en el que veías mochilas que iban cayendo al suelo, y la gente pesaba menos y corría más, y le costaba menos, y las cosas iban saliendo. Y yo creo que ellos se han dado cuenta del tipo de equipo que podemos ser... si nos tomamos muy en serio todo el trabajo previo, todo entrenamiento, el cuidarse, el descanso, el vivir como profesional, el soñar con el partido que va a llegar… Todo eso hace que llegues a un nivel máximo y es cuando todo empieza un poco a fluir. Paco de Lucía siempre decía que el duende le llegaba cuando llevaba mucho tiempo tocando, y es porque del hábito es cuando sale. Y nosotros queremos buscar eso, porque estaremos más cerca del éxito así.
-La jugada que comentaba de Djetei, un jugador con grandes condiciones pero de carácter tímido, es el ejemplo perfecto.
-Es igual que nuestros laterales, que tienen muy buena proyección ofensiva y continuidad en el juego, y son capaces de poner centros con sentido… Yo no debo atarlos, todo lo más decirles que cuando uno suba, el otro equilibre, pero hay que darle esa opción de juego. Si ellos ven a un defensa como Momo que en un momento es capaz de hacer eso… Es como cuando ellos ven a Javi Flores o a Pío presionar arriba, que dicen "si estos son capaces de hacer ese trabajo, cómo no lo voy a hacer yo". Porque el que no lo hace, canta, y se ve desde arriba o desde el banquillo. Y nadie quiere bajarse de ese carro. Lo bueno es intentar ponerles un poquito en la pista de salida y, a partir de ahí, los importantes son ellos. Nadie viene al campo a ver a los entrenadores, ni a los presidentes, vienen a ver a los artistas, que son ellos.
-Sus primeros cambios en el equipo llegaron sin balón, pero ya se han ido viendo detalles del juego con pelota. ¿Se verá el Córdoba que quiere ya en el próximo partido ante el Getafe?
-Me gustaría que esto fuese un camino y me lo fueses preguntando cuando queden diez partidos, siete, cinco… porque digamos que vamos evolucionando. Debemos intentar ser cada día un poquito mejores, con la humildad de saber que nuestro próximo rival es un equipo de Primera División y las diferencias suelen estar por algo. Pero nosotros nos debemos igualar a ellos, nos tenemos que igualar y lo vamos a hacer en muchas facetas del juego; y en otras, tendremos que minimizar que se nos vean los defectos menos. Al final no hay equipo perfecto, como no hay persona perfecta, y la inteligencia de un equipo está en que se vean cuantas mayores virtudes mejor, y los defectos que tienes, intentar esconderlos. El rival querrá hacer lo contrario, pero esas son un poco las intenciones que debemos tener como equipo. Al final vais viendo un poco la identidad de lo que me gustaría que fuésemos, y creo que poco a poco lo vamos a conseguir.
Puede leer la segunda parte de la entrevista con Pablo Alfaro pinchando aquí.
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