Otro empate, y ya van cuatro seguidos (1-1)
GimNÀSTIC | córdoba · la crónica
El CCF encadena en Tarragona su sexta jornada sin perder gracias a un penalti transformado por Jorge Luque, que dejó en nada el anterior tanto de Oriol Riera en propia meta. Lucas oxigenó el once tras el desgaste de la Copa
El Córdoba encadenó su cuarto empate consecutivo en Tarragona, donde salió indemne de un partido muy movido. La necesidad del Nàstic, penúltimo antes del pitido inicial, dejó al conjunto de Lucas Alcaraz al borde del precipicio a falta de un cuarto de hora merced a un gol en propia puerta del recién salido Oriol Riera, pero de nuevo un extraño penalti le dio vida. Jorge Luque no falló y alargó a seis la racha de jornadas sin perder, aunque ir sumando de punto en punto equivale al estancamiento en la zona media-baja de la tabla. Ni gana, ni pierde; compite. Así le va.
No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que a Alcaraz no le convence Alberto Aguilar. El de Benamejí, sin minutos en el compromiso intersemanal frente al Racing, se cayó del once liguero en beneficio de Agus, de nuevo disponible tras su sanción. Alberto tampoco entró en el medio, donde Beobide desbancó a Jorge Luque con respecto a la alineación contra el Tenerife. Raúl Navas, David de Coz, Tena, Arteaga, Javi Flores -con el sevillano en la derecha y el cordobés en la izquierda-, Charles y Pepe Díaz recuperaron sus galones tras el paréntesis copero, ése que encumbró a los hasta entonces alicaídos Oriol Riera y Díaz de Cerio, ayer de nuevo suplentes.
Un golpe franco de Delporte al lateral de la red y sendos centros de David de Coz y Javi Flores desde la línea de fondo fueron las primeras señales ofensivas en un estadio con muchas butacas vacías y el césped cortito y fresco, ideal para tocar por abajo. El Nàstic no estaba para muchos trotes y abusaba de las cesiones a su portero, que sacaba en largo una y otra vez. No fue hasta el cuarto de hora cuando el cuadro local combinó de banda a banda para acabar con una volea del mediocentro Miki a centro del lateral Mingo. Un alarde de los chicos de Luis César, ese entrenador de traje impoluto, calva reluciente y estilo vistoso pero poco rentable.
A la espera de su oportunidad, el Córdoba permanecía agazapado, con los centrales firmes en los despejes y la idea de fijar la defensa lejos de las inmediaciones de Raúl Navas. Tena realizó un escorzo encomiable para desviar un centro de Xisco Campos que buscaba a Delporte. En el otro campo, Pepe Díaz porfiaba por algún resquicio, en su línea de la temporada: mucha brega, escasa productividad.
El Gimnàstic se había ido soltando con el beneplácito del árbitro, que barría para casa en todas las faltitas -Arteaga se desesperaba porque le pegaban mucho y no le pitaban ninguna a favor-. Sin embargo, en una arriesgada entrada de Beobide a Morán en el área no se equivocó: no fue penalti. Después de media hora aseada sin premio, la zaga grana empezó a titubear y, por ende, a conceder opciones a un rival que cada vez presionaba más arriba. Del nerviosismo se contagió la grada, y viceversa.
Usero y Xisco Campos trataron de desatascar el partido desde fuera del área. El balón iba y venía, aunque los porteros no habían tenido que emplearse a fondo. Apenas se había rebasado la media hora cuando Delporte, un futbolista de cristal, tuvo que ceder la banda izquierda a Gerardo por su enésima lesión en los últimos años. El cambio coincidió con un desgraciado percance más allá de la banda: un balón rebotado en Javi Flores fulminó a una espectadora, hasta el punto de que el juego se detuvo varios minutos y la damnificada tuvo que ser evacuada en camilla.
El parón vino peor al Nàstic, más espeso de ahí al descanso. El CCF aprovechó para asomarse por la izquierda, con Fuentes apoyando a Javi Flores, y Arteaga probó desde lejos. Nada. Tampoco en un centro de Morán al que Álex Cruz no llegó por los pelos. Finalizados los primeros 49 minutos, el 0-0 era un justo reflejo de lo acontecido.
Se antojaba difícil que el marcador se moviera si nadie se equivocaba. Nada más regresar de la caseta, Pepe Díaz intentó embocar desde 35 metros un mal golpeo de Rubén Pérez. También pifió. Pasado ese susto inicial, el combinado catalán fió su porvenir a las botas de Morán, que metió miedo con un par de arrancadas. Una falta escorada lanzada por Gerardo y repelida con la cabeza por Charles y un par de tiros de Miki desde la frontal confirmaron el renacer grana, aunque el Córdoba no se arredraba: tanto Fuentes -su centro fue cabeceado mansamente por Charles- como De Coz ganaban la línea de fondo.
El CCF mantenía el pulso al no guardarse un solo gramo de energía. Así robaba algún balón y se permitía alguna licencia en ataque, lo que le permitió, ya cumplida la hora de juego y en ambos casos gracias a Arteaga, forzar la primera amarilla de la tarde (Mingo) y disponer de su mejor ocasión, una chilena alta de Pepe Díaz en el corazón del área.
Luis César replicó con el holandés Powel, que a partir de su eficaz juego de espaldas generó la oportunidad más clara: colada y centro de Álex Cruz desde la derecha, y control orientado y remate de Morán, que se topó con una especie de portero de balonmano en la figura de Navas.
Como si de un combate de boxeo se tratara, Lucas también devolvió el golpe. Díaz de Cerio suplió a Pepe segundos después de que Usero lanzara a las nubes tras una dejada propicia de Arteaga. La virginidad del tanteador se veía amenazada porque nadie daba tregua, el cansancio iba haciendo mella y había hombres de refresco en el campo. Powel, más lúcido que el resto, dejó solo a Morán con un pase al hueco, pero De Coz le rebañó la pelota llegando como una locomotora.
El siguiente en incorporarse fue un catalán, Oriol Riera. El relevo de Charles no pudo empezar con peor pie, ya que dos minutos después, al alimón con Agus, desvió hacia su propia portería un testarazo de Mairata. El 1-0 llevó a Alcaraz a prescindir de Beobide para salvar los muebles con Jorge Luque… y el cordobés volvió a encontrarse solo frente al portero con once metros de distancia gracias a un penalti extrañísimo -ya sucedió contra el Tenerife-. El Córdoba empató, y no sólo eso: a renglón seguido pudo adelantarse a través de un tiro muy ajustado de Arteaga y un lanzamiento fuera de Javi Flores, que se escapó con ventaja y llegó al área ya sin fuelle.
Fueron unos últimos minutos de auténtica locura, con el partido roto y muchos acercamientos a las dos áreas. Usero despejó un córner cerrado por Gerardo en la última acción de un empate que, obviamente, sentó mejor a los de amarillo y negro. Y van cuatro consecutivos.
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