En volandas hasta El Arcángel

Los héroes del ascenso son recibidos por miles de aficionados en la estación Córdoba Central Una marea blanquiverde acompaña a la comitiva hasta su llegada al estadio para continuar la gran fiesta sobre el césped

En volandas hasta El Arcángel
Rafael Cano Córdoba

24 de junio 2014 - 05:02

Una marea humana se agolpaba en los alrededores de la estación Córdoba Central bastante antes de las 20:00 para recibir a los héroes del ascenso. Algunos llevaban ya más de dos horas apostados a la salida, para tener un lugar privilegiado desde el que recibir a sus ídolos y agradecerles el sueño que les están haciendo vivir. A las 20:20 estaba prevista la llegada del AVE que traía de regreso al Córdoba desde Sevilla, donde aterrizó el vuelo chárter que trasladó al equipo desde el aeropuerto de Las Palmas. Con la puntualidad propia de los trenes de alta velocidad hacía acto de presencia el equipo ante su hinchada. Tenían ganas los futbolistas de encontrarse con su gente y apenas demoraron la subida al autobús descapotable que les debía llevar hasta el estadio.

Fue el primer momento grande de la tarde. Los futbolistas alucinaron en el primer contacto visual con la ciudad después de la machada del Estadio de Gran Canaria, haciéndose una idea de lo que les esperaba durante toda la celebración. Llegó entonces el momento de los primeros cánticos y era obvio que todas las miradas las iba a acaparar Uli Dávila, el héroe de Las Palmas, el hombre que gracias a su gol ha hecho cumplir el sueño de muchos aficionados que anhelaban ver a su equipo competir en la mejor liga del mundo. El mexicano superó su timidez y se animó a botar mientras el resto de sus compañeros lo aclamaban. El público le pedía que se quedara y al pequeño delantero propiedad del Chelsea se le podían leer sus pensamientos. "Si por mí fuera...", pero ahora tocará convencer a Mourinho.

El otro gran protagonista fue Albert Ferrer, que en apenas cuatro meses se ha ganado a la afición blanquiverde y ha sido uno de los grandes artífices del ascenso. Estuvo algo tímido el catalán, queriendo ceder el protagonismo a sus jugadores. Tras 20 minutos de vítores y cánticos compartidos con los miles de seguidores que se acercaron a saludar a sus ídolos echó a andar la comitiva camino de El Arcángel, encabezada por el autobús de los futbolistas y seguida de los empleados del club, los medios de comunicación y los familiares de los integrantes de la plantilla.

Nada más arrancar, la cantidad de gente que se agolpaba en la Avenida República Argentina hacía presagiar un recorrido apoteósico para los jugadores, que no paraban de saltar y celebrar, en una caravana escoltada por la Policia Nacional y por miles de seguidores en motocicletas.

La celebración trascendió de lo meramente deportivo hasta tal punto que toda Córdoba se echó a la calle, aficionados y simples ciudadanos que quisieron saludar a los hombres que han revolucionado la ciudad y la han envuelto en una continua fiesta. Caras de felicidad, de satisfacción plena, de euforia, hasta de extrañeza, se adivinaban entre la masa blanquiverde. También lágrimas, muchas lágrimas porque el desenlace del partido en Las Palmas y la repercusión del ascenso ha provocado una mezcla de sentimientos incontenible en muchos aficionados, que tras años sufriendo están tan felices como liberados de esa terrible carga de estar 42 años alejados de la élite.

Cada giro realizado por la comitiva en su camino hacia El Arcángel dejaba ver más y más gente en las calles. Entre los jugadores, destacaba un Xisco eufórico y que no se separó en ningún momento de Uli Dávila, la emoción de Fran y Bernardo -cordobeses y cordobesistas de cuna para los que este éxito significa mucho más que una alegría deportiva-, y también el desparpajo de Pelayo, uno de los hombres más tímidos del vestuario que disfrutó como el que más.

Fueron 40 minutos de trayecto hasta el estadio pero parecieron muchos menos, pues la afición no permitió a sus ídolos ni un momento de tregua en la celebración. Los héroes del ascenso ya están en la ciudad dispuestos a vaciarse con su afición y la celebración promete ser larga. Una felicidad compartida y merecida tanto para los héroes del césped como para su entregada hinchada.

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