¿Quién le pone el cascabel al gato? (1-1)

Córdoba CF-Tenerife | Crónica

El Córdoba rescata ya en la prolongación y con un golazo de Aguado en superioridad un punto que da aire a Sandoval y por la sensación final parece escaso

Con 0-1, Alberto evitó la sentencia insular y Jaime falló un penalti

Los jugadores del Córdoba celebran el tanto de la victoria. / Álex Gallegos
Cisco López

23 de septiembre 2018 - 00:26

Córdoba/Un golazo de Aguado recién superado el minuto 90, cuando el horizonte se teñía ya de riguroso negro y las miradas empezaban a enfilar a José Ramón Sandoval, rescató un punto para el Córdoba y supuso una tabla de salvación para el técnico madrileño, que continuará una semana más al frente de un proyecto que no termina de arrancar. Habrá quien piense que el botín es escaso por las sensaciones que dejó el tramo final del partido, con el penalti fallado por Jaime en pleno acoso a un Tenerife agarrado, ya con razón, a su racanería al verse en inferioridad numérica. Si bien en el global puede considerarse un marcador del todo justo a tenor de las ocasiones para sentenciar, pocas pero clarísimas, de las que dispuso el cuadro chicharrero en la segunda mitad tras verse por delante casi sin querer en el alargue del primer acto, con una jugada casi de carambola en la que nadie hizo caso al debutante Alberto.

Ambos equipos encararon el encuentro con dudas y mucho miedo a perder, agarrotados por verse de inicio en la zona de descenso de la clasificación y con el cero en su casillero de victorias, algo que ya sólo comparte un Elche que hoy visita al Oviedo. El CCF lo reflejó ya con el balón en juego, con una inquietante falta de claridad, verticalidad y atrevimiento para superar la maraña dispuesta por José Luis Oltra en su estreno en el banquillo blanquiazul. Toda una declaración de intenciones: el Tenerife llegó a El Arcángel con el firme propósito de no sufrir atrás y esperar un regalo para intentar ganar por vez primera y, si no, el empate sería un buen punto de arranque a esta nueva era pos Etxeberria.

Y a punto estuvo de salirle a la perfección el plan ante un Córdoba renovado, con hasta ocho novedades respecto al once que naufragó en La Rosaleda, pero que siguió fiel al sistema 4-1-4-1 que Sandoval ha elegido de cabecera para intentar salir del atolladero. Porque a pesar de que la posesión empezó a caer claramente del lado local, el área de Dani Hernández pareció un coto privado durante los primeros 45 minutos, en los que Jaime y Blati Touré lo probaron con disparos lejanos sin la dirección correcta y Piovaccari se atropelló tras un fallo en la cesión de Alberto.

La batalla quedó fijada en la medular, con un tres para tres que sólo las apariciones de Aguado y Milla, con cuentagotas, rompían por su calidad en el juego de pies. Una guerra sin cuartel que hizo que las fuerzas escasearan camino del intermedio, sobre todo en gente como De las Cuevas que viven su particular pretemporada en septiembre. Sin frescura plena de piernas, el partido empezó a romperse por momentos, y ahí aparecieron las primeras y únicas ocasiones reales: un centro-chut de Fernández ya dentro del área que Dani mandó a córner y un libre directo de José Naranjo que terminó en el 0-1 ya en la prolongación. Un gol que enfadó muchísimo al debutante Alberto González, y no sólo por recibirlo tras un desvío involuntario con la cabeza de Aguado que puso la pelota casi en la escuadra, sino porque antes había pedido con insistencia que se colocara un cuarto hombre en la barrera sin encontrar respuesta.

El Córdoba es el nuevo colista y sigue sin ganar, al igual que el Tenerife y el Elche, que juega hoy

El jarro de agua fue esta vez helada, no fría. Quedaba por ver cómo reaccionaban ante tal adversidad el equipo y el propio Sandoval aprovechando el tiempo de receso en la caseta. Y la respuesta fue tratar de dar otro paso hacia adelante con el ingreso en el verde de Jovanovic. Sin embargo, la intención de la escuadra cordobesista chocó con una buena puesta en escena visitante, más descarada que hasta poco antes. Con las líneas empujando más a campo rival para robar y hacer las transiciones más livianas, los chicharreros tuvieron opciones para la sentencia. Primero con un zapatazo de Acosta que botó dos metros delante de Alberto, que atajó en dos tiempos; luego con una combinación por el perfil izquierdo que culminó de nuevo el internacional hondureño con un disparo mordido tras el toque en Aythami que el joven meta desvió con una mano cambiada notable.

El Córdoba sufría por vez primera de verdad en el partido, a pesar de que una falta lateral de Aguado dio una buena opción a Quintanilla. Pero entonces se encontró con un regalo de Luis Pérez de esos que no se desaprovechan. El lateral, ya amonestado, se vio sorprendido a su espalda por Piovaccari que corría en dirección a la portería y cometió una falta en la frontal que le costó la segunda amarilla y la roja. Ante diez, era el momento de atacar con todo, de volcarse, por mucho que Oltra apenas tardara unos segundos en retirar a un punta para dar entrada a Raúl Cámara y dibujar un 5-3-1.

Un libre directo que Quezada y una doble oportunidad en boca de gol de Jovanovic y Quintanilla que abortó Dani Hernández fueron los primeros avisos serios del CCF, ya con Alfaro en el campo para ganar presencia en la segunda línea cerca del área rival. El onubense tuvo otra clarísima tras un envío atrás de Jovanovic, pero no acertó a conectar su remate de zurda y Jaime lo probó sin tino desde lejos.

El Córdoba jugaba por completo en campo enemigo y eso dejaba atrás un espacio tremendo. Era el riesgo que había que tomar. Un caramelo para las contras insulares, como una llevada por Naranjo a la que Acosta no supo poner rúbrica en el mano a mano con Alberto. El 0-2 se vio muy cerca, pero de ahí se pasó al empate casi de continuo. Y no de inmediato porque Jaime falló primero un penalti tras otra serie de intervenciones de un Dani Hernández agigantado, para poner más pimienta aún a un epílogo que llevó la firma final del golazo salvador de Álvaro Aguado.

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