¿Por qué después no llegan a la elite?
Baloncesto
Voces autorizadas analizan los diversos motivos que impiden la progresión de las talentosas generaciones cordobesas de base
El pasado domingo se produjo un histórico doblete de las selecciones cordobesas, campeonas de Andalucía de minibásket tanto en chicos como en chicas. El caso del equipo masculino fue particularmente paradigmático, ya que superó en la primera fase a Granada y en la final se impuso a Málaga, dos de las grandes canteras andaluzas. Córdoba suele obtener excelentes resultados a nivel de selecciones provinciales en categorías menores, aunque luego no tienen reflejo ni en las competiciones por clubes ni, más a largo plazo, en la proyección de jugadores de elite.
¿Por qué? Ésa es la gran pregunta sobre la que gira el gris presente del baloncesto en la provincia. Con 10 y 11 años, nuestros jugadores y entrenadores han demostrado poder competir e incluso ganar a un equipo como Málaga. El dato podría ser una anécdota a estas edades, pero el grueso del equipo malagueño será el mismo que dentro de ocho años domine los Campeonatos de España júnior, llamando a las puertas del primer equipo en la ACB o nutriendo las plantillas de numerosos equipos profesionales en toda España. ¿Qué falla? ¿Por qué se corta esa progresión? ¿Por qué el buen trabajo en las categorías de formación no tiene su continuidad en edades adultas? Voces autorizadas del baloncesto de formación dan algunas respuestas que vienen a coincidir en los mismos males.
SIN REFERENCIA
"El gran problema es que en Córdoba no hay clubes, sino que el baloncesto es cuestión de colegios, y eso limita la progresión porque el trabajo no es el mismo. La formación se corta en cadetes y júniors", apunta José Luis Gómez, director técnico de la FAB y profundo conocedor de los entresijos del deporte de formación. "No existe identificación con el Cajasol, sino incluso al contrario", espeta ante la falta de conexión que siempre ha tenido el máximo representante del baloncesto cordobés. Ni el Cajasur en su momento ni ahora el BC2016 -con otros proyectos frustrados como fueron en su día La Caja o más recientemente el Unión- han sabido convertirse en ese nexo de unión que sirviera como bandera.
Sus palabras dirigen el punto de mira a la falta de un referente que sirva como espejo y estímulo a los jugadores. "Actualmente, no existe un club bien estructurado y que sea un verdadero aliciente para formar parte de ese equipo en el futuro", añade, a lo que Antonio Navas aporta un interesante matiz, pidiendo "que trabaja la base y no esté peleado con los equipos clásicos de base de la ciudad y provincia".
SIN UNIÓN
Sólo hay que echarle un vistazo a la confección de la selección de mini para entender de lo que habla Navas, campeón de España al frente de la selección andaluza de la categoría y miembro del staff técnico de la FEB. Cuatro jugadores del Addipacor, dos del Priego y hasta seis clubes más representados con un solo jugador escenifican lo que Burgos define como "reinos de taifas". "Muchos clubes trabajan bien, pero a veces muy aislados unos de otros, quizás habría que unirse más y dejar aparte rivalidades absurdas para tratar de crear un proyecto conjunto identificativo de la ciudad de Córdoba que desgraciadamente aún está por llegar", añade el experto entrenador con pleno conocimiento de causa.
Gómez Sicilia no duda en afirmar que "podríamos llegar a tener equipos tan competitivos si los buenos jugadores estuvieran en el mismo sitio, porque se crearían grupos de trabajo de gran calidad y permitirían el desarrollo de todos los mejores elementos". "No tenemos nada que envidiar a nadie ni por jugadores ni por entrenadores de base", incide, "pero si en un equipo hay un chico con talento y no tiene entrenamientos de calidad, no progresará del mismo modo que otro chico que está rodeado por compañeros del máximo nivel".
FUGA DE CEREBROS
Esa disgregación choca de pleno con el que se podría calificar como modelo Unicaja. El club malagueño, como el Cajasol en Sevilla o el CB Granada, aglutinan todo el talento no sólo de su provincia, sino que extienden su seguimiento a un ámbito global, reclutando a los mejores jugadores de Andalucía e incluso extranjeros. De hecho, no han sido pocos los jugadores cordobeses que a lo largo de las últimas tres décadas han emigrado en plena formación a Málaga o Sevilla, con ejemplos en los últimos años como el de Pablo Villarejo, criado en la cantera del Maristas y ahora una de las estrellas del Cajasol júnior. Los clubes cordobeses ven hasta con cierto orgullo que los grandes de Andalucía vengan a por sus jugadores, pero no se acepta que ese aglutinamiento llegue desde Córdoba.
Hace un par de años, el Ciudad de Córdoba trató de seguir ese modelo reclutando jugadores infantiles, cadetes y júniors entre varios clubes de la ciudad, algo que provocó un enfrentamiento entre las bases del baloncesto local. "Se ve bien que venga el Unicaja, pero no que sea un club de aquí. Eso es lo que pasa en Sevilla, donde todo el mundo tiene claro que el chico de Dos Hermanas que destaca jugará en el Cajasol", dice José Luis Gómez, "aunque también es cierto que pueden fallar las formas". En ese sentido, Antonio Navas apunta a "seguir el modelo de equipos de ACB, no tocando jugadores hasta cierta edad, con acuerdos de colaboración, entrada gratuita a los partido o visitas de jugadores". Además, Eduardo Burgos señala que esa marcha llega "en edades demasiadas tempranas, cuando el niño aún tiene que evolucionar y madurar en su hábitat natural".
SIN TRABAJO
Antonio Navas pone el dedo en la llaga al reconocer que "no se trabaja lo suficiente en categorías base. Hacen falta mínimo cuatro sesiones a la semana de dos horas, con calidad de entrenamiento, no entrenado por entrenar", añadiendo la filosofía resultadista de muchos técnicos de formación más allá de la progresión de sus jugadores.
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