Fátima Gálvez: "Esta medalla es la alegría más grande de mi vida"
Juegos Olímpicos | Tiro
"Para nuestro deporte es un hito y un reconocimiento a nuestro trabajo", asegura la tiradora cordobesa nada más bajarse del podio olímpico, en conversación con 'el Día de Córdoba'
Semanas antes de que arrancaran los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con el foco mediático aún sobre la Eurocopa de fútbol, Fátima Gálvez (Baena, 1987) atendía la llamada de el Día de Córdoba en la última toma de contacto con la baenense antes de su viaje a la capital nipona. En esos días, la ilusión por verse en el podio olímpico ya inundaba su pensamiento. En un arranque de naturalidad, muestra de su carácter cercano y humilde, la cordobesa incluso hizo una promesa: "Si las cosas van bien, acuérdate porque te llamaré el primero después de hablar con mi familia". Este sábado, después de capear la primera ola de llamadas y felicitaciones, Fátima cumplió su palabra y el teléfono sonó en sentido inverso, desde Tokio a Córdoba, para compartir la alegría del mayor éxito de su dilatada trayectoria.
-Enhorabuena por ese oro. ¿Es consciente ya de lo que ha hecho?
-No somos conscientes de lo que hemos hecho todavía, la verdad que han pasado un par de horas desde que hemos recogido la medalla y yo sigo alucinando. Esta medalla era un sueño y por fin se ha cumplido.
-Para empezar a digerirlo: la primera campeona olímpica española en Tokio 2020, la segunda en la historia del deporte cordobés y único oro junto al que logró Rafa Berges con el equipo de fútbol en Barcelona 92.
-Madre mía... la verdad es que no lo sabía. Es increíble. Sabemos que hemos hecho historia en el deporte español pero en el tiro ya ni te cuento. Para nuestro deporte es un hito y un reconocimiento a nuestro trabajo, pero también al de muchos compañeros que ponen todo lo que tienen en este deporte.
-Y además es una alegría compartida, que acostumbrada a un deporte tan individual imagino que sabe mejor.
-Yo decía que quería ganar la medalla en la prueba individual porque es verdad que el evento mixto es nuevo y siempre hemos competido solos, pero mi madre me dijo antes de viajar a Tokio medio en broma: "¿Vas a ganar tú una medalla sola y vas a dejar a Alberto cortado? ¿O él a ti? Es mejor la de equipos". Y al final tenía razón, es una alegría inmensa y la podemos disfrutar los dos.
-Arrancaron la prueba marcando territorio, con mucho acierto en la clasificación.
-Ha salido el día perfecto, espectacular. Los técnicos estaban asustados porque sabían que yo había terminado la prueba individual un poco fastidiada. Estaba tirando muy bien en entrenamientos y venía muy bien a los Juegos. Las dos tiradas de 22 que hice me dejaron tocada porque yo iba con otra expectativa. Quise remontar el segundo día por orgullo propio, pero yo sabía que ya casi no había opciones de final. Entonces, estaban preocupados por mí porque no sabía cómo iba a responder. No era falta de confianza pero me veían tocada. Y es verdad, yo quería estar en la final, esperaba romper más platos. Pero se colaron tiradoras que no estaban en las quinielas y yo no tuve el día.
-Se trataba de reponerse de eso y mejor no lo ha podido hacer.
-Hemos estado a un nivel muy alto durante todo el día. Realmente lo difícil era esto, conjugar los dos nuestro mejor día en la prueba de equipos. Teníamos que llegar los dos bien y lo hemos conseguido. Hemos entrado muy confiados en la final pero ahí ya era difícil, por las condiciones, por el cansancio acumulado y las horas de espera. A mí eso me ha afectado, al inicio tenía dificultad para ver los platos de salida, que lo hablé con el seleccionador en el tiempo muerto, que también me sirvió para reponerme. Al final ha sido una final muy ajustada, como suele ser siempre. Alberto ha hecho su trabajo y yo el mío. Hubiera esperado un poco más de mí, al menos no empezar así, pero lo achaco al cansancio y la tensión Y por fortuna todo acabó bien.
-¿Qué ha pensado antes de ese último tiro?
-Tengo que confesarte que yo no sabía cómo íbamos en ese tiro final, cuando he fallado daba casi por hecho que éramos plata, pero fue Alberto el que me tranquilizó, porque confiaba en que ellos no acertarían los dos finales. Ahí me di cuenta que lo tuve en mi último plato [risas]. Pero al final fallaron ellos, que también han sufrido la tensión de la final, como es normal.
-Quería una medalla olímpica y ya la tiene colgada al cuello. ¿Qué siente?
-Es la alegría más grande de mi vida. Ya no lo esperaba y cuando he visto que éramos oro... ha sido increíble. Al final, hemos tirado en tantas competiciones juntos Alberto y yo, en tantas situaciones distintas que nunca nos salían de cara, que al final se nos ha visto recompensado aquí. Ha salido la mejor competición el día que tenía que salir.
-¿Confía en que este éxito ayude a su deporte a abrirse un pequeño hueco para el aficionado?
-El tiro es el gran desconocido. Nadie nos conoce y una alegría así tiene que ayudar, claro que sí. Por los años que Alberto y yo llevamos en esto, creo sinceramente que nos lo merecíamos. Nos tenía que llegar, pero es tan difícil de conseguir que nunca terminas de creértelo hasta que lo logras.
-Y con la alegría de la medalla debe llegar también la tranquilidad y estabilidad económica para preparar el siguiente ciclo olímpico.
-A nivel económico es importante porque empezaremos un ciclo con apoyo importante. Pero una vez que se pase todo esto tendremos que pensar en lo que tenemos por delante. El año que viene empiezan a estar en juego las plazas olímpicas de París y yo quiero estar allí otra vez. Tenemos que disfrutar este momento, pero como mucho este verano. Luego habrá que ponerse manos a la obra y seguir trabajando. Tanto a Alberto como a mí nos quedan sueños que cumplir en el tiro y hay que seguir persiguiéndolos.
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