La mejor diestra va a ser la mano derecha de Luna

T. C. / Córdoba

11 de diciembre 2008 - 05:02

De lo poco salvable de la campaña 93-94 -la primera de la era Rafael Gómez- para el Córdoba fue el estreno de un prometedor chaval con una diestra impresionante. Se llamaba Rafa Navarro y su calidad no pasó inadvertida para el Sporting de Gijón, que lo apartó de su ciudad durante unos años.

En esa plantilla de relumbrón se encontraba también Juan Luna Eslava, aunque su caso era bien diferente. El futbolista, ya maduro entonces, fue uno de los reclamos mediáticos que contribuyeron a que el club blanquiverde desatase la Cordobamanía durante algunos meses de delirio ("Con el Córdoba, a Primera", rezaban los anuncios). Fue la única vez que uno y otro -ambos iconos de la institución- coincidieron defendiendo a la par al equipo. Hasta ahora. Porque Luna ha escogido a Navarro como su segundo de a bordo. Un cargo nuevo para el ex centrocampista. Una ocasión para demostrar que su calidad sobre el verde casa bien con su vista como colaborador. Que lo mismo que manejaba con precisión ambas piernas también puede controlar cualquier situación.

El martes, tras entrenar con el filial, Emilio llamó al ex futbolista para comunicarle la buena nueva. Navarro, sin dudarlo, aceptó y luego, en su primera comparecencia desde su nuevo cargo ante los micrófonos de Canal Sur, explicó que pretende "aprovechar este oportunidad y disfrutarla al máximo, porque esto no pasa todos los días".

El flamante segundo explicó que, por aquello de la confianza con quien también fue en su momento compañero de vestuario, no se piensa cortar un ápice ante su superior: "Le voy a dar mi opinión siempre que lo vea oportuno y voy a ayudarle en todo lo que pueda".

Navarro se vistió de faena y colaboró durante la sesión por primera vez con Luna: "El entrenamiento ha sido muy bueno, y creo que llegaremos al sábado con todas las garantías de que los tres puntos se queden en casa". El que fuera interior diestro se atrevió a colocarse de central para completar una plantilla azotada por las múltiples bajas. Era imposible distinguirlo, por físico y por maneras, de cualquiera de los restantes futbolistas. Incluso hubo quien, desde la grada, se atrevió a espetar: "¡Quédate tú ahí el sábado, que fijo que lo haces mejor que cualquiera de ellos!".

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