Carlos Molina: el 'muro' cordobés que triunfa en Ucrania
Balonmano
El lateral criado en la cantera del Córdoba BM disfruta de su tercera experiencia internacional en el Motor Zaporozhye, tras pasar por Alemania y Portugal
Es cordobés por los cuatro costados. Cosecha del 91 y miembro de una gran generación de jugadores del Córdoba de Balonmano. Pero desde hace años, Carlos Molina se ha acostumbrado a tener la maleta preparada y la mente abierta en busca de nuevas experiencia por Europa. Primero fue un paso de dos años por Alemania, al que le siguió una breve aventura en Portugal. Ahora, el cordobés disfruta del balonmano al máximo nivel, jugando la Liga de Campeones con el Motor Zaporozhye, en el que cumple su segundo año asentado como uno de los pilares defensivos del campeón ucraniano. El regreso a casa, para volver a ponerse la camiseta granate, tendrá que esperar, de momento.
La actual está siendo sin duda la más complicada, aunque no por ello menos enriquecedora para un jugador al que la oferta del Motor le llegó tras acabar el complicado año del covid en el Benfica, en un contexto en el que las oportunidades económicas habían decaído. Fue un excompañero, el lituano Aidenas Malasinskas, el que le abrió la opción de ir al campeón ucraniano, lo que también conlleva adaptarse a un país muy diferente culturalmente y con una barrera importante en el idioma. "Hablo mucho con Malasinskas, pero la vida aquí es más fácil para mí que para mi familia. Yo estoy viajando y si no estamos fuera, estamos entrenando. La peor parte se la lleva mi mujer", reconoce Carlos.
Y es que el balonmano le llevó a cambiar hace poco más de un año la apacible y melancólica Lisboa por Zaporiyia, un lugar muy distinto. "Es una ciudad industrial, obrera, sin mucho que hacer, aunque tiene parques grandes. Lo peor que es que hay grandes fábricas y suele haber contaminación. Los jugadores vivimos fuera del centro para evitar eso", explica el lateral cordobés.
Eso sí, al margen del aspecto económico, el Motor Zaporozhye es una oportunidad enorme para Carlos Molina de estar en la Liga de Campeones, en un equipo que además no deja de crecer. "A nivel deportivo estoy súper contento, porque he encontrado un buen sitio, en el que he congeniado con los compañeros y con el entrenador. En ese sentido estoy muy contento, y luego en casa tengo a mi mujer y mi hijo, no necesito mucho más", cuenta en conversación con el Día.
Y es que una vida lejos de su Córdoba natal, incluso de España, es algo a lo que Carlos Molina se ha tenido que acostumbrar. Con una Liga Asobal bastante devaluada, hace años que los mejores jugadores españoles están repartidos por toda Europa. "Oportunidades como la que he tenido yo de poder salir al extranjero no abundan. En España yo ganaba un sueldo de trabajador normal, que te da para ahorrar si eres una hormiguita. En el extranjero puedes hacer algo de colchón y plantear tu vida para el futuro. En nuestro deporte hay que aprovechar estas oportunidades", reconoce el cordobés, que se siente un "afortunado" en ese sentido.
En su caso, además, la oportunidad de aprender alemán, algo de portugués e incluso ahora el ruso es un incentivo para su futuro profesional, pues desde hace un par de años Carlos cursa estudios de Administración y Dirección de Empresas y Turismo. "Vivir en el extranjero no es solo jugar, es que te abre la mente, te hace vivir experiencias y te permite conocer gente de todos lados. El mayor obstáculo siempre es el idioma y el conocer tantos te quita cualquier miedo a viajar", cuenta Molina.
Un convencido especialista defensivo
La buena experiencia en el campeón de Ucrania se explica también por la importancia que Carlos Molina tiene en su equipo, en el que se ha convertido en uno de los baluartes en defensa. Una especialización que hace años le costó asumir, pero que le ha terminado granjeando una carrera al más alto nivel. "Cuando juegas al máximo nivel, es bueno especializarse. Yo puedo aportar al ataque, pero si hay alguien mejor en esa faceta, tiene que jugar. En estos niveles, si das un poco más en defensa, juegas ahí y eso es el deporte de élite, muy diferente al amateur o semiprofesional. Yo empecé a defender en Logroño y era algo que me sentaba mal, que no quería asumir, porque el primer año hacía siete u ocho goles por partido, pero cuando asumes el rol que tienes, te empleas a fondo en ser el mejor en eso", indica.
Esas prestaciones defensivas las está luciendo en la Liga de Campeones. "Competir contra el Barça, el PSG, el Kiel es un lujo y además es que podemos ganarle a cualquier equipo. El nivel es muy parejo. El poder competir al máximo nivel y jugar de tú a tú, para mí es lo máximo. Estoy muy orgulloso de ello, del sitio en el que estoy y lo que puedo competir con este equipo. El año pasado pasamos la fase de grupos por primera vez en la historia, le hemos ganado este año a Veszprem por primera vez", cuenta.
Todo ese crecimiento deportivo, sin embargo, no ha propiciado que Carlos Molina sea internacional con España en el último lustro, desde 2016, algo que asume con naturalidad y consciente de que el día a día es lo que debe centrar sus esfuerzos: "Cuando iba a la selección, siendo más joven, con 25 años, todas las energías iban ahí, pero cuando ves que a los 30 no has vuelto a ir y la dinámica de la selección cambia, con un seleccionador nuevo que busca jugador jóvenes para el cambio generacional, yo me veo mayor". "Yo hace unos años creía que eso era lo más importante del mundo, pero al final a la selección van 14 y yo me siento bastante orgulloso del momento en el que estoy, de todo lo obtenido. La decisión de ir con España solo depende de una persona. Si me llega la opción lo voy a luchar al máximo, pero no tengo esa obsesión que sí podía tener hace unos años", añade el cordobés.
El futuro regreso a casa
Lo que sí tiene claro Carlos Molina es que tarde o temprano regresará a España y, antes de instalarse con su familia en el municipio riojano de Santo Domingo de la Calzada, volverá a vestir la camiseta granate del Córdoba BM. "Los últimos años de deporte me gustaría jugarlos en Córdoba, para hacer el ciclo completo. Todavía me gustaría seguir jugando varios años a nivel europeo. Tengo 30 años y me gustaría seguir cinco años más como mínimo. Me gustaría seguir sumando experiencias y si puedo aprender idiomas además, sería perfecto. Luego sí querría terminar en Córdoba, por el mero hecho de agradecer al club en el que empecé", explica Molina.
Antes, sin embargo, a Carlos le quedan muchas aventuras que vivir en su carrera, sea en Ucrania o en cualquier punto del globo. "Mi mujer y yo le hemos perdido el miedo a tener que ir a cualquier sitio, no tenemos problema. El haber estado en Alemania, Portugal y ahora Ucrania te quita ese miedo y te deja ganas de investigar y vivir", asegura el cordobés.
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