La jornada dominical no hurga en la herida abierta

Pudo ser peor. Acabado el frustrante partido en Gerona, a los jugadores del Córdoba les costaba encontrar motivos para la ilusión. Porque a ellos se les había escapado el triunfo en el último suspiro. Y el empate, unido a la sufrida remontada del Alavés ante la Real Sociedad, devolvía al conjunto blanquiverde a la zona de descenso. Ahí sigue, aunque los resultados de ayer permiten reavivar la esperanza.

El Córdoba es cuarto por la cola, aunque empatado a 28 puntos con Las Palmas, que está fuera de la zona crítica -ya al borde del abismo- pese a no haber ganado aún en 2009. Por debajo tiene al Eibar, que ayer cosechó una dolorosa derrota ante un Alicante que no se resigna. El 1-2 en Ipurua deja al cuadro vasco con 27 puntos, mientras que el combinado levantino, todavía muy rezagado, se sitúa con 19. Por si quedaba alguna duda, el Sevilla Atlético se hundió un poco más: cayó frente el Levante (1-2) y continúa con sus míseros 10 puntos. En Nervión llevan tiempo pensando en la liga de filiales.

Con perspectiva, el empate de Montilivi tiene más valor del que parecía. Sumar fuera siempre cuenta, aunque el desenlace resultara tan amargo. El Córdoba sabe que debe hacerse fuerte como local para salvarse, y por el Arcángel tienen que pasar la mayoría de los rivales directos: Eibar (22 de marzo), Alicante (19 de abril) y Las Palmas (7 de junio, ya en la antepenúltima jornada). Quedan nueve citas en casa y siete fuera.

El Alavés tiene dos puntos más, pero el CCF le tiene ganado el goal average. Asimismo, no terminan de arrancar adversarios como el Albacete (32 puntos), el Celta (33), el Elche (33) o el Murcia (34), todos ellos derrotados en una jornada que no ha hecho sino recrudecer la pelea en el sótano de la tabla.

El Córdoba ya mira al cruce con el Castellón, un rival en otra dinámica: tras vencer por 2-0 al Salamanca, el bando de Paco Herrera mantiene el pulso con los mejores al acumular los mismos puntos (43) que el Zaragoza, sólo uno menos que el Rayo Vallecano y dos menos que el Hércules. Toca ponerse el disfraz de matagigantes.