Alberto Murillo y Roberto Mendoza: dos cordobeses en la élite del balonmano nacional
Balonmano | Liga Asobal
Los árbitros arrancan su séptima y segunda temporada, respectivamente, en la máxima categoría
El arranque de las competiciones de balonmano en España, con el estreno de la Liga Guerreras Iberdrola y la Liga Asobal durante este fin de semana, supone también el regreso a la actividad para los árbitros. La provincia de Córdoba cuenta con dos destacados representantes, Alberto Murillo y Roberto Mendoza, que un curso más se mantienen en la élite, como punta de lanza de un grupo de hasta diez colegiados cordobeses si se tiene en cuenta también la División de Honor Plata.
Tanto Murillo como Mendoza, además de una buena amistad fruto del cruce de caminos que el balonmano deparó en su vida, comparten la pasión por este deporte y una ambición por seguir entre los mejores árbitros del país desde dos trayectorias muy diferentes.
Roberto Mendoza, baenense de 40 años, se vinculó al balonmano en su época de estudiando. "Yo empecé a jugar en la Universidad de Jaén. Me fui de Erasmus a Francia y allí seguí jugando en el equipo universitario. Cuando volví a España, vivía en Granada, y vi la posibilidad de ser árbitro. Probé y me enganchó. Empecé a promocionar después de mucha lucha personal, mucho trabajo físico y preparación", resume.
Mendoza, que forma pareja con el granadino Juan Pablo Visciarelli, arranca ahora su segunda temporada en la Liga Asobal, después de ocho años curtiéndose en la División de Honor Plata. Su trayectoria empezó en 2005 y, tras pasar por todas las categorías inferiores, el baenense está disfrutando el premio de arbitrar entre los mejores. "Recuerdo, siendo árbitro principiante, ver un partido de Segunda Nacional y pensar que no sabía si sería capaz de llegar a ese nivel de arbitraje", bromea más de 15 años después.
Pese a la dedicación, tanto física como psicológica y de conocimiento, que requiere el arbitraje, en España no se considera profesionales a los árbitros de balonmano. Roberto Mendoza es policía y reconoce que el balonmano supone "un complemente importante" a su carrera profesional, pero que a cambio supone sacrificios familiares importantes: "Esa es la parte que siempre te pesa más, la de dejar a tu familia los fines de semana. Siempre que tienes un hueco es para exprimirlo al máximo con ellos, para compensar ese tiempo que les quitas por los partidos".
A sus 40 años, a Mendoza le restan un máxima de diez temporadas antes de colgar el silbato, algo que espera que le llegue pitando al máximo nivel y progresando en su camino, como ha hecho este último curso en su estreno en la Liga Asobal.
Murillo, un talento precoz
De manera radicalmente distinta llegó al arbitraje Alberto Murillo. Jugador en categorías inferiores del Córdoba BM, el cordobés hizo el curso de árbitro a los 15 años y descubrió un mundo apasionante al que volcó sus esfuerzos cuando con solo 17 años se rompió la rodilla hasta dos veces en un intervalo de diez meses.
Con solo 24 años, siendo ya internacional, Murillo se estrenó en Asobal siendo árbitro de División de Honor Plata, aunque aún tardaría unos años más en consolidarse en la máxima categoría. Ahora, con 34 años y junto al almeriense Sebastián Fernández, está a punto de iniciar su séptima campaña en la élite.
Alberto ejerce como profesor de educación física en el colegio Trinidad de Córdoba y los fines de semana imparte justicia en las categorías más exigentes del balonmano nacional. Al igual que la de Roberto Mendoza, la suya es una historia de dedicación y progreso hasta alcanzar la máxima categoría. "Al empezar, cuando veías partidos en Asobal, pensabas que ahí pitaba cualquiera. Luego cuando llegas ves lo difícil que es llevar el control de un partido. La adaptación es dura, hasta que los equipos te conocen, tú los conoces a ellos y te asientas, yo pasé lo que ahora ha pasado Roberto y sé lo que es", reconoce Murillo.
Con mucho trayecto aún por recorrer en el arbitraje, Alberto Murillo tiene claro que quiere agotar el límite de edad, situado en los 50 años, antes de aparcar su pasión. Y es que a su afición por el balonmano, el arbitraje ha sumado "la satisfacción de hacer bien tu trabajo y el orgullo de estar ahí arriba, representando a tu comité y a Córdoba". "La responsabilidad es grande, pero también la recompensa. Siempre que me preguntan por un sueño, yo digo que lo logré al llegar a la Asobal, ahora se trata de trabajar para mantenernos ahí", añade Alberto.
Tras un primer fin de semana sin pitar, tanto Roberto Mendoza como Alberto Murillo arrancarán su particular temporada el próximo fin de semana, con esa mezcla de ilusión y responsabilidad por llevar el nombre de Córdoba en las mejores pistas del balonmano español.
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