La tiranía del resultado

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La derrota en Las Palmas, en uno de los mejores partidos del CCF, somete a juicio el estilo pragmático de Villa Su apuesta, menos vistosa, queda expuesta a la crítica si falla el marcador

Mariano Barbosa detiene con su pierna izquierda el lanzamiento de penalti de Xisco que pudo suponer el 0-1 en el Estadio de Gran Canaria.
Cisco López Córdoba

08 de octubre 2013 - 05:02

El CCF jugó en Las Palmas uno de sus partidos más completos de la campaña. Dominó durante gran parte del mismo a la considerada por muchos mejor plantilla de la categoría de plata y se mantuvo en todo momento con opciones. Tanto que el definitivo 2-0 llegó ya en el tiempo de prolongación y con el equipo volcado sobre la portería de un Barbosa determinante. Todo sin salirse un ápice del estilo, pragmático y con fuerte hincapié en los conceptos defensivos, que ha impuesto Pablo Villa desde su llegada. Sólo que esta vez la moneda salió cruz, un error involuntario que ha servido para que se someta a juicio a una apuesta que, por ser menos vistosa que otras, queda claramente expuesta al resultado. Un marcador que pudo ser totalmente distinto si el conjunto blanquiverde hubiera estado atinado en el remate, su asignatura pendiente en esta fase de constante evolución que quedó nublada en las islas. Y es que no es normal fallar ocasiones tan claras como las que ha enviado al limbo el equipo en más de una cita con triste desenlace.

Villa se ha alejado de todos los clichés en su estreno en un banquillo profesional. Desde el principio ha dejado claro que su estilo pasa por "el orden" y la seguridad defensiva, aunque sin renunciar ni mucho menos al ataque. El botón de muestra es lo ocurrido en el Estadio de Gran Canaria, en el que con un planteamiento muy acertado para frenar la construcción del juego insular generó un buen puñado de ocasiones fruto de su dominio y control absoluto del juego. Pero falló en la definición y por ahí se empezó a desangrar, dando vida a un rival que no perdonó cuando tuvo la ocasión. Ese lunar frenó la que hubiera sido evolución perfecta: dominio y lección ante uno de los favoritos a pelear por el ascenso a la élite.

Pero eso es lo que hay, y de momento funciona. Porque el Córdoba está asentado en la zona de play off desde el inicio del torneo. Quizás no juegue como los ángeles, pero tiene muy claro qué hacer y cómo llevarlo a práctica. Es una apuesta arriesgada que queda expuesta cuando los resultados se tuercen, pues el aficionado tiene poco que llevarse a la boca, a excepción del compromiso y el trabajo de un grupo que hasta la fecha está demostrando estar a muerte con el entrenador. Es un paso clave, mirando al pasado.

Y que es muy valorado por Pablo. Sin ir más lejos, el madrileño apuntó la pasada semana que de los partidos que más contento estaba eran curiosamente los que el equipo no había ganado: la primera mitad del partido ante el Éibar y 75 minutos del choque de la Copa del Rey ante el Deportivo. Antes ya había puesto de ejemplo ambas citas, así como algunos minutos del duelo en Jaén.

Pero nunca mencionó las claras victorias sobre el Numancia o el Girona, quizás en las que se ha reflejado con más claridad lo que él quiere para este Córdoba. Ni el histórico triunfo en Riazor o la importantísima alegría sellada por Strahman en el estreno liguero ante la Ponferradina, el punto de partida para un arranque notable de un grupo que con decena y media de caras nuevas y un puñado de canteranos en el grupo necesita algo más de tiempo para hacerse. Aún así, ya hay algo claro y es que el CCF será normalmente más pragmático que vistoso. Pero, ¿cuántos puntos da lo bonito? Al final lo que impera es la tiranía del resultado.

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