Análisis
Santiago Carbó
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La UE y EEUU han puesto fin a la disputa comercial entre la estadounidense Boeing y la europea Airbus, que se remonta a 2004, y eso significa que la suspensión de los aranceles actualmente en vigor se alarga hasta 2026, según anunció ayer la representante de Comercio de Estados Unidos, Katherine Tai.
El anuncio de EEUU se ha producido poco antes de que su presidente Joe Biden, que se encuentra en Bruselas, participe en una cumbre entre su país y la UE, antes de partir hacia Ginebra para reunirse este miércoles con su homólogo ruso, Vladímir Putin.
La extensión a cinco años de la suspensión de los aranceles -que en el caso andaluz afectaba sobre todo al aceite de oliva envasado y la aceituna verde- permite a las empresas tener una mayor seguridad jurídica como para poder volver a introducir el producto español sin la incertidumbre que propiciaban los cuatro meses de suspensión aplicados el pasado mes de marzo.
Según el acuerdo, las dos partes intentarán alcanzar soluciones duraderas para evitar litigar en el futuro y preservar la igualdad de oportunidades entre sus fabricantes.
La UE y EEUU establecerán un grupo de trabajo que liderará por cada parte su respectivo responsables de Comercio, otorgarán financiación a fabricantes de grandes aeronaves de acuerdo a los términos del mercado, darán fondos a investigación y desarrollo a través de procesos abiertos y transparentes y harán públicos los resultados de los que cuenten con financiación pública.
Además, no proporcionarán fondos ni apoyo específico a sus propios productores que puedan dañar a los de la otra parte.
El arreglo con la UE contempla otro punto de interés especial para Washington: "superar las diferencias frente a China". Más allá de este pacto sobre Boeing y Airbus, la cumbre EEUU-UE ha arrojado la creación de un consejo tecnológico comercial para contrarrestar el progreso de Pekín. Ese órgano se encargará de coordinar los estándares para nuevas tecnologías, como la computación cuántica, la inteligencia artificial y la biotecnología, así como la "resiliencia" de las cadenas de suministro, y el control de las importaciones, exportaciones e inversiones, entre otros. El responsable estadounidense aseguró que el consejo servirá para "establecer una visión afirmativa del mundo, enraizada en los valores compartidos" frente al "desafío significativo de Pekín con sus prácticas fuera del mercado".
La mala noticia, dentro de lo bueno, es que no hay eliminación definitiva de las tasas y, además, la suspensión por cinco años es reversible. Su mantenimiento va a depender de la aplicación del acuerdo. Según Katherine Tai se mantendrá "siempre y cuando el apoyo de la UE a Airbus sea coherente con los términos del acuerdo", es decir, que no cruce ninguna "línea roja y los fabricantes de EEUU puedan competir de forma justa".
Recordemos que la disputa Airbus-Boeing es una de las más largas de la historia de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se inició en 2004 cuando comenzó el proceso de denuncias por los subsidios concedidos por ambas partes a esas dos grandes compañías, considerados ilegales por las dos partes.
En 2019 la OMC declaró ilegales las ayudas a Airbus y eso permitió al ex presidente de EEUU Donald Trump (2017-2021) imponer represalias sobre productos de la UE por valor de 7.500 millones de dólares (6.172 millones de euros). Multitud de productos agroalimentarios españoles -entre ellos el aceite de oliva envasado y la aceituna verde- fueron penalizados con tasas del 25%, mientras que los productos aeronáuticos -origen del conflicto- tuvieron un arancel del 10%, ampliado unos meses más tarde al 15%.
Un año más tarde, la OMC autorizó a la UE a imponer sus propios aranceles por las ayudas ilegales a Boeing y Europa respondió con tasas a exportaciones estadounidenses valoradas en 4.000 millones de dólares (3.292 millones de euros).
La disputa entre ambos había afectado a 113 categorías de productos de la industria de alimentación y bebidas españolas que representan el 53,1% de los productos exportados a EEUU, y que están entre los 20 productos más vendidos a ese país, según la plataforma de sectores afectados por los aranceles.
Las exportaciones de estos productos han descendido en gran medida entre noviembre de 2019 y febrero de 2021, periodo en el que se aplicaron tales aranceles, en comparación con el periodo sin aranceles comprendido entre noviembre de 2017 y febrero de 2019.
Entre ambos periodos, la entrada de aceite de oliva español en EEUU se redujo un 80%, según calcula la patronal exportadora Asoliva, lo que llevó a las empresas a importar producto de otros países no afectados como Portugal, Grecia y Túnez. Firmas como Sovena y Acesur han levantado allí plantas de envasado, lo que ha permitido eludir los aranceles al no estar penalizado el aceite a granel, que se envasaría en destino. Aunque el aceite de origen español ha perdido mucho peso en EEUU las marcas sí han logrado mantener cuota de mercado.
Es cierto que es un conflicto distinto, al margen de la disputa Airbus-Boeing, pero había esperanzas por parte del sector de que la cumbre avanzara una solución. Pues, de momento, no. La aceituna negra española sigue con la tasa de casi el 35% que comenzó a mediados de 2018 tras una reclamación de dos empresas norteamericanas por prácticas de 'dumping' y subvenciones ilegales. La patronal Asemesa lleva gastados millones en litigios judiciales y las empresas afectadas no han recibido compensación alguna ni de la UE ni del Gobierno pese a las buenas palabras. Según Cooperativas Agroalimentarias, el comercio con Estados Unidos de este producto se ha reducido en un 65%, pasando de 30.145 toneladas en 2017 a apenas una tercera parte, 10.537 toneladas en 2020.
En el caso de la aceituna verde, la patronal Asemesa calcula que se han dejado de exportar entre el 25 y el 30% de los envíos españoles dirigidos a EEUU.
La plataforma de sectores afectados por los aranceles calcula, además, que descendieron los productos del porcino en un 70,4%; de la destilación, rectificación y mezcla de bebidas alcohólicas, en un 27,8%; de la elaboración de vinos, en un 7,8%; y de la fabricación de quesos, en un 5,1%. La afectación a Andalucía, en el caso de estos productos, ha sido bastante menor que la del aceite de oliva y la aceituna verde.
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