El constructor de sueños

Albert Ferrer miró hacia arriba desde su llegada y al final se salió con la suya llevando al equipo a la élite Supo adaptarse a las circunstancias y variar su plan para lograr el objetivo

Albert Ferrer llora desconsolado sobre el césped del Estadio de Gran Canaria tras el ascenso.
C. López Córdoba

24 de junio 2014 - 05:02

"Siempre voy a mirar hacia arriba". Esa frase la repitió hasta la saciedad Albert Ferrer Llopis (Barcelona, 6 de junio de 1970) desde el primer día que aterrizó en Córdoba con el único objetivo de redireccionar la marcha del equipo y pelear por el ascenso a Primera División. Lo hizo en los malos momentos, que no fueron pocos, y lo repitió en los buenos, que culminaron el domingo con el ansiado retorno a la máxima categoría en el Estadio de Gran Canaria. Cuatro meses en los que supo adaptarse a las circunstancias, cambiando incluso su libreto para construir un bloque sólido de físico y moral, y ganándose una renovación que le dará la oportunidad de estrenarse en la élite a pesar de no tener siquiera un año de experiencia en los banquillos profesionales.

Ferrer aterrizó en El Arcángel a finales de febrero para relevar a Pablo Villa -al que ayer se refirió en su alocución en la celebración en El Arcángel-, cuya sintonía con la propiedad nunca fue la deseada. Llegó después de dos semanas de casting en el que finalmente salió vencedor el exazulgrana, que tuvo desde el primer momento el beneplácito del director deportivo, Pedro Cordero. Junto a él aterrizó Sánchez Jara para ejercer de segundo, aunque la presencia de Luis Miguel Carrión le dejó sin sitio en el banquillo; su lugar desde entonces estuvo siempre en la grada o el palco, como en el Estadio de Gran Canaria, donde vio el partido comido por los nervios, sobre todo en el tramo final, en la misma zona que toda la prensa.

El comienzo de la nueva era no fue el soñado, ni mucho menos. El Córdoba se atascó en casa y jornada tras jornada fue perdiendo puestos en la clasificación. Pero incluso en esos momentos, Ferrer siempre mantuvo la confianza en el grupo y siguió apostando por conseguir un billete para el play off. En esos momentos, la inmensa mayoría lo tildaba poco menos que de loco porque era un reto prácticamente imposible.

Nada más lejos de la realidad. El técnico se dio cuenta, tras una especie de pretemporada que se alargó por espacio de un mes, de que tenía que adaptarse él a lo que había en el vestuario -y no al contrario- para alcanzar el éxito. Así, llegó el partido de Gijón que lo cambió todo. Ferrer apostó por recuperar la fortaleza defensiva y todo viró para bien. El CCF se convirtió en un bloque sólido a domicilio que poco a poco fue creyendo en sus posibilidades aferrado a los resultados, mucho más positivos fuera de casa.

Sin embargo, su gran éxito fue recuperar la mentalidad positiva dentro del vestuario. Como buen futbolista que fue, en equipos de élite como el Barcelona y el Chelsea, el catalán supo ir metiendo el mensaje en la caseta. El equipo fue creciendo y creciendo, hasta alcanzar su cénit en un play off con el mejor final imaginable. Un final que, viendo la trayectoria como entrenador de Ferrer, podría llegarse a imaginar.

Porque el que fuera lateral derecho internacional llevaba tres años sin ponerse al frente de un equipo, haciendo sus pinitos en la televisión y la radio como comentarista deportivo. En 2011 se hizo cargo del Vitesse Arnhem en enero con la obligación de evitar el descenso de la Eredivisie holandesa. Y lo consiguió, aunque eso no le sirvió para continuar un año más en los Países Bajos.

Ahora, la historia es diferente, al menos a priori y según ya confirmó el mismo domingo tras el encuentro en Gran Canaria la entidad por voz de su presidente, Carlos González. Ferrer, que tenía la renovación asegurada en caso de clasificar al CCF para la disputa del play off -a falta de cerrar los diferentes flecos en el aspecto económico y deportivo-, seguirá casi con total seguridad. Tendrá así la oportunidad por vez primera de construir un vestuario a su gusto, sin tener la necesidad de coger uno ya en mitad de la temporada. Aunque parece claro que muchos de los héroes de este ascenso continuarán en Primera. Un éxito que llegó el domingo en Gran Canaria gracias al constructor de sueños. Porque Albert fue el único que siempre creyó en que era posible alcanzar un éxito que ha puesto la ciudad patas arriba. Gracias.

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