Ciudades medianas de Andalucía
Tribuna Económica
El alcalde de Antequera, Manuel Barón, destacaba el papel de la colaboración entre ciudades como forma de promoción.
HACE unas semanas, en una elocuente conferencia, el alcalde de Antequera, Manuel Barón, destacaba el papel de la colaboración entre ciudades como forma de promoción de las mismas. En los valores centrales de población de los municipios andaluces, de cuya media se calcularía una mediana, hay un buen número de ciudades muy interesantes, algunas de costa, otras de interior, donde algunos de los problemas de organización de la vida cotidiana se pueden plantear y resolver mejor que en las ciudades grandes, y cuyos ayuntamientos cuentan con una dimensión mínima para prestar adecuadamente sus servicios.
Un aspecto muy interesante de la conferencia -aparte de la estrategia de desarrollo para la ciudad de Antequera, que era el eje de la misma- fue la idea de colaboración, que en este caso existe ya, con Lucena y Alcalá la Real. A su vez, esta idea tiene dos lecturas. Una es de funcionamiento, para competir juntas mediante una presencia reforzada en los medios y redes de comunicación, pues una red de ciudades medianas tiene fuerza atrayendo visitantes y proyectos de inversión que pueden favorecer a más de una ciudad. La extraordinaria infraestructura de comunicaciones que hemos acumulado con un enorme esfuerzo a lo largo de los años tiene que aprovecharse para vertebrar de norte a sur y de este a oeste a Andalucía, empezando por zonas, provincias, y extendiendo la conectividad y colaboración a toda la Comunidad; como señalaba Manuel Barón, no tiene sentido, por ejemplo, la promoción turística de las costas sin reforzarla con la promoción del interior, fácilmente accesible, dentro de una misma campaña.
La otra lectura de la colaboración es que pueda superar las diferencias de criterios políticos -como ocurre es este caso que comentamos, con gobiernos municipales de distintos partidos-. La tentación de trasladar el ejemplo a la política nacional es inmediata. Sin embargo, no resulta tan obvia. En el ámbito municipal es más fácil encontrar elementos comunes para materializar, mediante iniciativas ordenadas, las expectativas de los ciudadanos; son cosas muy concretas a las que se ofrecen solución, como el fomento del turismo u otra actividad productiva. En la política nacional, hasta ahora la colaboración se ha entendido entre partidos que pudieran tener alguna afinidad, lo cual no ha dado buen resultado en otros países, perjudicando siempre a uno de los que se integran en una coalición, como ha ocurrido en Alemania o Gran Bretaña, y ha radicalizado, como se está viendo en Europa, a los partidos que se han excluido de la misma; tampoco pueden los partidos embarcarse en acuerdos y colaboraciones que les lleve a un extrañamiento con sus electores, pues su sentido político es sobrevivir y gobernar. Sea como sea, es gratificante escuchar un discurso positivo en el que el futuro se presenta como un programa de colaboración con lo que nos rodea y existe, aunque nos pueda hacer la competencia, o tenga unos planteamientos políticos diferentes. Se trata de mirar a lo que tenemos, ver qué podemos hacer, y tomar iniciativas que podríamos llamar "no partidistas", pero que en realidad suponen tomar partido por una forma de gobernar.
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