Las manos ya manchadas (0-0)
Formac Villarrubia-Córdoba CF | La Crónica
El Córdoba sabe sufrir para puntuar y seguir invicto ante un rival que explotó al máximo sus armas
Tras salvarse por la madera dos veces, los blanquiverdes tuvieron el gol en un par de llegadas
Si con la sufrida victoria del estreno no bastó, el primer desplazamiento de la temporada ya ha enseñado al Córdoba CF con toda su crudeza lo que le espera esta temporada de su retorno al barro de la Segunda División B. El conjunto blanquiverde supo sufrir para sumar un buen punto ante un novato valiente como el Formac Villarrubia, que se topó en dos ocasiones con la madera de un Isaac Becerra decisivo en otro puñado de oportunidades. Luego, los de Enrique Martín, más frescos sobre todo de mente en el tramo final, también tuvieron sus opciones de triunfo, sobre todo en los pies de Juanto Ortuño, si bien al final firmaron unas tablas que les permiten seguir invictos en el comienzo del campeonato y mandar en la clasificación igualados con otro favorito como el Badajoz, a la espera de lo que ocurra en el cierre de la jornada este domingo.
Siguiendo el guion establecido, el CCF saltó al Nuevo Campo Municipal con una única novedad en su alineación: José Antonio González ocupó el sitio de Sebas Moyano. Esa leve modificación ya dotaba de mayor equilibrio y más músculo al equipo para una batalla que se presumía ya de partida exigente. De momento estaba por ver la capacidad de adaptación de los cordobesistas al único escenario sintético de la competición y a un campo pequeño y con la afición muy encima.
Pero por si había alguna duda, la jugada del saque inicial reflejó que Martín había aleccionado a los suyos perfectamente: la pelota llegó a Fidel Escobar y el panameño la puso pronto en el área rival, para que la pelea se produjera lo más lejos posible de la propia. Eso, ya de partida y con los futbolistas que posee el Córdoba, no parecía lo mejor para explotar sus virtudes, aunque tal vez sí para sobrevivir como buenamente se pudiera. De hecho, la acción, con poco tino, se repitió de manera constante durante el duelo, con clara ventaja siempre para la zaga manchega.
Perdidos en múltiples imprecisiones y con una constante ida y vuelta, los visitantes intentaron subir casi hasta el área contraria su línea de presión, con el fin de recuperar alguna pelota y amenazar de inmediato. Fue así como Javi Flores abrió las hostilidades con un lanzamiento desde la corona del área que, rebotado, casi sorprende a Samu Diarra. El CCF parecía haberse adaptado bien a las circunstancias. Juanto Ortuño lo intentó tras recoger un balón bajado por González, sin encontrar portería por un pelo y De las Cuevas tuvo la primera clara con un lanzamiento de zurda en el área que salió muy cruzado.
El Córdoba pareció salir bien, pero...
¿El Villarrubia? Pues en esa fase se perdía en balones profundos bien leídos por Fidel Escobar hasta que decidió que por abajo también se puede combinar en su estadio. Ese toque local combinaba rápido con algún balón en largo para sorprender, buscando casi siempre la calidad de Dieguito y la verticalidad de Fran Cortés y Copete. Aunque fue a pelota parada como llegó el primer susto: Carlos García puso un saque de banda en el punto de penalti y la media vuelta de Arroyo murió en el poste de Becerra.
El choque entró entonces ya en otra dimensión. Los villarrubieron pasaron a mandar, cómodos en el festival de pito de un colegiado que imposibilitó con su actuación la más mínima continuidad en el juego. Cortés y Dieguito, cada uno por un perfil, trataron de sorprender al meta cordobesista en pleno dominio local y la única respuesta fue un latigazo aislado de Javi Flores tras bajar una pelota que halló la manopla y el vuelo salvadores de Samu Diarra para mandar a la esquina.
Viendo que el juego directo, no excesivamente bien dirigido, no había dado los frutos apetecidos, el paso por los vestuarios sirvió a Enrique Martín para ajustar algunos conceptos. Y la puesta en escena del Córdoba en el segundo periodo fue diferente. Eso sí, sólo duró cinco minutos, aunque en ese tiempo Ángel Moreno, a la salida de un córner, a punto estuvo de firmar el primero ante la pasividad de la defensa albiazul.
Tras ese susto, el Villarrubia se envalentonó aún más, y durante un cuarto de hora se adueñó por completo del partido, poniendo cerco al portal de un Becerra que se tuvo que multiplicar... y hasta buscar algún aliado que otro. El principal, la cruceta de su portal, que repelió el derechazo de Dieguito que ya había desviado algo Fernández. Copete, con un disparo raso y una volea desde la frontal que murió en el cuerpo de Escobar, y de nuevo Dieguito, con otro zapatazo que murió en el lateral de la red, lideraron la ofensiva de la escuadra de Javi Sánchez, sostenida por su afición y el juego intenso y comprometido de unos jugadores que saben que están este curso ante la gran oportunidad de su vida.
La entrada de Owusu dio más aire ofensivo
El Córdoba estaba mal, sostenido por su fortaleza defensiva y la mala fortuna de los locales. En ese momento, Martín se acordó de Owusu y lo llamó a filas, para pasar a jugar casi con un 3-4-3, ya que el sacrificado fue Flores. El atacante ghanés salió como un tiro y no tardó en tratar de exprimir su punta de velocidad, pero el encuentro no estaba para eso, precisamente. Y eso que De las Cuevas tuvo una contra que finalmente abortó Carlos García.
Con todo, la primera agitación ya frenó un tanto el ánimo villarrubiero, pese a que Dieguito volvió a irrumpir con la enésima diagonal por el perfil izquierdo, buscando siempre su pierna buena para el disparo; Becerra, en primera instancia, y Escobar, sacaron el peligro del área.
Pero el Córdoba ya estaba más cómodo, más hecho, como si los minutos finales le vinieran mejor que a su enemigo. Juanto Ortuño terminó una combinación en la frontal con un latigazo que sacó en dos tiempos Diarra y, acto seguido, se chupó un mano a mano tras un servicio perfecto de Owusu cuando el ghanés, que acompañaba la jugada por el centro, la pedía desesperado para empujar la pelota a la red sin oposición. La más clara del partido para el CCF sin lugar a dudas, abortada por el cuerpo del meta maliense.
Los visitantes apretaron entonces, pero entre el carrusel de sustituciones y el ánimo templado de un Villarrubia que pasó a dar por bueno el punto se fue consumiendo un partido que refleja de manera adecuada lo que es la Segunda B, una categoría en la que para sumar cada punto habrá que sufrir lo indecible. De momento, ya van cuatro en el casillero tras dos paradas, lo que vale para estar en la zona noble de la clasificación. Esto no ha hecho más que empezar, pero mejor que lo haga bien, que ya habrá tiempo de que vuelvan los malos tiempos...
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