Motivos para ser precavidos
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La falta de un once fijo y la previsibilidad son los grandes problemas del Córdoba de Paco Jémez · Los rivales parecen haber encontrado sus flaquezas y las explotan con asiduidad

La última derrota ante el Alavés ha sacado a la luz muchos de los problemas que vienen azotando al Córdoba durante la presente temporada. El cuadro vitoriano, basándose en una firme defensa y el juego de sus atacantes -especialmente Mena- entre líneas (algo de lo más vulgar), dejó sin respuesta al equipo de Paco Jémez.
Pese a la acumulación de remates sobre el portal de un correcto Bernardo, el conjunto blanquiverde se mostró incapaz de crear juego, perdió el factor sorpresa por la nula aportación de los laterales en ataque y convirtió el empellón final en una simple acumulación de hombres arriba en busca de los balonazos precipitados llegados desde la propia defensa.
Todo para no alcanzar siquiera el premio menor de un empate -esta vez sí hubiera sido celebrado- que hubiera mantenido la alerta amarilla; ahora es naranja y, lo que es peor, el panorama no es halagüeño, con dos salidas al levante español en el horizonte.
No hay bloque
Después de 30 jornadas, Paco sigue sin tener claro cuáles son los hombres más válidos para el Córdoba. El equipo cambia de cromos semana sí y semana también, lo que le impide tener una identidad propia, algo vital para afrontar con garantías de éxito el último y decisivo tramo del campeonato. Salvo Pierini, ningún futbolista ha logrado convencer de su valía al técnico. Puede ser que así todos los componentes de la plantilla mantengan la ilusión por jugar cada semana, pero el gran perjudicado es el equipo, que no tiene patrón.
La portería, que parecía propiedad exclusiva de Julio Iglesias, vio también a David Valle, al que ahora algunos echan, incluso, de menos. En defensa, los laterales viven en plena convulsión, más si cabe porque ninguno se está haciendo merecedor de ganarse la etiqueta de intocable. Aunque más grave se antoja la situación en el centro del campo. Cada partido sale a escena una nueva pareja en el doble pivote, pero ninguna consigue perpetuarse con el argumento de que fuera de casa es mejor colocar a dos stoppers y en casa, un dúo más creativo (?). Y en ataque, más de lo mismo. El castigo a Javi Moreno -¡cómo se nota su simple presencia en el campo!- parecía la oportunidad definitiva para un Arthuro que no acaba de explotar y al que no ayuda mucho la irregularidad de sus compañeros de vanguardia.
el Ataque se ve venir
El duelo del pasado domingo en El Arcángel ha sido la gota que ha colmado el vaso. Al Córdoba le cuesta un mundo atacar ante un rival ordenado, no sabe llevar el peso del partido y renuncia por completo a la opción de sorprender al enemigo. El doble pivote, salvo irrupciones contadas de Katxorro, no tiene capacidad para crear juego, por lo que el ataque se reduce a las cabalgadas personales de los hombres de banda -especialmente por el costado izquierdo- o los envíos directos. Y, desgraciadamente, esta última opción suele ser la elegida la mayor parte de las veces, sobre todo cuando el tiempo se va consumiendo y el miedo a otra derrota aparece en el ambiente. Así, el rival se relame y, como ocurrió el otro día ante el Alavés, la zaga, que mira de cara al balón, tiene siempre las de ganar.
Estos argumentos convierten al Córdoba en un equipo muy previsible. Entre otras cosas porque los laterales, que la pasada campaña en Segunda B se multiplicaban en labores ofensivas, apenas si traspasan la línea del centro del campo un par de veces por partido. Así, la defensa rival siempre tiene las de ganar, siempre actúa en ventaja.
Además, la variante introducida en los últimos partidos en casa, al actuar con un mediapunta definido, no acaba de funcionar, simplemente, porque el hombre elegido para hacer esa función no es un enganche al uso. Arteaga entró con calzador en el once -el buen momento de Juanlu le impide volver a su zona y el despertar de Cristian Álvarez le tapa la banda contraria-, y entre los pivotes y los centrales rivales se diluye y pierde toda la capacidad de peligro que tiene cuando se desenvuelve por su costado.
sin respuesta
El cuerpo técnico del Córdoba tarda una barbaridad en contrarrestar cualquier variante técnica que le plantee un adversario. El otro día, la mera presencia de Mena entre líneas causó un caos de magnitudes impensables en el sistema defensivo blanquiverde. Si salía un central, el delantero rival aprovechaba el hueco libre y creaba superioridad; si bajaba un pivote, la medular rival campaba a sus anchas. Todo por la simple inclusión de un hombre rápido entre líneas.
En el último cuarto de hora, el Alavés optó por jugar con tres centrales y dos carrileros. La respuesta de Paco fue acumular más delanteros (se juntaron Arthuro, Javi Moreno y Asen). El juego por las bandas cayó en el olvido, los hombres se amontonaron en la corona del área y Bernardo lo agradeció, pues el único trabajo le llegó desde lejos.
Ésas fueron las únicas alternativas del Córdoba. Demasiado poco bagaje para ser el equipo local. Y eso que el canto a la galería de acabar con tres hombres atrás fue más un suicidio que un arreón final. Llegó a estar más cerca la sentencia que el empate. Todos motivos para no confiarse. Para nada.
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