Historia de un ascenso (VIII): El milagro de Gran Canaria y la vuelta a Primera 42 años después

Córdoba CF

El Córdoba CF dio su tercer salto a la élite tras entrar al 'play off' en la última jornada como séptimo y al superar a domicilio a Murcia y Las Palmas con el gol de Uli Dávila tras la invasión amarilla

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Uli Dávila empuja el balón para hacer el gol del ascenso en Las Palmas. / El Día

El Córdoba CF tendrá que buscar el décimo ascenso de una historia que este verano alcanza los 70 años por el camino largo, con una postemporada que exige jugar cuatro partidos más para sellar el retorno al fútbol profesional. En las tres jornadas que restan de liga regular, el conjunto blanquiverde todavía debe confirmar su puesto, si bien cuenta con un importante colchón de seis puntos -con nueve en juego- para mantener la segunda posición que actualmente ocupa y gozar así tanto de la ventaja de decidir las series en casa como de ganar en caso de empate en la eliminatoria al término de la prórroga (no hay penaltis).

Pero más allá de los argumentos de peso clasificatorios, el CCF tiene por delante tres jornadas aún para encontrar un punto óptimo, tanto mental como físico, para intentar ser el mejor de su parte del cuadro en el play off. Sobre todo porque, tras una temporada más que notable, claramente de menos a más, que le ha permitido asegurar con solvencia su presencia en la lucha por el ascenso hasta el punto de pasar a ser el único rival del intratable Castellón, los lunares surgidos en el último mes y medio de competición señalan la necesidad de un reseteo. Toca mentalizarse de que el premio se decide en cuatro choques, un mes más de competición en el que hay que estar por encima de dos rivales en cabeza, piernas y fútbol.

Una situación, la de conseguir la recompensa en la postemporada, de la que el Córdoba CF ha logrado salir airoso en tres de sus últimas cinco experiencias. La última positiva, precisamente, es que la ahora toca recordar en este serial, y sirvió para volver a Primera División, aunque fuera de manera efímera, después de una travesía de 42 largos años que tocó a su fin el 22 de junio de 2014 en el Estadio de Gran Canaria, en Las Palmas, con un milagro increíble. Era el único final posible para una temporada que en otros muchos momentos ya se acercó a lo sobrenatural, pues el pase para el play off llegó en la última jornada, como séptimo -beneficiado por el tercer puesto del Barcelona B, sin opción de ascender- y con un ojo puesto en otro campo, y los dos cruces tuvo que resolverlos el equipo actuando como visitante.

Para su tercer proyecto, Carlos González, que había llegado a la propiedad del club en junio de 2011 al hacerse con las acciones de José Romero (Prasa), logrando a las primeras de cambio la clasificación para un play off de la mano de Paco Jémez, intentó repetir la fórmula del éxito tras el fiasco del curso previo con Berges y Esnáider. Así, tras romper el contrato con el argentino, apostó como entrenador por Pablo Villa, que venía de jugar por el ascenso a Segunda B con el filial y aseguraba la comunión con la afición a las primeras de cambio. Aunque para cambios, los que hubo en una plantilla a la que llegaron veteranos como Raúl Bravo, Iago Bouzón, Juanlu o Luso -se unieron a otros como Xisco, Abel Gómez, Caballero, López Silva o Pedro-, se asentaron jóvenes como Fran Cruz, Samu de los Reyes, Pinillos o el héroe Uli Dávila, y aparecieron canteranos como Rafa Gálvez, Dani Espejo y, sobre todo, Bernardo.

Con todo, el Córdoba CF arrancó la temporada de manera notable, con un doble triunfo por la mínima -incluido el asalto a Riazor en la primera salida- y alcanzando el primer tercio de la primera vuelta con solo una derrota. Aunque a partir de ahí el ritmo de victorias decayó, el equipo estuvo hasta la jornada 14 en zona de play off, un objetivo que tuvo a tiro hasta ya iniciada la segunda parte de la competición. Pero una doble derrota en El Arcángel ante rivales directos como el Deportivo y el Eibar, ambas sin ver puerta, terminaron con la paciencia de González, que decidió dar un giro de timón. Al paso por la fecha 25 destituyó a Villa y puso al frente a su segundo, Luis Carrión, una apuesta que sólo duró un partido, pues el 3-0 ante el Numancia precipitó la búsqueda de otro técnico. Albert Ferrer fue el elegido.

Albert Ferrer, manteado por la plantilla en el Estadio de Gran Canaria tras el ascenso. / El Día

El Chapi, avalado por su currículum como jugador en el Barcelona, solo acumulaba una experiencia en los banquillos, en el Vitesse holandés, por lo que hacía su debut en España. Con 16 choques por jugar, el Córdoba CF ocupaba el puesto 13, a dos puntos del play off y con cuatro de renta sobre el descenso, que empezó a mirar de cerca tras lograr solo un triunfo en seis partidos, con tres empates. El revulsivo buscado no funcionó de inmediato, pero sí lo hizo con retardo, en esas últimas diez jornadas en las que todo se decide, que empezaron con un triunfo en Gijón.

A partir de entonces, el conjunto blanquiverde se mostró como un equipo difícil de batir, enlazó cinco victorias más en las siguientes siete citas y se presentó con todas las opciones a las dos últimas fechas. El rival era el Recreativo, al que visitó en la penúltima parada de la liga regular igualado a 59 puntos; ahí pudo sentenciar, pero el Decano empató sobre la bocina para posponer el desenlace hasta el final, aunque con el goal average favorable al CCF. El empate de los cordobesistas ante el Mallorca en casa tuvo continuidad con un marcador idéntico en el duelo de los onubenses en Sabadell. La séptima plaza que daba billete por la presencia del Barça B como tercero ya era de los cordobesistas.

Quedaba ahora lo más difícil: buscar el ascenso con el factor campo en contra y ante enemigos con las mismas exigencias históricas por regresar a la élite. La primera piedra en el camino fue el Real Murcia, que se presentó como favorito en la postemporada por su mejor clasificación y como un bloque sólido al que había empujado el acierto arriba de Kike García (23 goles). El 0-0 con el que arrancó la serie dio más opciones aún a los pimentoneros, que sin embargo se vieron sorprendidos en su estadio (1-2) por un Córdoba aupado por los goles de Pedro y Raúl Bravo, y que dio muestras de mucha entereza.

Los jugadores, en el autobús a su llegada de Gran Canaria tras conseguir el ascenso a Primera. / El Día

El ascenso estaba a solo dos partidos ante Las Palmas, que venía de superar al Sporting con una doble victoria por la mínima en un play off que encaró con Josico en el banquillo, tras el cese sorprendente de Sergio Lobera tras la jornada 41. El sexto o el séptimo acompañarían al Eibar y el Deportivo camino de la máxima categoría. De nuevo un empate sin goles en El Arcángel dio ventaja a los insulares, que con el Estadio de Gran Canaria lleno con más de 31.000 espectadores de los que sólo 50 eran cordobesistas, se las prometían muy felices. Más aún tras culminar su dominio con un gol de Apoño al comienzo de la segunda mitad que dejó noqueado al equipo del Chapi, incapaz de reaccionar, pero que al menos supo sobrevivir hasta el descuento ante un rival que tuvo hasta cuatro ocasiones clarísimas ante Juan Carlos.

Pero ahí, las ganas incontrolables de celebrar de la hinchada amarilla dieron paso a una invasión del terreno de juego que lo cambió todo. Sánchez Martínez, hoy árbitro internacional, paró el partido diez minutos y, tras la mediación del presidente de la UD y veteranos como Valerón, ordenó su reanudación para jugar los 90 segundos que restaban. Tiempo suficiente para que Juan Carlos colgara el balón desde su campo, el malogrado Pelayo Novo controlara, se girara y lo pusiera al segundo palo para que Raúl Bravo rematara y Uli Dávila remachara sobre la misma línea de gol. El 1-1 daba la eliminatoria y el ascenso al Córdoba CF por el valor doble en campo contrario, en su único disparo entre los tres palos en todo el partido. La ciudad entera se tiró a la calle para vivir una fiesta interminable que duró muchos días… Qué menos, tras un milagro que cerró un tortuoso camino de 42 años sin estar entre los mejores del fútbol español.

La plaza de Las Tendillas, llena de aficionados, para festejar el ascenso junto al equipo. / El Día

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