La pesadilla cordobesa de Arzu
córdoba cf
El jugador sevillano estuvo cedido en El Arcángel en la Liga 2001-02 · Tras un curso amargo regresó al Betis, donde lleva ya nueve temporadas y es capitán
Lo que le sucedió en Córdoba a Arturo García Muñoz (Dos Hermanas, 17-3-81) en la temporada 2001-02 entra dentro de la abultada carpeta de expedientes X que ha ido coleccionando el club blanquiverde en el último decenio. Un suceso inexplicable más. Muchos andan aún preguntándose cómo un futbolista de su talento pasó por El Arcángel como una presencia irrelevante cuando, por sus antecedentes en las divisiones inferiores, se habían colocado sobre él toda clase de halagüeñas expectativas. Arzu, la perla de Los Bermejales, había sido lanzado al escenario bético por Fernando Vázquez en el curso 2000-2001, en el que los verdiblancos lograron el ascenso a Primera División con el empuje de una nueva camada de chicos maravilla de la que el centrocampista nazareno formaba parte junto a Joaquín, Rivas o Varela. Pese a que a sus 19 años intervino en 16 partidos y marcó dos goles, Juande Ramos, el nuevo técnico bético ya en la máxima categoría, entendió que Arzu debía foguearse un poco más antes de jugar en Primera y recomendó su préstamo al Córdoba. Seguramente fue una decepción mayúscula para el chaval, que no tardó en darse cuenta del berenjenal que iba a encontrarse a poco más de cien kilómetros de su casa.
En el Córdoba, Rafael Gómez vivía una de sus fases más enloquecidas en la presidencia. Echó al entrenador, Juan Verdugo, en la jornada dos. Luego pasarían por el banquillo preparadores tan variopintos como Rafael Alcaide Crispi (duró 13 jornadas), Pepe Murcia (8 partidos) y, finalmente, Mariano García Remón (19).
La pasarela de futbolistas fue tragicómica: hasta 34 profesionales vistieron la blanquiverde en una campaña turbulenta, que terminó con el equipo salvando el pescuezo en las últimas jornadas al alcanzar 56 puntos en un dramático arreón final. Desde luego, no era el lugar idóneo para progresar futbolísticamente y Arzu, en cuestión de semanas, se perdió en medio de un proyecto enmarañado. Nunca tuvo el sevillano continuidad en las alineaciones. Acumuló 1.279 minutos de juego y sólo disputó 7 partidos completos, viendo tres amarillas y una expulsión. Hizo un gol, al Elche. Cada técnico sacó su particular libreto para componer un centro del campo que vivió una etapa de superpoblación. Por ahí pasaron, además de Arzu, jugadores como Lawal, Gallego, Chirola Romero, Sarmiento, Manolo Sánchez, Ariel Montenegro, Rafa Navarro, Juanlu Hens, Jorge García, José Mari, Soto o Alfonso Sánchez.
Arzu, que llegó cedido del Betis en un paquete en el que figuraban también el central brasileño Fabao -que actuó en 32 partidos, formando dúo en la zaga con Juanito- y el mediapunta argentino Sebastián Romero -minutitos sueltos, un fiasco monumental-, merced al entendimiento que por entonces mostraban los mandatarios Gómez y Lopera, fue viendo cómo su peso dentro de la plantilla iba reduciéndose de forma paulatina. El vestuario era una jaula de grillos y el criterio de los dirigentes era nulo o, peor aún, veleidoso hasta extremos inaceptables. A Verdugo no le dio tiempo ni a conocerlo y Crispi, que llegó avalado por su amistad con el presidente, trató de buscarle un lugar en un once que cada semana era una verbena. Le podía tocar a cualquiera.
En la etapa de Pepe Murcia, el mediocentro nazareno fue enviado directamente a la grada. Con la llegada de García Remón al banquillo tuvo la oportunidad de consumir sus últimos minutos en el Córdoba, un destino amargo para él y el único equipo en el que ha jugado en su trayectoria deportiva fuera del Betis, al que regresó para integrarse a la primera plantilla. Allí se reencontró como futbolista y triunfó de pleno en la Liga 2002-03 en Primera División: 35 partidos, 4 goles y titular sin discusión para el entrenador verdiblanco. Que era, curiosamente, Víctor Fernández, el mismo que debutará pasado mañana como entrenador de Segunda en El Arcángel frente al Córdoba, ese equipo en el que Arzu experimentó la cara más dura del fútbol. Quizá el maño vuelva a darle un sitio en el once hispalense, del que se cayó desde que fue expulsado en el Ruiz de Lopera en el primer partido del año, ante el Huesca.
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