El himno del Córdoba CF: una emoción en el silencio

Córdoba CF - Lorca Deportiva | El otro partido

El público cumplió en el primer día de los protocolos por el covid-19, con algunas excepciones

Las imágenes de la nueva normalidad en los accesos a El Arcángel

Aficionados del Córdoba CF alzan sus bufandas antes de arrancar el partido.
Aficionados del Córdoba CF alzan sus bufandas antes de arrancar el partido. / Juan Ayala

Si alguien dudaba del apoyo que el Córdoba CF iba a tener en su estadio por la limitación a 800 espectadores como límite por la crisis sanitaria, bastaron unos minutos en El Arcángel para despejarlas. Que ese número tan limitado de aficionados puedan llenar el vacío de los miles que faltan en las gradas es imposible, pero eso no quita para que los centenares que presenciaron en vivo el duelo ante el Lorca Deportiva dieran a su equipo la calidez necesaria.

Bastó escuchar el himno, que sonó más solemne que nunca quizás por esas gradas semivacías, como cantado por un coro antes de una ceremonia religiosa, para recuperar las sensaciones. El pensamiento en los que se fueron por culpa de este maldito virus y en todos los que se vieron obligados a empujar a su equipo desde casa cargaron de emotividad el momento y dieron la fuerza necesaria a los jugadores para desplegar una puesta en escena que se diluyó con el paso de los minutos, pero que bastó para solventar el partido con el tanto de Piovaccari.

Fue solo el comienzo de lo que está por venir, de una temporada extraña a la que todos nos tendremos que acostumbrar, y en la que el club espera que poco a poco se vaya abriendo la mano con el tema del aforo, para que las gradas vuelvan a poblarse con unos aficionados ansiosos por recuperar la normalidad. Porque el fútbol, ese deporte a veces tan denostado por su condición de espectáculo de masas, es una de esas cosas a las que uno se puede agarrar en una situación general como la actual, en la que las preocupaciones no faltan. Y de paso, una actividad quizás mucho menos peligrosa en cuanto a epidemiología se refiere que muchas otras en la que los aforos se disparan. Pero eso es otra historia...

Era el estreno de la temporada y con ello de los temidos protocolos sanitarios para entrar y salir del estadio. Una rutina a la que costará adaptarse y que en el primer partido de liga generó largas colas hasta prácticamente el pitido inicial, pese a que solo eran 800 espectadores los que acudían al estadio.

De entre ellos, incluso algunos no llegaron a pisar el campo después de dos sorteos de entradas, en un proceso que el club deberá ir puliendo para que no se produzcan vacíos inexplicables en ese aforo permitido, cuando hay tantos cordobesistas deseando de volver a pisar su Reino.

Con todo, dejando a un lado los lógicos detalles a mejorar del primer día, tanto la entidad como los aficionados cumplieron a la perfección con lo establecido. El club desplegó un amplio equipo de trabajadores de seguridad para controlar el acceso y guiar a los aficionados en la ubicación en el estadio.

Pero como en todo, siempre hay excepciones. Porque bien es cierto que el comportamiento de algunos no debe oscurecer el de la mayoría, pero como era de esperar no faltaron los que, creyéndose por encima de los demás y con más derecho que el resto, no renunciaron al pitillo de turno o a deambular por el estadio y hacer corrillos en el descanso, cuando son cosas totalmente prohibidas en esta nueva normalidad.

A pesar de esas salidas de patas de banco, la nota general del cordobesismo debe ser de aprobado. Una línea a seguir, puliendo detalles, para que pronto El Arcángel pueda ser disfrutado por todos. Para que ese himno suene algo menos solemne pero más rotundo en la garganta de los miles y miles de cordobesistas que tuvieron que ver la primera victoria de su equipo por televisión. Cuando eso suceda, y el bullicio se imponga al silencio, quedará la emoción que este domingo se vivió en El Arcángel por recuperar una parte de lo que nos define: un domingo de fútbol en el estadio animando al equipo de la ciudad.

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