Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) no tuvo ayer un día fácil. Acorralado entre el descontrol que vive la inflación -en la Eurozona está en el 3 por ciento, y en España en el 4,1- y la pérdida de fuelle de una economía a la que aún no se han trasladado todos los efectos de la crisis hipotecaria, sus miembros tuvieron que debatir sobre la conveniencia de subir los tipos de interés, que ayudaría a poner freno al alza de los precios, o el mantenimiento de los mismos, como medida preventiva hasta conocer el alcance de la crisis.
Finalmente, el Consejo se decantó por dejar el precio oficial del dinero en el 4 por ciento, dando así un respiro a las familias hipotecadas. Según los analistas, el BCE tiene las manos atadas, ya que no puede aumentar los tipos en un momento en el que se prevé un frenazo en el ritmo de crecimiento de la economía de la Zona Euro y el nerviosismo continúa haciendo estragos en los mercados. La crisis crediticia, derivada del impago de las hipotecas de alto riesgo estadounidenses, ha creado tensiones en el mercado de dinero del euro, donde los tipos de interés a los que los bancos comerciales se prestan capital han subido con fuerza. Por este motivo, el encarecimiento de los créditos podría tener un efecto negativo en la reactivación económica.
El propio Trichet explicó ayer que la decisión de mantener los tipos de interés pretende paliar la incertidumbre que hay en los mercados ante una crisis financiera que "todavía está evolucionando". No obstante, insistió en que, ante los riesgos inflacionistas, la autoridad monetaria no tolerará la materialización de efectos secundarios en la economía. Asimismo, solicitó un aumento de la competencia entre los actores económicos encargados de fijar precios como medida de ayuda.
"Las últimas informaciones apuntan a la existencia de fuertes presiones al alza a corto plazo en la inflación y se ha confirmado completamente nuestra valoración de que hay riesgos sobre la estabilidad de los precios a medio plazo", señaló el presidente del BCE. Jean-Claude Trichet advirtió, en este sentido, que el banco central "está listo para hacer frente" a esos riesgos, por lo que "vigilará muy de cerca cualquier desarrollo y actuará de forma oportuna y firme". Precisamente, el BCE revisó ayer al alza sus estimaciones de inflación en la Zona Euro para este año y para 2008, debido al encarecimiento del petróleo y los alimentos.
Para el presente ejercicio, sus cálculos señalan que el IPC se situará entre el 2 y el 2,2 por ciento, lo que supone una media del 2,1, una décima por encima de los pronósticos de septiembre. De cara al próximo año, el repunte será de entre un 2 y un 3 por ciento, lo que representa una media del 2,5 -muy por encima de la horquilla de entre el 1,5 y el 2,5 por cientoque esperaba en un principio-. De este modo, no será hasta 2009 cuando la inflación se acerque al objetivo de estabilidad del BCE (por debajo del 2 por ciento).
La autoridad monetaria también rebajó ayer sus proyecciones de crecimiento para la Zona Euro en 2008, al situarlas en un 2 por ciento, tres décimas menos.
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