Wiggins convierte el amarillo en oro

Sólo once días después de conseguir el Tour de Francia, el británico logra el oro en la contrarreloj individual olímpica

Bradley Wiggins celebra con las manos en alto su medalla de oro en la contrarreloj de ciclismo en carretera.
Gaspar Díez (E.p.) / Hampton

02 de agosto 2012 - 05:02

El ciclista británico Bradley Wiggins logró resarcir a Gran Bretaña en estos Juegos al lograr el oro en la prueba de contrarreloj individual, disputada sobre 44 kilómetros con salida y meta junto al Hampton Court Palace, por delante del alemán Tony Martin y su compatriota Chris Froome, plata y bronce, respectivamente.

No hubo sorpresas en la crono olímpica, en la que Wiggins se impuso, con un tiempo de 50.39. A 42 segundos entró Martin y a 1.08 su compañero en el Sky y fiel escudero en el último Tour, Chris Froome, lo que encendió las calles de Hampton.

El mejor español, como en la ruta, fue el joven Jonathan Castroviejo, noveno, el líder de la hornada que conquistará el nuevo ciclismo en los próximos años.

Bradley Wiggins se tomó la revancha de la ruta del pasado sábado, en la que Gran Bretaña era el gran favorito, el equipo a batir, con Mark Cavendish como principal candidato a suceder al español Samuel Sánchez, pero en la que fracasó de forma notable después de la emboscada que le prepararon países como Italia, España y Francia.

Esta vez no había un repecho tras el que esconder una barricada, sino un perfil rectilíneo por los alrededores del Palacio en el que descansaba Enrique VIII, con las energías propias, el resto de la gasolina diésel que impulsó a Bradley Wiggins a convertirse en el primer británico que ganó el Tour y que ayer se elevó como el primero también en sumar siete medallas en unos Juegos. Wiggins supera así al mítico remero sir Steve Redgrave, con seis.

La tabla de tiempos provocó la ilusión óptica de ver a Castroviejo durante algunos minutos como el líder de la crono en los puntos intermedios del 18,4 y 29,9 kilómetros e incluso que éste doblara al ganador del último Giro, el canadiense Ryder Hesjedal, con un estilo fabricado fuera del túnel del viento, pero eficaz para lograr su objetivo anunciado de entrar en el top diez y a un solo puesto del diploma olímpico.

No obstante, esos tiempos los fue borrando el australiano Michael Rogers, primero, Froome, Martin y Wiggins, después, este último que saludaba como un emperador, con siete medallas olímpicas ya en su currículo, a la enorme masa de aficionados que ondeaban centenares de banderas británicas junto al Palacio de Enrique VIII.

Más desapercibido pasó el suizo Fabian Cancellara, campeón en Pekín, que no pudo recuperarse de la caída del sábado en la ruta y fue séptimo, a 2.14 del vencedor, que no dejaba de saludar como un monarca, mientras Luis León maldecía su mala fortuna.

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